viernes, diciembre 30, 2011

2011, año de indignación, frivolidad y esperanza : Jorge Canto Alcocer



2011, año de indignación, frivolidad y esperanza
Jorge Canto Alcocer


Dentro de la contradictoria historia de nuestro país, el 2011 se ha significado por ser escenario de varios hechos graves y de cariz muy divergente, caracterizados por la indignación, la frivolidad y la esperanza. Crímenes atroces, injusticias sistemáticas, declaraciones intrascendentes, comunicaciones vergonzosas, actitudes congruentes, comprometidas y honestas, todo esto y más vimos en el crisol del año que concluye.
La estúpida “guerra” del espurio sigue enlutando los hogares de miles de mexicanos, con su violencia irrefrenable y creciente, que ha destrozado a innumerables familias de nuestros compatriotas. Del insoportable dolor de éstas surgió la indignación que recorrió el país con el poeta Sicilia a la cabeza, y con miles de víctimas en reclamo de una mesura, de una responsabilidad que nunca apareció. Confrontado por ellas, el espurio se deslegitimó de nuevo, defendiendo tontamente su estupidez.
La indignación por los miles de muertos de la “guerra” estúpida se suma y multiplica por la de los cientos de mártires caídos en el curso de una nueva guerra sucia, el ataque sistemático y personalizado de las oligarquías contra líderes populares y defensores de los derechos humanos, de la que hemos dado cuenta un servidor y otros compañeros desde las páginas de nuestro POR ESTO!, pero que ha sido acallada por casi todos los demás medios. Así, la guerra sucia es, además, una guerra oculta, una guerra siniestra, cuyas bajas se tratan de enmascarar con el tinte de “narcotráfico”, “conflictos agrarios históricos”, “crímenes pasionales” o cualquier otra mentira urdida por el poder y aceptada por sus medios serviles, que son los más.


Tampoco es menos la indignación por el imparable crecimiento de la miseria, la desesperación, la marginación, el abismo en el que el maldito sistema neoliberal ha hundido a millones de nuestros nacionales. Desde que los azules se apoderaron de Los Pinos, nuestro país se ha convertido en una “eficiente” fábrica de pobres, de angustias, de fracasos, de sicarios …, sin que los gobiernos estatales de todos los signos –con la notable excepción del Distrito Federal-- hayan podido revertir el desastre social.
En cambio, a contracorriente de la situación anteriormente descrita, unos cuantos millones de mexicanos viven en la absoluta frivolidad del consumismo. A la par que el empobrecimiento de las mayorías, siguen surgiendo en las ciudades mexicanas lujosos centros comerciales donde se exhiben y se enajenan mercancías multimillonarias y al alcance sólo de los privilegiados. Otros tantos millones –lo que queda de la clase media-- se somete mayoritariamente a ese afán consumista y cae en deudas eternas e imposibles, en la vorágine del estreno de autos, joyas, vestidos, tecnologías, viajes y etcéteras.
La estulticia de algunos de los principales políticos mexicanos se explota para el chiste fácil, frívolo, mas no se debaten ni se exponen los verdaderos peligros que entrañan dichos actores. Los medios exponen frívolamente el costo de los aretes de la Vázquez Mota, pero no discuten su pésima actuación “al frente” de la SEP, su complicidad confesa en el descarado fraude electoral de 2006, o sus ideas fascistas en materia de seguridad. Y lo mismo podemos aplicar a las sandeces que un día sí y otro también produce Peña Nieto, sin que se critiquen sus muchos y graves yerros en el gobierno del Estado de México.
En ese contexto de frivolidad, debemos considerar los comentarios electrónicos vertidos por el panista Carlos Talavera sobre las mujeres michoacanas, no porque no sean graves, sino porque reflejan el frívolo sentir, la “sensibilidad” de la mayoría de nuestros políticos. Porque lo raro en Talavera no es su pensamiento, muy común en politiquillos educados en las pulcras y amuralladas escuelas privadas, en las que los únicos “morenitos” son, generalmente, los que se dedican a la higiene de los edificios, sino la idiotez de haberlo hecho público. Esos comentarios sobre el olor de la gente que sí trabaja y que no tiene acceso a los perfumes franceses, los hemos escuchado de muchos de los que se llaman “demócratas” y se dan “baños de pueblo”, pese al sufrimiento de su olfato.
¿Hay espacio para la esperanza en este país? Indudablemente que sí. Pese a los pesares, pese a las campañas mediáticas, la represión, el empobrecimiento y la frivolidad, líderes como Andrés Manuel, como Sicilia, como el Padre Solalinde, como tantos otros hombres y mujeres, nos brindan aún la posibilidad de la esperanza. En el México de las contradicciones, somos millones los ciudadanos comprometidos, conscientes y en pie de lucha. Para convertir esa esperanza en transformación real, la coyuntura del 2012 se presenta oportuna, y la victoria de Andrés Manuel como su inequívoca materialización.

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