martes, marzo 13, 2012

ENCUESTADORAS FANTASMA: LA REALIDAD AMENAZADA : Linaloe R. Flores



ENCUESTADORAS FANTASMA: LA REALIDAD AMENAZADA
Por: Linaloe R. Flores

www.sinembargo.mx

En 1988 – el año en que México inició sus procesos electorales reales- a las manos de Heberto Castillo, candidato del Partido Mexicano Socialista (PMS), llegaron los resultados de un par de encuestas.

Le indicaban que él no era el favorito, que Cuauhtémoc Cárdenas tenía más posibilidades como candidato de la izquierda. El economista Eduardo González, a cargo del centro de organización social del PMS, le preguntó:

-Ingeniero, ¿qué hacemos?

La respuesta fue, palabras más, palabras menos: “Confiemos en las encuestas”.

Hasta hoy -24 años después- no se sabe quién hizo tal levantamiento de datos en el que Heberto Castillo confió para declinar su candidatura a favor de Cárdenas. Un hecho sin el cual es difícil entender la historia de aquel proceso electoral. En la recreación del pasaje, uno de los hombres más cercanos al candidato pemesista, indica: “No conocimos el diseño, la planeación ni el método, sólo los resultados. Heberto Castillo, quien además de tener cualidades políticas, era un científico, inventor y matemático, nos dijo que no tenía ninguna razón para desconfiar. Hoy sabemos que las encuestadoras eran fantasmas. Jamás nos enteramos si hicieron o no el levantamiento de datos. Mucho menos de la metodología”.



LAS ENCUESTAS FALSAS, PRESENTES DESDE 1988

Iniciado el fervor político en México, desde 1988, las encuestadoras falsas, fantasma o espurias -aquellas que sin identidad probada publican los resultados de supuestos levantamientos de opinión-, han alterado la decisión de los votantes, los partidos y los candidatos políticos.

Gabriela de la Riva, presidenta de la Asociación Mexicana de

Agencias de Investigación (AMAI), expone que en este país, la inclusión de las encuestas falsas en los panoramas políticos se ha vuelto un lugar común. “Cada vez que hay elecciones, surgen empresas de investigación patito como hongos”. Para esta encuestóloga, con décadas en el mercado, “una patito es la que surge en forma repentina. Que sorprende en el universo de resultados. Y no sabemos si las personas que están atrás están capacitadas, si han estudiado, si saben de qué se trata la metodología, o el negocio de la investigación. No lo sabemos porque patito es sinónimo de desconocida”.

¿Cuál es el peligro de la inclusión de estas encuestadoras? ¿Quién paga los platos rotos de su falsedad? Ricardo de la Peña, director de GEA-ISA, una de las empresas en el mercado desde 1988, explica que los resultados de las espurias, a veces, son tomados en cuenta para realizar los promedios de la tendencia del voto. Además, cuando las preferencias están muy parejas entre dos candidatos, una encuesta publicada a tiempo puede incidir en los indecisos y volcar el resultado de la elección aun cuando sea falsa.

Al final, son los consumidores los más afectados por recibir datos sin sustento avalado. Pero la defensa de los ciudadanos no es un tema sobre el cual los encuestadores y analistas deseen debatir. No por ahora. La crítica está centrada, más bien, en los medios informativos que difunden los resultados y contribuyen a conformar un pastel en el que se combinan tendencias apócrifas y certeras.

Para José Antonio Crespo, uno de los estudiosos del comportamiento de los votantes en México y profesor-investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el público se encuentra indefenso ante los resultados de las encuestas porque no puede distinguir entre las confiables y las fantasma, de modo que se queda con las conclusiones de los analistas y comunicadores que sí saben quién es quién.

Por ahora, en este texto faltarán nombres y rostros. Los nombres de los responsables de decenas de empresas que pasaron a la historia electoral mexicana sin que su identidad fuera conocida.Tampoco estarán los rostros de los empresarios.

La de 1988, con Heberto Castillo, fue una anécdota de la confianza de un candidato. En 2000, se encuentra otra historia de confusión. Durante las elecciones presidenciales realizadas en julio de ese año, consideradas el parteaguas de la política mexicana debido a que se acabó el régimen de partido hegemónico, cuatro encuestadoras aportaron datos sobre la preferencia de los electores por el PRI.

Technomanagement, Ceprosepp, Quantum Comunicación y Consultores del Golfo publicaron desplegados en los periódicos El Universal, Milenio y Unomásuno a nivel nacional, así como Tabasco Hoy en Tabasco y el Noroeste en Sinaloa. Francisco Labastida, el candidato priista, aparecía como el preferido en el país después del debate que sostuvo con sus contendientes del PAN, Vicente Fox y del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, efectuado en mayo y transmitido en red nacional.

En la semana que precedió al 2 de julio, las encuestadoras mencionadas coincidieron en sus cuentas: el candidato priista era ganador con 75% de las preferencias. La realidad se opuso a estos resultados. Vicente Fox triunfó en la elección, un proceso avalado por el entonces presidente, Ernesto Zedillo, y por el Instituto Federal Electoral (IFE). De las firmas que ponían como triunfador al candidato priista, no se supo más. Hoy no cuentan con domicilio ni trascendieron en el mercado de investigación de la opinión pública.



CUÁL ES EL RIESGO EN 2012

Para las elecciones de 2012, miembros de la AMAI prevén que la presencia de estos fantasmas sea menor debido a la modificación del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) en 2007. Una norma fue revocada, pero bastó para cambiar la anarquía en la publicación de encuestas.

Hasta 2006, las personas físicas o morales que pretendían realizar encuestas por muestreo para dar a conocer las preferencias electorales de los ciudadanos o las tendencias de las votaciones, podían adoptar sólo los criterios generales de carácter científico determinados por el Consejo General del IFE.

A partir de 2007, la norma es diferente. Y esta es la que regirá en las próximas elecciones: quienes publiquen resultados de encuestas se apegarán a los criterios del Consejo General, pero éste deberá consultar con los profesionales del ramo o las organizaciones en que se agrupen.

En el gremio de los encuestadores mexicanos, casi todos se conocen. Unos y otros pueden hacer la ficha biográfica de sus competidores en el negocio que realizan. Fundada en 1992, la AMAI agrupa a 34 empresas del ramo cuyo requisito principal de membresía es contar con domicilio fiscal. Hace dos años, esta organización expulsó a dos encuestadoras por incumplimiento de requisitos. La otra asociación que agrupa a parte de los encuestadores de México es el Consejo de Investigadores de la Opinión Pública, con ocho miembros, según su página cibernética.

De la Peña, miembro de ese consejo, explica parte de los criterios que sirven como denominadores para la realización de encuestas en México. “Una encuesta es la suma de muchas decisiones. No deben hacerse encuestas pequeñas porque no reflejarán la realidad. Casi todos andamos en 1000 o mil 500 entrevistas. Todos elegimos comunidad primaria. Todas tenemos un control de calidad mínimo: no queremos que el encuestado sea en el café. Tenemos métodos de control. Hay una persona detrás de los encuestadores. Métodos de revisión. Cada quien tiene los recursos. La norma del ISO 20252, es una norma que nos dice cómo hay que documentar. Después viene la exigencia de un expertisse acumulado en el personal”.

Pero aun cuando serán los miembros de la AMAI y el Consejo de Investigación quienes determinen los criterios de la publicación de las encuestas para 2012, no descartan la presencia de las fantasma. De la Peña indica que en una revisión de 40 resultados de encuestas todas están acreditadas hasta ahora. Pero identifica que es temprano en el proceso electoral y precisa que las encuestadoras falsas aparecen con regularidad cuando la contienda es más cerrada.

“Y es tremendamente difícil medir la proliferación de las falsas”, abunda Gabriela de la Riva, presidenta de la AMAI. “Hay empresas que aparecen en provincia. Hemos visto que hay una pequeña empresa de diseño que en tiempos electorales se vuelve encuestadora. Hacen un grupito y se dedican a hacer encuestas. Hay partidos que acuden a estas pequeñas entidades. Y entonces, se utilizan sus datos y empieza el círculo de vicios”.



LOS CUATRO PUNTOS

La mañana del El 23 de febrero, el presidente Felipe Calderón indicó que Josefina Vázquez Mota, en ese momento precandidata del PAN a al Presidencia de la República, se encontraba a cuatro puntos de alcanzar al precandidato priista, Enrique Peña Nieto. Un empate técnico, si se toma en cuenta que los puntos porcentuales varían con las horas.

Quien reveló el acontecimiento fue Rodrigo Campo, uno de los 800 consejeros de Banamex. “Desconozco de dónde provienen los números, no lo ponderó, pero a la mayoría de la gente le llamó la atención escucharlo”. Días después, el secretario de acción de gobierno del PAN, Juan Molinar Horcasitas, acabó con el misterio de la encuesta a la que se refirió el Presidente.

En entrevista con José Cárdenas en Radio Fórmula, Molinar Horcasitas informó que el PAN pagó por esta encuesta y dijo que el dirigente nacional del blanquiazul, Gustavo Madero, ya la había presentado ante la prensa. La encuestadora era Mercaei, acreditada tanto en la AMAI como en el Consejo de Investigación.

Más allá de si el Presidente se subió al proceso electoral, ¿podemos confiar en los resultados de las encuestas? “Todas son una foto. Un momento que al siguiente minuto puede cambiar. En este sentido, las encuestas le sirven al candidato para cambiar de estrategia, o fortalecer ciertos elementos”, dice Gabriela de la Riva, presidenta de la AMAI. Aclara que hasta ahora, se desconoce si la gráfica mostrada ante los consejeros de Banamex correspondía a los resultados entregados por la encuestadora. De modo que es la utilización de los datos lo que a veces hace quedar mal a las empresas.

Recuerda algunos casos. “En una ocasión, una empresa seria le entregó los resultados a un partido. Éste alteró los resultados. La empresa encuestadora tuvo que salir a aclarar. Para entonces, ya pocos le hicieron caso. Hay varias encuestadoras que en las elecciones de Michoacán conocían muy bien los resultados. No les sorprendió que ganara el PRI. Pero las que más se conocían eran las que le daban la tendencia al PAN. Es decir, estas fueron más utilizadas”.

De la Riva agrega que dada la prohibición del IFE para no publicar encuestas de tres a ocho días antes de la elección, “podemos saber cómo va la tendencia, pero no la podemos dar a conocer. En los partidos que contratan a las encuestas sí se conoce. Pero nosotros, los encuestadores, quedamos fallidos ante la opinión pública porque publicados el resultado de días pasados”.

Con casi cien encuestadoras legítimas y acreditadas en el mercado de la investigación, ¿de qué nos sirven hoy? Ricardo de la Peña, de GEA-ISA, expone que cada encuesta refleja la preferencia hacia cierto candidato, producto de determinada técnica, con cierto margen de nebulosidad. Dado que cada empresa establece su propia metodología, no es fiable realizar promedios. “El estado actual del campo de investigación en México no es peor que en otros países. Gallup, por ejemplo, publicó en forma consecutiva un empate entre Obama, candidato demócrata, y John McCain, aspirante de los republicanos. Esos resultados eran diferentes de otras encuestadoras. En México, aún hay proclividad a realizar promedios, lo que muesta una característica de una etapa novel de la democracia”.

Gabriela de la Riva, presidenta de la AMAI, describe la utilidad de las encuestas mucho más allá de los procesos electorales. “Sirven para averiguar cuáles son los principales problemas de la población. El impacto que tienen los programas de gobierno. Son el punto de comunicación entre el gobierno y el pueblo”.

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