miércoles, diciembre 07, 2011

El desliz y sus consecuencias : Guillermo Fabela Quiñones


Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones
El desliz y sus consecuencias


Es evidente que el ser social determina la conciencia social, así que no debe sorprendernos la respuesta que dio la hija de Enrique Peña Nieto a quienes lo criticaron por su desafortunado desliz en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La joven Paulina Peña Pretelini demostró que su vida se ha desarrollado en un ambiente aristocrático, donde todos los que no pertenecen a su cerrado círculo son vistos por encima del hombro, por formar “parte de la prole” que no merece ninguna consideración. Así lo demostró al reenviar un “Twitter” que le había enviado su novio, en el que de manera por demás ofensiva se refiere a “la bola de pendejos” que critican a los que envidian.
No es de dudarse que haya quienes envidian al ex gobernador mexiquense, debido a que todo se le ha facilitado en la vida, al extremo de que muy joven aún es millonario con propiedades dignas de jeques árabes, y por si fuera poco aspira a ocupar la residencia presidencial, seguramente para enriquecerse con más intensidad en el menor tiempo posible, junto con sus patrocinadores y cuates que lo acompañen. Sin embargo, no todos sus críticos lo hacen por envidia, sino porque busca la Presidencia sin contar con méritos ni capacidades suficientes, sino con el propósito de apuntalar un sistema político caduco y ultrarreaccionario, donde las clases mayoritarias participarían tan sólo en calidad de esclavos asalariados.


Aun cuando la cúpula priísta ha tratado de minimizar el incidente, lo cierto es que de ninguna manera pasará a ser una anécdota intrascendente que pronto se olvidará. El hecho subyacente es que el precandidato del tricolor no sólo es inculto en grado extremo, sino que actúa en la vida conforme a criterios clasistas antidemocráticos, como lo demostraron los comentarios de su hija. Si no fuera así, por supuesto que no habría respondido como lo hizo, independientemente de que el “Twitter” original haya sido enviado por su novio. El hecho contundente es que lo hizo suyo, reenviándolo, aunque después haya pedido disculpas al ser reconvenida por su señor padre, quien ahora debe estar arrepentido de haber favorecido en su hogar un comportamiento aristocratizante.
¿Qué diferencia puede haber entre un panista de “sangre azul” y un Peña Nieto que actúa con una mentalidad excluyente y discriminatoria de quienes no forman parte de su círculo de amistades? Claro está que ninguna. El comportamiento de Peña Nieto obedece al proceso de derechización del PRI a partir de que se fue apartando de sus directrices y programas fundacionales, como fue muy evidente en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, y posteriormente, cuando los tecnócratas neoliberales sacaron a los priístas históricos que aún permanecían en la estructura partidista.
Con Peña Nieto en la Presidencia, México regresaría a los tiempos de Díaz Ordaz, no sólo por las prácticas represivas con las que buscaría mantenerse en el poder, sino por la firme división clasista que impondría porque así está acostumbrado, como lo demostró como gobernador. En su sexenio en Toluca, fue muy evidente su interés en ver a los pobres como un mal necesario, que se debe soportar porque proporcionan votos en las elecciones, al poderlos comprar con migajas, y porque permiten que la elite manifieste su altruismo. ¿Cómo iban a poderlo hacer, con todos los beneficios fiscales que conlleva el altruismo, si disminuyeran realmente los pobres?
A la clase conservadora nunca le ha importado la cultura, como tampoco le interesa el progreso, porque una y otro van contra sus intereses. Unicamente le importa el dinero, acrecentarlo a manos llenas, porque sólo así sus miembros se consideran triunfadores. El éxito para ellos está en poseer más que los otros, en una feria de vanidades que no tiene fin. Baste recordar la boda de Peña Nieto con su actual esposa, que reunió a la aristocracia de la política conservadora, con Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos a la cabeza, el gobernador disfrutando la compañía de ambos, en un ambiente aristocrático que no le pedía nada a las grandes reuniones de los tiempos del emperador Maximiliano de Habsburgo. Esta escenografía decimonónica se repitió cuando el casorio de la hija de Emilio Chuayffet.
El problema para los conservadores y reaccionarios que añoran los tiempos del Porfiriato, está en que México no podría seguir soportando seis años más de políticas públicas antidemocráticas, aristocratizantes y excluyentes. No, por supuesto, porque se ha abusado demasiado de las clases mayoritarias, incluidos los medianos empresarios, con el fin de que la oligarquía acreciente sus privilegios. La dramática desigualdad que caracteriza a nuestro país, se ha convertido en una rémora que frena un desarrollo mínimo que sirva de capa protectora a la elite.
De ahí la terrible descomposición del tejido social, que ha llegado ya a extremos insoportables. Por eso son inmejorables las condiciones para el triunfo en las urnas el próximo mes de julio. Ojalá entiendan que su ciclo histórico ya concluyó.
(guillermo.favela@hotmail.com)

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