jueves, diciembre 08, 2011

JAIME ORNELAS DELGADO : La república amorosa



TENDAJÓN MIXTO
La república amorosa
JAIME ORNELAS DELGADO


Digo que no puede decirse el amor.
El amor se come como un pan,
Se muerde como un labio,
se bebe como un manantial.
Jaime Sabines.
Digo que no puede decirse el amor...


Andrés Manuel López Obrador, sin duda, tiene una enorme capacidad para asombrarnos, y por ello, tal vez, su candidatura sea la más temida por quienes ostentan el poder. Ahora, ha hecho una propuesta altamente subversiva: la República amorosa. “Cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual –escribe López Obrador–, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor” (La Jornada, 6/diciembre/2011: 9).
Tanto la honestidad como la justicia, añade López Obrador pueden permitir el mejoramiento de las condiciones de la vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública. Ambas instancias, la honestidad y la justicia, aunque difícil es posible atenderlas, que no resolverlas, en el capitalismo. Hay países en donde la honestidad es un valor apreciado y la deshonestidad ha disminuido, tal es el caso de Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia y Suecia, entre otros.
La justicia tiene que ver con la igualdad y la mejor distribución de la riqueza. Por supuesto, en México la desigualdad es enorme. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha entre los ingresos que perciben las familias más ricas del país y la población más pobre mostró una diferencia de 26 veces; en cambio, la media de esa diferencia en los países de la OCDE es de nueve veces. Ciertamente, en el capitalismo algunas políticas redistributivas seguidas por los estados de bienestar pueden reducir la desigualdad. Elevar las posibilidades de la población para acceder a la salud y la educación, puede permitir la disminución de la inequidad social.


Pero lo realmente subversivo y distinto es incluir al amor como parte sustantiva de la nación que Andrés Manuel López Obrador propone construir al pueblo de México. El amor es lo único que no puede ofrecer el capitalismo, por eso plantearlo es la crítica más radical que puede hacerse a ese modo de producción. La división de la sociedad en clases, la lucha entre éstas, la pérdida de valores que conduce a la obsesión por el “éxito” y los bienes materiales, el consumo desmedido (e insustentable), la fetichización de las relaciones sociales y la certeza de que no se puede realizar ninguna actividad que no deje una ganancia económica nos aleja del amor como relación fundamental con la naturaleza, con quienes se comparte la vida social cotidiana y en la familia.
Aceptar al amor como fundamento de las relaciones sociales no sólo implica cambiar nuestra concepción del amor, sino también estar dispuesto a hacerlo; es decir, forjarse como seres sociales distintos, lo cual implica ser protagonista de la revolución de las conciencias. En este sentido, el proceso de construcción de la república amorosa tiene dos vertientes: la individual y la social. El individuo se somete a un proceso de consciente de autoeducación y la sociedad diseña un sistema educativo que acompaña a la transformación liberadora de los individuos.
En este proyecto que propone la construcción de una sociedad distinta, solidaria y fraterna habrá de luchar duramente con el pasado. Esto se hará sentir no sólo en la conciencia individual, en la que pesarán los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también en la resistencia de lo viejo que se negará a desaparecer para dar paso al hombre nuevo que el capitalismo es incapaz de forjar. Sin duda, la magnitud y trascendencia de este propósito hace de su construcción una hazaña histórica que sólo puede emprender el pueblo organizado.

1 comentario:

José de Jesús Vásquez Velasco dijo...

La humanidad lleva más de dos mil años tratando de tener una idea clara del "amor", sin conseguirlo. Desde esta perspectiva no me parece que López Obrador pretenda enfrascarnos en un tema tan áspero, que sólo logro dividir a sus principales promotores: primero entre los ortodoxos heterodoxos, cristianos, católicos, judíos y todas las comunidades religiosas.
Se propone una República Amorosa, frente a la deshonestidad y la ilegalidad de la derecha, que en sus acciones nos muestra que no ama al pueblo mexicano: No ama a los trabajadores un gobierno que le quita el empleo a los trabajadores; No ama al pueblo un gobierno que le arrebata sus pensiones y jubilaciones, No ama a los trabajadores un gobierno que quiere imponer una reforma laboral que terminará arrebatándoles las más elementales prestaciones laborales, No ama al pueblo un gobierno que pretende criminalizar la lucha social imponiendo una Ley de Seguridad Nacional que pretende frenar la lucha sindical y la lucha electoral, como mecanismos legítimos de cambio, No ama a la patria un gobierno que entrega los recursos naturales del país, sin antes impulsar el desarrollo tecnológico e industrial de la nación. No aman a México los cómplices de un gobierno con esas características.
Y si ese gobierno y sus cómplices no aman a México; los mexicanos no solo tenemos el derecho, sino también la obligación de cambiar la forma de gobierno v establecer una República Amorosa que ame a los trabajadores, que ame al pueblo, que ame a la patria, por el bien de nuestra nación.