domingo, septiembre 04, 2011

Los laberintos de la privatización : Julio Pimentel Ramírez


Los laberintos de la privatización
Julio Pimentel Ramírez


Mientras el país se sacude con actos de violencia extrema y se aturde con los tambores de guerra de Felipe Calderón, en forma silenciosa –aunque en realidad de manera evidente- prosigue el proceso de privatización de PEMEX a través de diversas modalidades que se presentan a la opinión pública como audaces operaciones empresariales, dignas de la tecnocracia que dirige la paraestatal y se encuentra enquistada en el gobierno mexicano desde hace ya varios lustros.
Mientras la construcción de la Refinería del Bicentenario en Tula, Hidalgo, que sería la magna obra del sexenio calderonista en materia de energéticos y que permitiría disminuir las onerosas importaciones de gasolinas, no avanza pues no pasa de del 20 por ciento de la barda perimetral y lo más probable es que el ilegítimo Calderón cuando mucho se tomará la foto colocando el primer ladrillo y eso solamente por publicidad, PEMEX anuncia que se endeudará para adquirir acciones de Repsol, empresa española que se caracteriza por su afán depredador en varias latitudes del planeta.
La Comisión Nacional del Mercado de Valores informa que Petróleos Mexicanos, a través de su filial PMI Holdings, ha adquirido 56 millones 377 mil 90 acciones de Repsol YPF, representativas de 4.62 por ciento del capital de la petrolera española, por unos mil 150 millones de euros a precio de mercado, es decir unos 19 mil 550 millones de pesos. El 30 por ciento de ese monto saldrá del fondo de divisas de PEMEX y el 70 por ciento restante sería deuda.


Con esto PEMEX ya tiene el 9.42 por ciento de las acciones de Repsol, su objetivo es llegar a 9.8 por ciento del total del valor de la transnacional, en función del acuerdo de sindicación de acciones que firmó con la constructora española Sacyr, con el aval de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Felipe Calderón, con el fin de tomar el control de la dirección de la empresa energética.
La CNMV informó de forma oficial la notificación de PEMEX del primer paso de la operación por el control de Repsol, en un convenio en el que participaron cuatro entidades financieras: las francesas Crédit Agricole y Natixis, la británica HSBC y la mexicana Grupo Financiero Inbursa, del magnate Carlos Slim, quien a su vez es consejero del grupo CaixaBank que tiene 12.9 de acciones en Repsol.
Slim mantiene desde hace años una activa estrategia empresarial para aumentar sus intereses en el sector de la energía, sobre todo en el influyente mercado del petróleo y de la exploración de otros recursos energéticos, para lo cual ha hecho importantes inversiones en la española Gas Natural (posee 15 por ciento de su filial mexicana) y en otras compañías de Emiratos Árabes Unidos.
La operación, fraguada en absoluto secreto hasta que el pasado martes se hizo pública, se realizó por conducto de una filial de PEMEX en Holanda, denominada PMI Holdings VB, desde la cual se oficializó la compra.
Ese convenio es fruto de un acuerdo previo entre PEMEX y la constructora Sacyr, que es dueña de 20 por ciento de Repsol, con el que ambas compañías habrían acordado sindicar sus acciones (que sumarían 29.8 por ciento del total).
Dicha alianza supondría de facto que PEMEX y Sacyr intentarían tomar el control de la dirección ejecutiva de Repsol, con la fulminación del actual equipo gestor, presidido por el catalán Antonio Brufau, con quien el presidente de Sacyr, Luis del Rivero, mantiene un abierto enfrentamiento desde hace tiempo por la gestión y el control de la multinacional del gas y el petróleo.
Con la adquisición por PEMEX de 4.62 de las acciones se estaría dando el primer paso para alterar el actual equilibrio en el consejo de administración de Repsol, que en 2010 tuvo beneficios anuales que superaron 4 mil 600 millones de euros.
La operación cuenta con el respaldo del Ejecutivo español, en concreto del ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien habría mantenido una reunión privada el pasado martes con el propio Suárez Coppel y con Luis del Rivero, a la que también acudió el embajador de México en España, Jorge Zermeño, como emisario del gobierno de Calderón.
En dicho encuentro, tanto el empresario español como el representante de PEMEX se comprometieron ante el titular de Industria a que se garantizaría la españolidad de Repsol. El acuerdo obliga a PEMEX a actuar de la mano de Sacyr en los próximos 10 años, que pueden ser prorrogables en plazos de cinco.
Dada la repercusión de la compra de acciones, que también tiene tintes políticos al afectar un sector estratégico y ser PEMEX una empresa del Estado mexicano, los emisarios de Suárez Coppel en España se pusieron en contacto con la principal fuerza de la oposición, el derechista Partido Popular, en concreto con su vocero de Economía, Cristóbal Montoro, con quien habrían insistido en defender las supuestas bondades de la operación, que es estrictamente empresarial.
De este modo estamos ante un escenario en el que se pone como eje de la estrategia de desarrollo de PEMEX no el fortalecimiento de su infraestructura y el impulso a sus capacidades tecnológicas y de investigación, que entre otras cosas no nos dejen en desventaja al momento en que comiencen la explotaciones en aguas profundas del Golfo de México, sino operaciones financieras que dada la falta de honestidad y transparencia con que se maneja la paraestatal las convierten en negocio especulativo en beneficio de unos cuantos. Ya veremos a PEMEX subordinado, más que asociado en condiciones ventajosas, a transnacionales para explotar lo que queda de nuestros recursos petroleros.

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