jueves, septiembre 24, 2009

El Absurdo como Política de Estado, artículo escrito por Guillermo Favela Quiñones


El Absurdo como Política de Estado




Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes…


No sabemos cuál es la lógica de Felipe Calderón para demandar la unidad nacional cuando se empeña en hacer todo para divorciar a la sociedad mayoritaria de su gobierno. Cuando es inobjetable que una inmensa población se opone a su “paquetazo” fiscal, sigue empeñado tercamente en salirse con la suya, como quedó demostrado tras la comparecencia de Agustín Carstens ante el Senado. Allí afirmó que el

impuesto del 2 por ciento al consumo “llegó para quedarse” y que “será permanente”, como si estuviera seguro de que habrá una “concertacesión del PRI y del PAN para aprobar tan criminal propuesta, la cual es rechazada hasta por organismos empresariales, menos desde luego por la oligarquía, única interesada en seguir esquilmando al país de manera criminal y absurda.
Según Carstens, “sería imperdonable dejar a millones de mexicanos al margen de los beneficios del crecimiento económico”. Pues eso precisamente sucedería si llegara a aprobarse su propuesta fiscal, que agravaría de manera muy dramática las condiciones de pobreza que agobian a más de dos terceras partes de la población del país. Así lo dicen expertos en la materia, como el premio Nobel de Economía 2003, Robert Engle, quien puntualizó que la intención del gobierno federal de incrementar los impuestos “es una posición equivocada”. No se necesita ser un experto para comprender que si los pobres gastan más de la mitad de sus ingresos, cuando los tienen, en adquirir comida, un incremento en los precios los dejaría sin posibilidad de comprarlos.
Más impuestos cuando el país está en plena recesión es no sólo suicida sino criminal, pues así se daría paso a un círculo vicioso sin posibilidad de solución, y las consecuencias no se harían esperar: se aceleraría la descomposición social, habría más violencia en las calles, mayor desaliento generalizado que llevaría a menor capacidad de respuesta de la sociedad ante retos cada vez más dramáticos. Entraríamos a un callejón sin salida, a menos que la sociedad se organizara para hacer frente, del modo que fuera necesario, a un régimen empeñado en acabar con el país. Que esto es lo que quiere Calderón así lo dejan ver sus acciones descabelladas, que parecen obedecer a un interés inexplicable, ajeno a los intereses de la sociedad nacional.
No hay que perder de vista que gracias a las políticas públicas neoliberales, México perdió su autosuficiencia alimentaria, lo que ahora obliga a gastar sumas estratosféricas en la importación de alimentos básicos. Con mayores cargas fiscales, la poca capacidad productiva que queda en las zonas rurales del país quedaría reducida a cenizas, con las terribles consecuencias sociales que surgirían de inmediato. Así lo acaba de reconocer la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), al puntualizar que las políticas fiscales instrumentadas por el gobierno federal, “buscan exterminar la frágil economía del campo mexicano”.
Entonces, porqué tanta necedad de Calderón en insistir en algo que va en contra de la lógica más elemental. Tal vez porque busca llevar al país a la quiebra definitiva, siguiendo la pauta de que “a río revuelto ganancia de pescadores”. Vale suponerlo porque para la oligarquía ya no tiene mucho sentido seguir trabajando aquí, razón por la que la mayoría de sus dividendos los tienen guardados en bancos estadounidenses, como lo dio a conocer recientemente la Reserva Federal. Sin embargo, es tan criminal tal suposición que se resiste uno a creerla, aun cuando todo es posible cuando no se tiene ningún compromiso real con la nación que ha enriquecido a esa mafia que disfruta de privilegios inimaginables para un ciudadano común.
De ahí el enorme compromiso que tiene la Cámara de Diputados de oponerse firmemente al paquete fiscal de Calderón, pues de avalarlo, quienes lo hagan, estarán convirtiéndose en cómplices de una traición de lesa patria, pues de tal magnitud es el tamaño del despropósito encomendado a Carstens por Calderón. Es cierto, como afirmó Ernesto Cordero, titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), que “las familias más pobres del país no pueden esperar, no tienen alternativas”. Menos las tendrían si se aprobara el paquete fiscal. Se equivoca Cordero si supone que la pobreza se reducirá con limosnas. Esto no ha sucedido jamás en ningún país. Si de por sí ahora una gran cantidad de mexicanos, más del 50 por ciento de la población del país, vive en condiciones infrahumanas, esperando un milagro y haciéndose cada vez más supersticiosos y cínicos, sin crecimiento real la situación se volverá incontrolable, afirmándose los cimientos de un estado fallido sin posibilidad de redención. La única alternativa sería la violencia, la del Estado para imponerse sobre la población, y la de ésta para defenderse de un régimen deshumanizado y ultra reaccionario.

gmofavela@hotmail.com

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