Astillero
Política bajo fuego
Michoacán, las Familias
Instrumentación del narco
Morena, en octubre
Brigadas promotoras de una candidatura única en Michoacán realizaron ayer ardientes actos de proselitismo en avenidas y salidas carreteras de varios municipios de la entidad, mientras la propaganda del gobierno federal y declaraciones de diversos jefes nacionales y estatales siguen asegurando que La Familia y sus reformulaciones han sido abatidas. Ensayo o advertencia rumbo a los comicios de noviembre próximo que desde ahora se dan por viciados o lisiados en cuanto el sabido y promovido poder de fuego de narcotraficantes de distintos bandos está dispuesto a impedir que se realicen actos institucionales en sus territorios dominados o, en el mejor de los casos, decididos a imponer resultados y ganadores aun por encima de lo que se atreviera a sugerir eso que aún llaman voto popular.
Allí está el gobierno perredista actual, surcado y cruzado por diversas expresiones de esa delincuencia organizada, fundido el actuar político de relevantes segmentos del sol azteca con el dinero y la fuerza de los verdaderos innombrables. Godoy, cuando menos el hermano. Secretarías, municipalidades y curules financiadas, ganadas, por los aliados y sus arreglos oscuros. La izquierda electoral michoacana colocada en serio riesgo de perder continuidad, no sólo por la acumulación de puntos quemantes durante las administraciones del ahumado Lázaro Cárdenas Batel y del actual Leonel Godoy, sino incluso por las discrepancias internas que no se han apagado con la postulación aparentemente definitiva del senador Silvano Aureoles, a quien no quieren los Godoy y frente al cual se pretende levantar el fantasma de Genovevo Figueroa, ex priísta que ha transitado por diversas parcelas perredistas, entre ellas la de los también inconformes miembros de la familia Cárdenas (el PT, por su parte, explora el camino de presentar una postulación propia o, cuando menos, de llegar a una negociación encarecida con Aureoles, al que de entrada descalifica).
Michoacán, donde el felipismo inauguró su caravana bélica no sólo por razones estrictas de preocupación por el florecimiento del poder del narcotráfico, sino porque allí se desarrolla el experimento de atrincheramiento familiar mediante Luisa María, la hermana conocida como Cocoa a la que beneficia la agudización del conflicto social derivado de la delincuencia desbordada. Entre más descontrolado se vea el asunto, más crecerá la demanda de la sociedad para que se apliquen los presuntos remedios rigurosos de la conocida casa comercial Calderón. O, si la situación hace muy difícil que prospere el plan familiar, entonces se abriría paso la opción de la candidatura única que semanas atrás ya sugería la Botica Los Pinos y que, en una encerrona todavía no suficientemente esclarecida, adoptaron de manera efímera los líderes de los tres principales partidos políticos del país, pues en cuanto se conoció la pretensión de sustituir comicios por arreglos de elites se produjo un pequeño escándalo que los conjurados se apresuraron a desinflar haciéndose a un lado de la ocurrencia unitaria.
Frente a ese cuadro grave se planta el PRI, también infiltrado, carcomido y dominado por esos intereses tan oscuros que acaban quedando muy claros, un PRI que en consonancia con el estilo aplanadora que se perfeccionó en el estado de México hará todo lo que sea necesario para imponer a Fausto Vallejo. Pero falta ver lo que resulte de la capacidad de fuego y enfrentamiento de los cárteles, de su peso como factores de inhibición o cancelación de los procesos institucionales (a niveles de región y de país entero), y de la capacidad perversa de manipulación de esas bandas armadas para ponerlas al servicio de proyectos políticos. Si la política no era para Karl von Clausewitz más que una prolongación de la guerra, pero con otros medios, en el México de Calderón los enfrentamientos entre narcos son una prolongación de la política, pero con otras armas.
Hermanados cuando menos en las siglas, Enrique Peña Nieto y la Expresión Política Nacional arrancaron ayer trabajos en busca de darle continuidad al esfuerzo de mapachería profunda que se realizó en el estado de México el domingo recién pasado y que pretende ser constituido en inapelable augurio de retorno del PRI a Los Pinos. Los miembros de esa agrupación serán credencializados (al estilo lopezobradorista) y en ella destacan legisladores y funcionarios vigentes, pero, sobre todo, el verdadero poder sombrío, financista y regulador, de los ex gobernadores que constituyen la columna vertebral del actuar peñanietista, sobre todo en asuntos difíciles.
En su tierra, Tabasco, Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que el 1º de octubre se dará forma oficial al Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, rumbo a las elecciones del año entrante (antes de las cuales, por arreglos de los Chuchos con el panismo, se canceló la posibilidad de que pudieran constituirse nuevos partidos políticos). En ese permanente oficio de cierto periodismo que actúa bajo consigna de difamación y siembra de confusiones, se han destacado en días recientes algunas frases que parecieran sugerir que AMLO estaría ya muy dispuesto a deponer sus aspiraciones electorales, cuando los hechos apuntarían en sentido contrario.
López Obrador tiene la vista firmemente puesta en su participación personal en los comicios federales venideros y, al menos entre algunos miembros de su entorno, existe la convicción de que la figura de Marcelo Ebrard no será aceptada por esa base dura del movimiento creado en torno a la figura del tabasqueño. Aun cuando no tendrá la etiqueta de partido político nacional constituido, Morena es la continuidad del proceso de resistencia y relanzamiento de AMLO, con clara intención de buscar luego de julio de 2012 su registro como partido, labor de reconstrucción política en la que participará el Partido del Trabajo, que se la ha jugado abierta y sostenidamente con el hombre de Macuspana, y el voluble partido de Convergencia que ahora pretende reconstituirse como Movimiento Ciudadano expresamente aliado a López Obrador. ¡Feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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