Los intereses particulares
Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones
El reclamo del pueblo de México en esta hora aciaga es recuperar la paz perdida, exigencia cada vez más firme ante los resultados negativos de una “guerra” sin sentido que paradójicamente sólo ha contribuido a fortalecer al crimen organizado y profundizar el divorcio de por sí lamentable entre gobernantes y gobernados. Sin embargo, el gobierno de Felipe Calderón parte de la premisa falsa de que es la propia población la que demanda esa lucha, cuando en realidad lo que quiere la mayoría de la sociedad es vivir de nuevo en condiciones que permitan una vida tranquila, sin sobresaltos y sin los dramáticos riesgos que implica quedar en medio de una balacera.
En este sentido, quienes deberían acatar las palabras con que quieren justificar su actitud belicosa, son los miembros del gabinete de Calderón. No hay duda de la validez de la afirmación del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, en el sentido de que “nuestra generación y las próximas tienen el reto de hacer que la ley prevalezca sobre el interés particular, y desterrar la ilegalidad en todas sus formas”. La pregunta pertinente es ¿por qué no actúan de ese modo?, pues corresponde al Ejecutivo poner el ejemplo de lo que conviene hacer para que las cosas mejoren en el país.
Porque, en definitiva, lo que ahora prevalece es la preeminencia del interés particular sobre la ley, como lo patentizan los hechos. Para el inquilino de Los Pinos, por ejemplo, no interesa otra cosa más que obedecer al designio del gobierno estadounidense de crear un ambiente de “guerra” para justificar así, tanto el uso de la fuerza del Estado por parte del gobierno federal, como las presiones que vulneran nuestra menguada soberanía por parte de las autoridades de Washington.
Del mismo modo, las más sobresalientes políticas públicas de Calderón tienen el obvio propósito de fortalecer intereses particulares, como fue el caso con la liquidación de Luz y Fuerza del Centro y la firme protección que se le ha brindado a Grupo México para que vulnere los derechos más elementales de los trabajadores mineros a su servicio. ¿Acaso no prevalece el interés particular de Rogelio Azcárraga sobre la ley en el caso de la quiebra fraudulenta de Mexicana de Aviación? ¿Cómo es que se le permite actuar con total impunidad luego de su desfalco y ahora anuncie que invertirá más de 300 millones de dólares en ampliar su red de hoteles?
Hechos como éstos son los que ahondan la pérdida de confianza de la sociedad en una clase gobernante voraz, que se escuda detrás de las fuerzas armadas para violar el derecho y tratar de apuntalar sus intereses particulares. Como todo tiene un precio, el que debe pagar el partido de Calderón es la pérdida de votos, situación que se ha ido recrudeciendo en el transcurso del sexenio, lo que pone al PAN en un brete y busca a toda costa continuar en el poder para cubrir las triquiñuelas de su “administración”.
Por eso el gran interés del PAN, y de Calderón en lo particular, en apuntalar alianzas con el PRD de “Los Chuchos”, única posibilidad que les queda para evitar una catástrofe electoral este año y más aún en el 2012. Ahora el gran riesgo estratégico de fondo, de conformidad con este escenario, es que Calderón entregue al gobierno de Barack Obama lo poco que nos queda de soberanía, en aras de seguir gozando de la protección de la Casa Blanca y así asegurar la continuidad del partido blanquiazul en la primera magistratura del país.
Ese riesgo está latente, de ahí la necesidad de estar muy atentos a lo que acontezca durante la visita de Calderón a Obama la semana próxima. ¿A qué va en este momento, cuando las presiones de Washington son estentóreas, con el pretexto del supuesto riesgo que significan para Estados Unidos los cárteles del narcotráfico? Es preocupante el despliegue propagandístico que la Casa Blanca ha hecho de la muerte del agente de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), Jaime Zapata, con lo que pretende justificar una más firme intervención en los asuntos de nuestro país. A este respecto, es válido comentar que el “gobierno mexicano” no ha dado ninguna explicación sobre los permisos que debe haber suministrado a los cientos de agentes estadounidenses que trabajan “codo con codo”, como lo hacía Zapata, con las autoridades mexicanas. Tal situación se da, además, en un marco muy desigual, pues como lo reconoció Calderón, los estadounidenses no han hecho su parte, tanto en reducir el consumo de drogas como en detener el flujo de armas a México.
(gmofavela2010@hotmail.com)
Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones
El reclamo del pueblo de México en esta hora aciaga es recuperar la paz perdida, exigencia cada vez más firme ante los resultados negativos de una “guerra” sin sentido que paradójicamente sólo ha contribuido a fortalecer al crimen organizado y profundizar el divorcio de por sí lamentable entre gobernantes y gobernados. Sin embargo, el gobierno de Felipe Calderón parte de la premisa falsa de que es la propia población la que demanda esa lucha, cuando en realidad lo que quiere la mayoría de la sociedad es vivir de nuevo en condiciones que permitan una vida tranquila, sin sobresaltos y sin los dramáticos riesgos que implica quedar en medio de una balacera.
En este sentido, quienes deberían acatar las palabras con que quieren justificar su actitud belicosa, son los miembros del gabinete de Calderón. No hay duda de la validez de la afirmación del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, en el sentido de que “nuestra generación y las próximas tienen el reto de hacer que la ley prevalezca sobre el interés particular, y desterrar la ilegalidad en todas sus formas”. La pregunta pertinente es ¿por qué no actúan de ese modo?, pues corresponde al Ejecutivo poner el ejemplo de lo que conviene hacer para que las cosas mejoren en el país.
Porque, en definitiva, lo que ahora prevalece es la preeminencia del interés particular sobre la ley, como lo patentizan los hechos. Para el inquilino de Los Pinos, por ejemplo, no interesa otra cosa más que obedecer al designio del gobierno estadounidense de crear un ambiente de “guerra” para justificar así, tanto el uso de la fuerza del Estado por parte del gobierno federal, como las presiones que vulneran nuestra menguada soberanía por parte de las autoridades de Washington.
Del mismo modo, las más sobresalientes políticas públicas de Calderón tienen el obvio propósito de fortalecer intereses particulares, como fue el caso con la liquidación de Luz y Fuerza del Centro y la firme protección que se le ha brindado a Grupo México para que vulnere los derechos más elementales de los trabajadores mineros a su servicio. ¿Acaso no prevalece el interés particular de Rogelio Azcárraga sobre la ley en el caso de la quiebra fraudulenta de Mexicana de Aviación? ¿Cómo es que se le permite actuar con total impunidad luego de su desfalco y ahora anuncie que invertirá más de 300 millones de dólares en ampliar su red de hoteles?
Hechos como éstos son los que ahondan la pérdida de confianza de la sociedad en una clase gobernante voraz, que se escuda detrás de las fuerzas armadas para violar el derecho y tratar de apuntalar sus intereses particulares. Como todo tiene un precio, el que debe pagar el partido de Calderón es la pérdida de votos, situación que se ha ido recrudeciendo en el transcurso del sexenio, lo que pone al PAN en un brete y busca a toda costa continuar en el poder para cubrir las triquiñuelas de su “administración”.
Por eso el gran interés del PAN, y de Calderón en lo particular, en apuntalar alianzas con el PRD de “Los Chuchos”, única posibilidad que les queda para evitar una catástrofe electoral este año y más aún en el 2012. Ahora el gran riesgo estratégico de fondo, de conformidad con este escenario, es que Calderón entregue al gobierno de Barack Obama lo poco que nos queda de soberanía, en aras de seguir gozando de la protección de la Casa Blanca y así asegurar la continuidad del partido blanquiazul en la primera magistratura del país.
Ese riesgo está latente, de ahí la necesidad de estar muy atentos a lo que acontezca durante la visita de Calderón a Obama la semana próxima. ¿A qué va en este momento, cuando las presiones de Washington son estentóreas, con el pretexto del supuesto riesgo que significan para Estados Unidos los cárteles del narcotráfico? Es preocupante el despliegue propagandístico que la Casa Blanca ha hecho de la muerte del agente de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), Jaime Zapata, con lo que pretende justificar una más firme intervención en los asuntos de nuestro país. A este respecto, es válido comentar que el “gobierno mexicano” no ha dado ninguna explicación sobre los permisos que debe haber suministrado a los cientos de agentes estadounidenses que trabajan “codo con codo”, como lo hacía Zapata, con las autoridades mexicanas. Tal situación se da, además, en un marco muy desigual, pues como lo reconoció Calderón, los estadounidenses no han hecho su parte, tanto en reducir el consumo de drogas como en detener el flujo de armas a México.
(gmofavela2010@hotmail.com)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario