viernes, septiembre 18, 2009

Susana Rappo escribió este artículo



A DEBATE
De impuestos y alimentación




Susana Rappo

La actual legislatura tiene en sus manos la posibilidad de modificar la propuesta presupuestal para 2010, enviada por el Ejecutivo federal.


En tiempos de crisis el tema del presupuesto cobra renovada importancia, ya que se trata de ajustar el gasto público ejercido con anterioridad y/o buscar nuevas fuentes de ingresos. El gobierno busca compensar la caída de sus ingresos, en este caso derivados de la producción–exportación de petróleo mediante nuevos impuestos que afectarían al conjunto de la población, pues se plantea un gravamen del 2 por ciento generalizado para el conjunto de bienes y servicios, incluidos los alimentos y medicinas, y de un 4 por ciento adicional en telecomunicaciones. En el primer caso se trata de un IVA disfrazado, y aunque nos tratan de explicar que el mayor impuesto se traducirá en mayores beneficios para los pobres, mediante un proceso redistributivo generado a partir de las políticas sociales, con ese argumento no convencen a nadie, porque la confianza de la mayoría de la población en las instituciones y sus funcionarios está cada día más deteriorada. Un mayor impuesto al consumo implica afectaciones directas al ingreso de las personas y proporcionalmente mayores para las personas y/o familias que obtienen menores ingresos.


Los diputados tienen la posibilidad de modificar los regímenes fiscales especiales de recaudación, por los cuales las grandes empresas asentadas en territorio nacional obtienen beneficios equivalentes a casi el 4 por ciento del Producto Interno Bruto. Dependerá de los intereses y las posiciones políticas expresadas en la Cámara, pero también de la presión social, que los ajustes producto de la actual crisis económica se distribuyan más equitativamente y no siempre sobre los hombros de los asalariados.


Mientras tanto, y como parte de la disputa por garantizar la alimentación de los mexicanos, diversos actores sociales congregados alrededor de la campaña nacional “Sin maíz no hay país” convocan a celebrar este 29 de septiembre el Día Nacional del Maíz, partiendo de la premisa de que “la verdadera independencia del país reside en la capacidad de alimentarnos sin depender de las importaciones de granos y otros alimentos básicos”; por ello, se convoca a todos las mexicanas y mexicanos a celebrar al maíz como corazón de la agricultura campesina, base de nuestra alimentación y símbolo del corazón de la patria, para que:


1. El campo mexicano siga vivo y proporcionándonos nuestros alimentos con soberanía alimentaria en lugar de dependencia alimentaria.


2. Contemos con políticas públicas de desarrollo rural sustentable y con un Estado responsable.


3. Se impulse la agricultura campesina revalorando las técnicas y prácticas sustentables y se reconozcan sus aportaciones económicas, sociales, ambientales y culturales.


4. Se rechace la autorización de liberación de maíz transgénico en cualquiera de sus fases y se impida el control de la producción y comercialización del maíz por empresas trasnacionales.


5. Se prohíba el uso de alimentos para producir agrocombustibles.


6. Se eliminen los monopolios alimentarios y se prohíba la publicidad engañosa en los alimentos y bebidas.


7. Se eleve a rango constitucional el derecho a la alimentación y se vigile su cumplimiento para todos las mexicanas y los mexicanos.


8. Se apruebe de manera urgente en el Senado la Ley de Planeación para la Soberanía y Seguridad Agroalimentaria y Nutricional.

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