Ricardo Rocha
Los presidenciables
Para todos los practicantes confesos o embozados del deporte nacional, o sea el sexenal presidencialismo, la encuesta de EL UNIVERSAL es un verdadero menú de degustación. Deliciosa conjunción de platillos gourmet para irlos paladeando poco a poco. Disfrutables en el momento y que dejan además saborcitos muy dulces, amargos o picantes —según el caso— para ser prolongados en el gusto de cada comensal de cara al futuro inmediato.
Porque de eso se trata finalmente, de aplicar las artes agoreras para anticipar quién será la encarnación terrenal de cada seis años; el iluminado, el infalible, el nuevo tlatoani que —ahora sí deveritas— habrá de rescatarnos de las embravecidas olas del mar de nuestras desdichas.
Por eso, cada uno de los mencionados y sus seguidores —aunque se trate sólo de sus familiares— han dado una probadita a las mieles de la victoria todavía quimérica, pero que ya los atormenta y los consume en el fuego de la incertidumbre. Así de cursi. Pero así de cierto.
De ahí que, entre las caras extremas de la comedia a la tragedia hay toda una gama de rostros desde compungidos y alarmados hasta dubitativos y esperanzados. Y en consecuencia, un montón de escenarios derivados de la inquietante encuesta:
Los presidenciables
Para todos los practicantes confesos o embozados del deporte nacional, o sea el sexenal presidencialismo, la encuesta de EL UNIVERSAL es un verdadero menú de degustación. Deliciosa conjunción de platillos gourmet para irlos paladeando poco a poco. Disfrutables en el momento y que dejan además saborcitos muy dulces, amargos o picantes —según el caso— para ser prolongados en el gusto de cada comensal de cara al futuro inmediato.
Porque de eso se trata finalmente, de aplicar las artes agoreras para anticipar quién será la encarnación terrenal de cada seis años; el iluminado, el infalible, el nuevo tlatoani que —ahora sí deveritas— habrá de rescatarnos de las embravecidas olas del mar de nuestras desdichas.
Por eso, cada uno de los mencionados y sus seguidores —aunque se trate sólo de sus familiares— han dado una probadita a las mieles de la victoria todavía quimérica, pero que ya los atormenta y los consume en el fuego de la incertidumbre. Así de cursi. Pero así de cierto.
De ahí que, entre las caras extremas de la comedia a la tragedia hay toda una gama de rostros desde compungidos y alarmados hasta dubitativos y esperanzados. Y en consecuencia, un montón de escenarios derivados de la inquietante encuesta:
—A la población general le gustaría que los contendientes fueran: por el PRI Enrique Peña (52%), por el PRD Marcelo Ebrard (32%) y por el PAN Santiago Creel (21%). Es como preguntar: ¿contra quién debiera enfrentarse Místico si se aliara con el Hijo del Perro Aguayo?
—Queda claro que todavía el PRI cuenta con un mayor voto duro (18 %), pero ya no sustancialmente superior al del PRD (15%) y PAN (10%). Ahí el truquito está en un apetitoso y abundante 44% de voto cambiante o switcher que sufraga según el candidato. Sobre ese enorme filón han de ir los aspirantes.
—Otro indicador muy abierto pero nada desdeñable es el voto por partidos. El PRI a pesar de un declive del 2009 a la fecha sigue arriba (33%) frente a un mediocre comportamiento del PAN (22%) y a un tímido e increíble ascenso del PRD (14%).
—En el amplísimo abanico de a quién conoce usted, aunque sus muchos detractores no lo crean, todavía Andrés Manuel López Obrador (91%) es una pizcacha más conocido que Enrique Peña Nieto (87%). Luego no tan lejos figuran otros tres precandidatos: Beatriz Paredes (74%), Marcelo Ebrard (70%) y Santiago Creel (62%). Ya a cierta distancia y en la zona de repechaje para la liguilla están Manlio Fabio Beltrones (38%) empatado con Josefina Vázquez Mota (38%) y a la cola Alonso Lujambio (22%) y Ernesto Cordero (15%).
—Pero una cosa es que lo conozcan a uno y otra qué opinión tienen de uno. En ese terreno López Obrador sigue siendo ave de las tempestades: lo aman 22%, lo detestan 36% y 29% dice que depende cómo se porte; en cambio Peña Nieto confirma las bondades de las campañas publicitarias rechinando de limpio con 45% de aceptación, 31% indecisos y sólo 10% que no lo pueden ver —es un decir— ni en pintura; más equilibradones están Paredes, Ebrard, Creel, Beltrones y los chicos blanquiazules.
—A la pregunta clave: ¿de todas estas personas quién prefiere que sea el candidato del _____ para Presidente de la República? En el caso del PAN Creel parte el queso con 21 % entre la población en general y 29% entre los panistas, si acaso rivaliza doña Josefina con 10% y 17%; luego viene una brecha muy grande que deja rezagados al resto de la ñenguísima caballada del partido calderonista. En el PRI la distancia entre uno y los otros es todavía más contundente, ya que el 52% de la población en general y el 63% de priístas están convencidos de que su encopetado gallo debe ser Peña Nieto; si quieren alcanzarlo, Beltrones y Paredes han de venir de atrás. Donde la cosa se va a poner sabrosa es en el PRD, en el que la pelea entre Ebrard (con 32% y 34%) frente a López Obrador (con 29%-56%) es de pronóstico reservado. Ahí, a querer o no —como en la película Imparable—, se anticipa el que sin duda alguna será el choque de trenes más violento de la historia. A menos que aparezca un héroe al estilo de Denzel Washington que los siente a dirimir quién ha de ser el candidato de la izquierda, pero sin muertos ni heridos.
Desde luego que —como dirían los clásicos— una encuesta, por muy bien hecha que esté, no es sino “una fotografía del momento”. Pero aun en ese entendido y si aceptamos ésta como un arrancadero, vamos a ver una película muy entretenida aunque con mucha sangre, ya que estamos cinematográficos, al estilo de Quentin Tarantino, Tim Burton o Robert Rodríguez. Pero todos juntos.
ddn_rocha @hotmail.com Twitter: @RicardoRocha_MX Facebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia
Periodista
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