viernes, diciembre 09, 2011
Crece también la intolerancia : Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones
Crece también la intolerancia
La intolerancia que muestra Felipe Calderón ante sus críticos es un pésimo mensaje para el país. Lo es porque aún faltan once meses para que finalice el sexenio, y en este lapso podría ceder a la tentación autoritaria que se desprende de su actual comportamiento. Es claro que se resiste a dejar el poder y está haciendo todo lo que está a su alcance para evitar que haya elecciones en julio próximo. De continuar por este camino querría decir que cuenta con el aval de sus patrocinadores, a quienes sólo interesa que sus cuentas bancarias crezcan al máximo, sin importar los medios. Sin embargo, las consecuencias serían de tal gravedad que incluso ellos mismos saldrían perjudicados. Así que más les vale pensarlo dos veces antes de apoyar a Calderón en su absurda e ilegal aventura.
Otra vez, la justificación para imponerse por la fuerza es el fantasma del crimen organizado, que según él ha combatido con éxito notable. Con todo, la realidad muestra lo contrario, pues luego de cinco años de feroz batalla contra los cárteles, éstos no demuestran estar derrotados y ni siquiera debilitados. Según él, “hasta un niño entiende que el deber de la autoridad es enfrentar a los ladrones, secuestradores y violentos”. Pero también seguramente sabe ese niño que cuando las guerras terminan, los combatientes victoriosos regresan a sus cuarteles a disfrutar de la paz conseguida luego de haberse derramado sangre de unos y otros contendientes. ¿Por qué las tropas siguen en las calles sin que den muestras de haber derrotado a sus rivales?
Afirma Calderón que su deber es “no rehuirle a la acción devastadora de los criminales en pueblos y regiones del país, sino toparlos, enfrentarlos, contenerlos, confinarlos, retenerlos, atraparlos”. ¿Acaso esto se ha conseguido mínimamente después de cinco años de enfrentamientos de todo tipo? La realidad nos muestra que no ha sucedido así, pues ni están contenidos ni confinados ni mucho menos atrapados. Los capos que lo han sido, de inmediato son reemplazados por otros, y lo único que se ha conseguido, hay que decirlo cuantas veces sea necesario, es fortalecer el mercado, subir los precios de los enervantes y hacer más violentas a las organizaciones criminales, al haberlas puesto a competir unas con otras para hacer más productivo el negocio.
Si Calderón no quiere que se critiquen sus desaciertos, lo razonable sería que al menos tratara de no cometerlos. Pero como al parecer son parte de las acciones que debe llevar a cabo porque son las que benefician a la oligarquía que lo patrocina, no le queda más que seguir por la misma ruta, aunque al paso del tiempo se vuelva cada vez menos tolerante, tal vez porque considera que porque está quedando bien con la elite, también lo deben aceptar las clases mayoritarias. De ahí su actitud de enojo, cada vez más evidente, ante las críticas, sin que le importe de quién provienen, como en el caso de la que hizo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a su desatinada política económica.
Según él, la desigualdad social no aumentó en su “gobierno”, como puntualiza el organismo, sino que decreció. La realidad es demasiado contundente para demostrar que la OCDE está en lo cierto, y quizá hasta se haya quedado corta. En los últimos diez años, del 2001 al 2010, el crecimiento del PIB fue de 1.7 por ciento, mientras que en el sexenio de Carlos Salinas fue de 4 por ciento y en el de Ernesto Zedillo de 3.5 por ciento del PIB. La pobreza en México aumentó en los últimos dos años como en ningún otro país latinoamericano, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en un estudio reciente. Con todo, no hacen falta ni evaluaciones ni estadísticas para que la gente que sufre la pobreza, esté convencida de que los gobiernos panistas han sido un contundente fracaso en materia económica y social.
Esto lo debe saber Calderón también, de ahí sus temores bien fundados de que el PAN saldrá derrotado totalmente en los comicios del 2012, por eso su estrategia fascista de crear el fantasma del “terrorismo” de los cárteles del crimen organizado como el enemigo público número uno, el cual, asegura, está sumamente interesado en influir en los procesos electorales, como supuestamente así sucedió en los recientes comicios de Michoacán. Presenta como pruebas unas pancartas y el homicidio del alcalde de La Piedad. ¿Quién podría garantizar que los autores de ambos casos fueron realmente sicarios de bandas delictivas? Si hay pruebas suficientes de ello, lo conducente es que sean presentadas sin pérdida de tiempo.
Mientras tanto, ha sido muy oportuna la desactivación del plan para que uno de los hijos de Muammar Kadafi se viniera a radicar en Bahía de Banderas, Nayarit. Los bonos de Calderón, tan alicaídos a últimas fechas, subieron rápidamente en la Casa Blanca, que es donde le importa que así suceda, para que no decaiga el interés del gobierno de Barack Obama en seguirlo apoyando. Sólo que esos apoyos tienen siempre un altísimo costo para los mexicanos.
(guillermo.favela@hotmail.com)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario