Por la democracia
José Agustín Ortiz Pinchetti
Poco antes de las elecciones de 1994, un grupo de ciudadanos elaboramos un catálogo de 20 compromisos por la democracia. Gabriel Zaid participó y propuso una redacción breve y contundente. Nos asociamos gentes de todas las ideologías y partidos (inclusive el PRI), y no fue difícil ponernos de acuerdo. La declaración fue firmada por Luis Donaldo Colosio, del PRI (más tarde por Zedillo); Cuauhtémoc Cárdenas, del PRD, y Diego Fernández de Cevallos, por el PAN. Ninguno de estos compromisos ha sido cumplido cabalmente hasta la fecha.
En aquel momento se temía un choque de trenes; hoy las circunstancias nacionales son mucho peores. Si cotejamos al México de los 90 y al actual, en ningún campo saldremos ganando; el rencor y la polarización están aumentando. En 2012 se juntarán todas nuestras asignaturas pendientes. ¿Por qué no anticiparnos? Sugiero un pacto mucho más modesto que el de los 20 compromisos, pero mucho más urgente. Se reduciría a crear las condiciones mínimas para que fueran genuinas y creíbles las elecciones de 2012. Creo que con cinco acuerdos bien hechos bastaría, siempre que los firmaran los políticos más relevantes. No me hago ilusiones: se requerirían reforma a las leyes y a la Constitución y una dosis extraordinaria de voluntad política, visión y patriotismo, y en este momento esas sustancias no son muy abundantes.
1. Controlar el dinero. Gastar en elecciones miles de millones, en un país con crisis recurrentes desde hace 30 años, es peor que un crimen: es una estupidez. Hay mecanismos eficaces para reducir los flujos y determinar su origen.
2. Controlar a los medios. La tele no puede votar por 40 millones. Debe cumplirme la sentencia de la Corte y restringir el uso y el abuso de los comerciales en las campañas políticas. Los medios deben hacer claras las propuestas de cada candidato. Eso seria más que suficiente.
3. Reorganizar los órganos electorales. Hay que completar el elenco de IFE y TEPJF con personas preocupadas por su prestigio, no por obedecer a los partidos o grupos que los designaron. En el IFE el recambio más importante no es el de arriba, sino el de los niveles intermedios.
4. Controlar a los poderes fácticos. No se vale que el sindicato de Pemex invierta mil millones en las campañas del PRI, o que un ejército de maestros organice los fraudes electorales. O que Elba Esther Gordillo sea la que ponga al Rey. No se vale que los empresarios se suban al ring electoral.
5. Controlar al Presidente de la Republica. Calderón es un católico que cree que el PRI es intrinsícamente perverso y que AMLO, y no él, es el peligro para México. No hay que dejarlo utilizar la palanca del Poder Ejecutivo para favorecer a su candidato.
Después de lo ocurrido en el estado de México ya no podemos hacernos ilusiones: el peligro de una restauración autoritaria es factible.
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