miércoles, septiembre 28, 2011
Cienciología y la laicidad educativa : Bernardo Barranco V.
Cienciología y la laicidad educativa
Bernardo Barranco V.
Algo pasa en Puebla. Esta entidad, predominantemente católica, se ha distinguido en las últimas semanas por protagonizar tensiones en materia religiosa. En mayo de este año, bajo crudos reproches, seis legisladores poblanos, a cargo del erario, asistieron a la ceremonia religiosa de beatificación de Juan de Palafox. Se fueron de viaje a Europa, en clara violación al artículo 25 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Cultos Públicos , el cual prohíbe a todo funcionario y legislador usar recursos públicos o tiempos oficiales para cualquier acto de orden religioso. En cambio los legisladores poblanos se justificaron declarando que partieron a invitación expresa de autoridades españolas para establecer tratos de beneficio mutuo y promover el estado (La Jornada de Oriente, 6/6/11). Apenas a inicios de septiembre, surge un gravísimo foco de intolerancia a todas luces reprobable. Las autoridades civiles y católicas en condescendencia permitieron que un grupo de católicos tradicionalistas de Tlanalapan, en el municipio de San Martín Texmelucan, decidieran expulsar del poblado a una pequeña comunidad evangélica (La Jornada, 9/9/11). El hostigamiento y presión por motivos religiosos es una regresión a la era colonial, en la que los rijosos reivindican el pueblo “católico” como absoluto y excluyente. Los actores hicieron gala de intolerancia primitiva, pero aún más grave es la permisividad tanto de las autoridades como del párroco católico que figuró como agitador.
Ahora tenemos el caso de la invasión de la cienciología a la educación poblana. Efectivamente, ante el azoro de muchos, la Secretaría de Educación Pública estatal promueve entre los maestros de Puebla el uso de las enseñanzas de L. Ronald Hubbard, fundador de la polémica Iglesia de la cienciología. En conversación con la periodista Karla Plater Pérez, conductora del el programa Medios UdeG noticias, expresé preocupación por la falta de cuidado y atención de la SEP, pues esas filosofías educativas y motivacionales han sido cuestionadas en otros países, así como la propia conducta de la Iglesia de la cienciología. El artículo tercero de nuestra Carta Magna establece claramente: “Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa”. El miércoles 21 de septiembre, todavía el secretario de educación de Puebla, Luis Maldonado, justificaba con aparente ingenio su descuidada acción: “Es como pensar que porque el SNTE convocó a impartir una conferencia al Dalai Lama fuera una ofensa al laicismo porque ahora se enseñará budismo en las escuelas”.
La Secretaría de Educación Pública de Puebla ha violado la Constitución mexicana, su actuar es reprobable. El paquete de la SEP estatal, que constituye cerca de 3 mil entregas, que impartió a los maestros, cuenta con el aval del propio secretario de educación Maldonado, quien recomienda por escrito su uso. Dicho paquete educativo contiene el libro Aprendiendo a aprender y el dvd El camino a la felicidad, versión filmada del libro del mismo nombre que se anuncia como un “código moral no religioso” escrito por el autor de ciencia ficción L. Ronald Hubbard, fundador de la polémica Iglesia de la cienciología y de técnicas dianéticas. El secretario Maldonado ha sustentado una defensa torpe y falaz. De manera embrollada sostiene que son “materiales de contenido técnico pedagógico para apoyar a los maestros en el proceso de aplicación de la prueba Enlace y obtener mejores resultados”; son materiales estrictamente motivacionales y no religiosos, por lo que está garantizado el “laicismo en la educación”. En un documento oficial, la SEP poblana inculpa a la anterior administración y sigue sosteniendo que “se verificó ampliamente la inocuidad de los contenidos, siendo éstos ajenos a cualquier objetivo de promoción de carácter religioso”.
Ningún discurso religioso es neutro. Es uno de los axiomas que de entrada adquirimos quienes estudiamos antropología o sociología de las religiones, esto es, la imbricación cultural, social y teológica de todo discurso religioso. Con otras palabras: así como todo discurso religioso conlleva un modelo social, todo discurso social que emana de una iglesia es portador de valores religiosos y morales. Por tanto, es falaz la defensa de que sólo se trata de materiales “técnicos” y motivacionales; tan absurda es dicha distinción, que sería equiparable a que la propia Iglesia de la cienciología admitiera la separación tajante entre su dianética y la cienciología. O afirmar que la enseñanza social de la Iglesia católica son “técnicas” de análisis de la realidad que nada tiene que ver con los contenidos filosóficos, teológicos y ontológicos de la tradición católica.
Estos días, mucho se ha escrito sobre cienciología. El estupendo artículo de Luis Hernández Navarro, antier en La Jornada, es buen ejemplo. No quiero abundar. La Iglesia de la cienciología ha crecido en medio de tempestades y demandas, sospechas y acusaciones. Sin embargo, en un régimen de libertades laicas, el Estado tiene la obligación de respetar y hacer respetar las creencias de sus adherentes. Nos podrán parecer absurdas las posturas sobre extraterrestres y las crónicas marcianas de su fundador. Sin embargo, el carácter laico de nuestra sociedad nos lleva a respetarlas; en contraste, así como el carácter extraordinario y milagroso de muchos relatos bíblicos en el cristianismo, como la inmaculada concepción, la resurrección, los milagros de Jesús por mencionar algunos. A fuerza del tiempo en nuestra cultura, marcada por el cristianismo, muchas de éstas metanarraciones hasta los damos por hechos histórico. Pero volvamos a nuestro tema: el mismo carácter laico del Estado debe hacer prevalecer el mandato constitucional, es decir, que la educación esté alejada de cualquier doctrina religiosa. Y la pregunta de fondo surge: ¿es efectivo este precepto constitucional?, ¿qué pasa con el 10 por ciento de la educación privada en México, que es mayoritariamente católica? ¿Por qué nos aterra la invasión de Hubbard en la educación, pero ya ni siquiera nos preguntamos por la educación religiosa que se imparte principalmente entre las élites de este país?
Muchos fenómenos nuevos están pasando en Puebla, otrora bastión monolíticamente católico que ahora a jaloneos está entrando en la era de la secularización poscristiana, ahora se va abriendo a los debates de la pluralización de la cultura. Bienvenidos.
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