jueves, septiembre 15, 2011
JAIME ORNELAS DELGADO : El 11 de septiembre…
TENDAJÓN MIXTO
El 11 de septiembre…
JAIME ORNELAS DELGADO
Para América Latina, el 11 de septiembre tiene un significado enorme. Ese día, en 1973, Augusto Pinochet, alentado por el gobierno estadounidense particularmente por el siniestro Henri Kissinger, asumió el poder en Chile mediante un sangriento golpe de Estado, traicionando, así, a Salvador Allende, presidente legitimo de los chilenos. Con esta acción –diría cínicamente Kissinger–, “se corrigió el error del pueblo chileno de elegir a un socialista a la presidencia de la República.”
El golpe significó para los latinoamericanos la cancelación de la vía política–electoral para construir un mundo mejor. Durante mucho tiempo, sobre todo en la convulsa década de 1960, en nuestra región se generalizaron las luchas guerrilleras como forma de acceder al poder, derrocar a las burguesías locales y expulsar a las transnacionales. Se partía de un hecho, la imposibilidad de seguir la vía pacífica frente a las dictaduras militares y el autoritarismo de los regímenes civiles. En la proclama lanzada por el sacerdote Camilo Torres antes de irse a la selva, dice a los colombianos: “el pueblo ya no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda más que la lucha ramada (…) Todo revolucionario sincero tiene que reconocer la vía armada como al única vía que queda.” Consecuente como era, Camilo Torres selló, así, su destino: murió en combate el 15 de febrero de 1966 (Guzmán Campos, Germán (1968/1969). México, Siglo XXI Editores, Colección el Hombre y sus Obras, 2ª edición, p. 257).
Ese era el ambiente político de esa época, que terminó costando muchas vidas de revolucionarios, buena parte de ellos jóvenes, que anhelaban cambiar el mundo hartos ya del capitalismo y de sus peores efectos resumidos en la explotación, la alienación, la falta de democracia y la generalización de la pobreza en nuestros pueblos.
Con los mismos anhelos y valor, muchos demócratas en América Latina, rechazaron la vía armada sosteniendo la lucha política como vía de acceso al poder, y enfrentando la represión lucharon por democratizar sus sociedades en las que lograron significativos avances en la organización de la lucha popular, organización y luchas que son los antecedentes necesarios para comprender lo que actualmente ocurre en América Latina.
Uno de los casos más significativos de esos avances de la sociedad organizada fue el Chile, donde la Unidad Popular integrada por socialistas, comunistas y otros grupos como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), formado, éste, de una escisión de la Democracia Cristiana, enfrentó al poder oligárquico y en 1970 logró vencerlo llevando a Salvador Allende a la presidencia de la República, por la que había luchado en tres ocasiones sucesivas y no sería sino hasta el cuarto intento, cuando se fortalece la Unidad Popular, que llega a La Moneda, el Palacio Presidencial chileno.
El triunfo de Allende abrió nuevos espacios y expectativas para los movimientos sociales de todo el continente. El optimismo creció y el movimiento social se aprestó a dar nuevos y duros combates. Las transformaciones en Chile, alentaban mayores movilizaciones y la vía electoral adquiría posibilidades reales a los triunfos populares. Pero el 11 de septiembre vino el golpe criminal y la frustración fue del tamaño de las expectativas que despertó la posibilidad de acceder al poder por la vía electoral.
El golpe de Pinochet significó más de 3 mil muertos, pero su felonía no sólo asesinó a los demócratas y a la democracia chilena, también asesinó la esperanza de todo la región. Por eso para Pinochet no hay perdón y si condena; en cambio, hoy, en México como en muchas otras naciones, se retoman las banderas de Salvador Allende para abrir la anchas alamedas por donde pasa la marcha hacia una nueva sociedad que garantice la igualdad, la solidaridad, la fraternidad, la democracia y la felicidad para todos.
Siguen los homenajes para Andrés Manuel López Obrador.
Esta vez han sido dos los homenajes rendidos a López Obrador: uno, se lo rindió Carlos Salinas de Gortari al asustarse y decidir no debatir con él; el otro, lo hizo Jesús Ortega, el “Chucho” mayor, que vino a Puebla a instalar un comité de apoyo a Marcelo Ebrard.
El chiste de la semana:
“México está hoy mejor que hace 11 años” Felipe Calderón.
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