Jaime Ornelas Delgado
Una de las características reconocidas de don Adolfo Sánchez Vázquez, fue su convicción del socialismo como la alternativa necesaria para superar las contradicciones del capitalismo, que terminaban por afectar la condición material y espiritual de los trabajadores.
Para él, como marxista nunca renegado, la enajenación material significaba también la enajenación de la conciencia, de ahí surge su propuesta de comprender la filosofía de Marx como filosofía de praxis. De acuerdo con este filósofo de excepción, construir, por ejemplo, una estética que se aproximara al humanismo exige comprender el meollo de la filosofía de Marx “como filosofía de la praxis, pero de una praxis tendiente a transformar radicalmente la realidad humana –tal como aparece en un nivel histórico y concreto: la sociedad capitalista– para instaurar una sociedad en la que el hombre pueda desplegar creadoramente sus fuerzas esenciales, frustradas, negadas, potenciales o despotenciadas” (Adolfo Sánchez Vázquez, Las ideas estéticas de Marx, México, Ediciones ERA, 1965, p. 14).
Para Sánchez Vázquez este marxismo como filosofía de la praxis, se identifica con el verdadero humanismo, esto es, con el que propone la transformación del hombre en todos sentidos. A este marxismo humanista, dice el filósofo, lo estético no puede serle ajeno, en tanto constituye una dimensión esencial de la existencia humana.
Rechaza también el maestro Sánchez Vázquez, la visión que empobrece el marxismo al considerarlo sólo como una doctrina económica y política, pues de este modo tenía que ser completado con la filosofía prestada para dar cuenta del reino de los valores, al que pertenece el arte. De esta manera, emprende Sánchez Vázquez un dura crítica a quienes, como los socialdemócratas, plantean que el marxismo sólo explica “el condicionamiento del arte por factores económicos”, interpretación tan esquemática y unilateral que desnaturaliza por entero su verdadero sentido, en tanto castra el vivo contenido humanista y revolucionario del marxismo y vulgariza las tesis fundamentales del materialismo histórico sobre las relaciones entre la estructura y la superestructura, sitio este último donde se ubica el arte.
Ante esta situación, que parte de considerar que en el marxismo no hay una teoría sobre el arte y en general sobre la estética porque no hay un texto específico de Marx sobre estas cuestiones, Adolfo Sánchez Vázquez escribe un extraordinario texto sobre las ideas estéticas de Marx que se encuentran a lo largo de su obra. Es decir, al no haber un cuerpo orgánico de doctrina, una estética de por sí escrita por Marx, Sánchez Vázquez se echa a cuestas la tarea de formular los cimientos de la teoría marxista sobre el arte y la estética. Una de sus conclusiones, entre otras muchas de valía, consiste en destacar “la tesis marxista del arte como forma ideológica que expresa los intereses de clase, sin ignorar que –en virtud de una compleja red de eslabones intermediarios– no se puede reducir la creación artística a una expresión directa e inmediata de dichos intereses” (Ibíd., p. 21). De esta manera se rechazaba la concepción ideologizante y sociológica del arte, que aún predomina entre algunas corrientes marxistas.
Al criticar el realismo socialista, advierte Sánchez Vázquez que la concepción rígida del realismo, que ponía en su base un método único y cerraba las puertas a la experimentación formal, se convirtió en un obstáculo para que el arte de la nueva sociedad socialista pudiera nutrirse no sólo con las aportaciones que le llegaban de otras corrientes artísticas –ajenas e incluso opuestas a él– sino, sobre todo, con las conquistas formales que el nuevo contenido ideológico exigía.
En 1999, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla, publicó un opúsculo que, bajo el título De Marx al marxismo en América Latina, reunió 17 ensayos que son, todos, una provocación a la reflexión sobre el presente y futuro del socialismo en nuestra región. Ahí, nos recuerda Sánchez Vázquez que el objetivo socialista de Marx es el “libre desenvolvimiento de cada uno sea la condición del libre desenvolvimiento de todos” sobre la base del desarrollo pleno y libre de las potencialidades humanas; por eso, concluye el maestro, Marx vivirá mientras subsistan trabajadores explotados y pueblos oprimidos, “mientras los sacrificios inauditos que imponen la desaparición del capitalismo y el tránsito al socialismo no conduzcan a la libertad y democracia reales.”
En la lucha por hacer posible el socialismo para terminar con la explotación del hombre por el hombre y asegurar la felicidad de todos y todas, seguramente estará don Adolfo Sánchez Vázquez reflexionando y discutiendo en la búsqueda del camino a seguir.
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