Carlos Fernández-Vega
México SA
Carstens: riesgos para México
Del catarrito a la catástrofe
¿Cuál de las dos delincuencias?
¿Qué hubiera sucedido si en 2008 Agustín Carstens en lugar de ocupar la oficina principal de Hacienda hubiera sido gobernador del Banco de México? Probablemente no habría difundido su deplorable tesis del catarrito y, en su lugar, lanzado un SOS tras realizar un análisis puntual de la crisis que ya se veía venir. Tal vez habría encendido los focos rojos para que el gobierno calderonista actuara de inmediato y tomara las previsiones del caso, pero en economía, como en política, no existen los hubiera ni los habría, de tal suerte que la versión del catarrito la mantuvo a capa y espada, hasta que la sacudida le tiró la dentición al titular de la SHCP y al inquilino de Los Pinos, quien giró la instrucción precisa a los integrantes de su gabinetazo para que se abstuvieran de realizar comentarios toscos (léase realistas) sobre las obvias consecuencias que tendría el nuevo terremoto económico.
Lo anterior viene a colación porque ahora el doctor Carstens pretende sacarse la espina, y desde la oficina principal del Banco de México, ya sin la castrante dependencia directa del inquilino de Los Pinos, intenta convertirse en una suerte de meteorólogo económico dedicado a dar seguimiento puntual a la crisis europea y a advertir –en forma y tiempo– sobre las ingratas consecuencias que el nuevo huracán tendría sobre el averiado navío de gran calado presumido por el aún más deteriorado Felipe Calderón, el mismo personaje que poco antes de la sacudida de 2008-2009 prometió, micrófono en mano, que en México no habrá crisis pase lo que pase, ni ahora, ni a mediano plazo. Y lamentablemente el doctor catarrito, como secretario de Hacienda, avaló el dislate.
Existe un mundo de diferencia entre la citada tesis del catarrito y la puntual advertencia de la junta de gobierno del Banco de México, presidida por Agustín Carstens, en su más reciente sesión (el pasado 2 de diciembre, cuyo contenido se conoció ayer), que a la letra dice: “las perspectivas de la actividad económica mundial se han deteriorado significativamente, como resultado de la problemática que persiste en la zona del euro… el balance de riesgos para el crecimiento de México ha empeorado. Por otra parte, algunos miembros de la junta afirmaron que el balance de riesgos para la inflación es neutral, mientras que los otros consideraron que éste se ha deteriorado. En particular, entrando en la discusión referente al entorno económico mundial, algunos miembros de la junta mencionaron que el riesgo de un evento catastrófico ha aumentado, a lo que un miembro de la junta añadió que, de materializarse un escenario de este tipo, se observaría un deterioro importante de la situación financiera y el crecimiento mundial”.
Y algo más: “un miembro de la junta afirmó que la inhabilidad política de tomar las medidas oportunas podría conducir a un colapso de la zona del euro, si bien añadió que confía en que las autoridades europeas seguirán buscando soluciones… las implicaciones de un evento catastrófico son desconocidas y, como sucedió en 2008, las simulaciones basadas en modelos estadísticos podrían subestimar la gravedad de los resultados. Algunos miembros de la junta argumentaron que la erosión de la credibilidad de las instituciones retroalimenta el escepticismo de los mercados y afecta la economía real, incrementando así significativamente los riesgos de una recesión en la zona”.
Más claro no se puede, pero el gran problema persiste: como en 2008, el inquilino de Los Pinos se mantiene inmóvil, y no deja de presumir solidez económica, un barquito de papel al que llama navío de gran calado, un “chequezote pa’ comprar dólares” (en referencia a las reservas internacionales) con lo que resulta imposible prácticamente desestabilizar al país como antes sí ocurrió… Eso es fortaleza económica y eso es estabilidad económica”. Palabras más o menos, eso es lo que dijo en 2008, previo al reconocimiento oficial de la crisis, que le estalló en la boca.
El ahora gobernador del Banco de México difícilmente se sacará la espina, pero parece que algo aprendió de sus resbalones en tiempo de secretario de Hacienda. Compárense los señalamientos anteriores, con el discurso del propio funcionario en tiempo de la SHCP, semanas previas al estallido de la crisis: “hoy la economía nacional tiene una estabilidad consolidada que nos permitirá afrontar esta contingencia de manera más efectiva que en el pasado… La economía está fuerte, las principales variables macro están bien, las finanzas públicas, las tasas de interés, la tasa de inflación, y la combinación de una política macroeconómica adecuada durante ya varios años, junto con altos precios del petróleo y una reforma fiscal, nos permiten por primera vez en décadas tener instrumentos, tener fichas para enfrentar las turbulencias del exterior… Las mejores herramientas de que podemos disponer para sobrellevar el temporal son una nave sólida, confiables instrumentos y cartas de navegación, así como una conducción que no se puede apartar del destino que se ha trazado. Ya lo decía Séneca: ‘cuando el navegante no sabe a qué puerto se dirige todos los vientos le son contrarios’. Hoy en México contamos con esas herramientas decisivas para una navegación venturosa”. Y la economía se desplomó.
Las rebanadas del pastel
El cada día más gris delfín Ernesto Cordero dice que la peor dictadura es la que intenta imponer la delincuencia. Bien, pero ¿cuál de las dos? ¿La institucionalizada o la organizada?... Más de los jóvenes panistas en Petróleos Mexicanos: “la Dirección Corporativa de Tecnología de Información y Procesos de Negocio de Pemex, presidida por Abraham Galán Ramírez, la ‘debilidad’ de Juan José Suárez Coppel, hace preparativos para llevarse al outsourcing la operación de los equipos que alojan el sistema R/3 de SAP, mediante la estrategia de contratar los servicios integrales de hospedaje a un precio superior a los 5 millones de dólares anuales, la contratación de servicios externos de mesa de ayuda de soporte técnico a PC por más de 15 millones de pesos anuales, contratación de servicios para mantenimiento a aplicaciones legacy y varios contratos multianuales que en sus conceptos llevan soporte técnico a los aplicativos, que ya no requieren licitación, y que sobresaturan el presupuesto con más de 2 mil 500 millones de pesos anuales, siendo que los límites que prevé la Ley de Responsabilidad Hacendaria y Presupuesto es de no más de 90 por ciento del presupuesto autorizado del presupuesto anual. Y mientras tanto, el joven panista Galán Ramírez prepara la liquidación de trabajadores especializados y la baja del nivel tabular de aquellos que no sean de su agrado” (se reserva el nombre del denunciante por razones más que obvias).
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