Los pleitos de familia entre la “jefa de jefes” Elba Esther Gordillo y Miguel Ángel Yunes han terminado por mostrar la catadura de ambos personajes que pasarán, sin duda, a la picaresca de la política mexicana como protagonistas centrales. En todo caso, sus revelaciones evidencian lo que han hecho del ejercicio de la política los panistas, conducta que no hurtan, sino que heredan. Por cierto, Elba Esther y Yunes fueron priistas y si es cierto que por sus actos se conoce a las personas, los dos lo siguen siendo aunque estén fuera del PRI.
Resulta que el pasado jueves 29 de junio, en una conferencia de prensa, la miss Gordillo, quien confiesa sin rubor haber negociado con Felipe Calderón Hinojosa diversos cargos públicos para sus amigos, entre otros el de Yunes como director del ISSSTE, demandó la realización de una auditoría al ISSSTE en el periodo que va del 1 de diciembre de 2006 al 22 de febrero de 2010; es decir, durante el lapso que duró la gestión de Miguel Ángel Yunes, que abandonó el cargo para ser candidato del PAN y del Partido Nueva Alianza (PANAL), propiedad de Elba Esther, a la gubernatura de Veracruz.
Según la maestra, su pupilo manejó inescrupulosamente el ISSSTE, pues durante su gestión existen “claras evidencias de malos manejos” por 50 mil millones de pesos. En un intento de respuesta, Yunes indicó que durante su administración “se realizaron muchas obras: entre 2007 y 2010, dijo, se construyeron 39 hospitales. Se ampliaron 123 hospitales y clínicas”. A confesión de parte relevo de pruebas dice la máxima jurídica. Yunes simplemente aplicó en el ISSSTE un principio fundamental de los funcionarios públicos–empresarios privados (esos que ven el gobierno como un lugar de negocios cuantiosos, fáciles y seguros): “si quieres sobras, haz obras”.
Pero como Elba Esther hasta hace unos días tenía como parte de su corte cómplice de sus andanzas a Yunes, curándose en salud y alegando “razones éticas, morales y políticas”, sin que nadie se lo pidiera se deslindó de los “evidentes malos manejos” de Yunes al frente del ISSSTE.
Por otra parte, a la revelación de la señora Gordillo en el sentido de haber resuelto con Calderón que Yunes fuera al ISSSTE, el ex priista, también en conferencia de prensa celebrada el martes pasado, “indignado” rechazó y dijo enfático que jamás dependió de Gordillo Morales para ocupar cualquier cargo en la administración pública federal. Lo cual, la verdad, nadie le cree, pues como él mismo reconoce, recibió en el aeropuerto de Veracruz 10 millones de pesos para su campaña a la gubernatura, los que aceptó, dijo, “porque quería ganar”.
En la misma conferencia de prensa, el ex candidato al gobierno de Veracruz, que esta entonces había guardado discreto silencio como se acostumbra en el sistema político prianista, reveló que luego de haber sido designado director del instituto, Gordillo Morales trató de imponerle a varias personas para ubicarlas en puestos estratégicos de la institución, ya que pretendía manejar sus recursos y soltó: “Elba Esther Gordillo quiso corromper al ISSSTE y no lo permití”. ¿Y por qué hasta ahora Yunes revela tal despropósito? ¿Qué lo hizo callar durante cinco años y medio? ¿Fidelidad? ¿Lealtad? ¿Ambas? Vaya usted a saber.
Pero no fue todo. Ya encarrerado en su arranque de “valiente honestidad”, Yunes denunció que en febrero de 2007 Elba Esther lo invito a una reunión en San Diego, y en presencia de unas 10 personas del Panal la maestra le pidió que mensualmente le entregara 20 millones de pesos para financiar las actividades de su partido. Y ¿qué cree usted? Desafiando el poder y la ira de la miss, Yunes le respondió: ¡No! Lo que obviamente le provocó un enorme disgusto a la maestra. Y cuando iba a contar una de vaqueros o de cualquier otro tema que le dictara su enfebrecida imaginación, Yunes terminó la conferencia de prensa.
Homenaje involuntario
En la conferencia de prensa que comentamos, Elba Esther Gordillo hizo el mejor homenaje que se le podía rendir a López Obrador, al afirmar que ella se lleva bien con todos los aspirantes a la presidencia, menos con él.
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