lunes, febrero 14, 2011

María Teresa Jardí : Vencer el miedo

Vencer el miedo
María Teresa Jardí


El arma del gobierno para imponer la violencia es el manejo ideológico que hace de la violencia estructural que es la causa de las otras violencias entre las que se puede incluir, hoy en México, la de los narcotraficantes y sicarios que por plazas, impunemente, se pelean.
La primera tarea social es definir a los violentos. La violencia estructural es la peor de las violencias porque los que la ejercen están disfrazados de protectores, de amorosos, la llaman necesaria y siempre dicen que las “bajas colaterales” son por el bien de los otros...
A Jesús, el hijo de Dios, en el que dicen creer los violentos sometidos a los dictados del sistema capitalista, lo entregaron a sus asesinos con un beso. La definición ideológica que hacen individuos como Calderón, se funda en el hecho de sentirse y decir a los otros que ellos “son los protectores y que los otros son los criminales”, “pueblo indefenso dejen que yo los proteja...”. Entre más sangre corra y más miedo se genere, más van a aceptar los pueblos que los generadores de las causas de la violencia los protejan. Es la doctrina Bush. Lo de las Torres Gemelas fue para meterles miedo a los estadounidenses.
Como aquí lo que sucede en Juárez y en otros lugares del Norte focalizados ya como los más violentos del planeta. Lo que no quiere decir que la represión, aunque callada, no se vaya dando en otros lugares del Centro y del Sur de México de manera imparable.
Cuando el miedo invade las conciencias, los pueblos están dispuestos a permitir que se les recorten las garantías y los derechos ganados a pulso y con esfuerzos que en muchos casos también significaron la pérdida de vidas.
Llega un momento en que los pueblos están dispuestos a ceder la libertad a cambio de seguridad, rompiéndose el pacto social, y sin entender que a cambio de seguridad acabarán por perder la libertad y también la seguridad.
Ya implantado el miedo, el neoliberalismo ha sido incluso superado por el Estado policiaco que medra con el caos.
Pero aún las dictaduras militares que, a base de imponer el miedo funcionaron en América Latina no hace demasiadas décadas, empezaron a desmoronarse a veces con un puñado de personas que se fueron atreviendo a hacer una huelga de hambre. Aunque en el pasado, en las épocas donde la violencia estructural también era la regla. En la época de Monseñor Romero, en El Salvador, también había mucha violencia, pero definida. Podían matarte. Pero sabías quién era el que iba a matarte. Y el Estado policiaco ese convierte en una mafiocracia.
Hay que tener, pues, mucho cuidado con las definiciones ideológicas que manejan los que nos imponen el sistema a nombre de sus amos. Los que llaman criminales, no son los criminales o en el mejor de los casos no son la causa que lleva a algunos a convertirse en criminales.
El onceavo mandamiento es no tener miedo. Enfrentar el miedo. Aprender a vencer el miedo. Como el sistema de opresión se basa en el miedo, si alguien tiene la llave para desmontar el miedo son los seguidores o admiradores de Jesús, quien vino a pedir o pidió; no tener miedo.
Gandhi decía que la lucha política representaba para él la transformación personal y que la transformación personal lleva a la transformación social.
“Mi valor es vuestro miedo, dijo una vez un señor. Le perdieron el miedo y se le acabó al señor el valor”, rezan unos versos que se recitaban en la época de la Colonia...

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