martes, febrero 08, 2011

Federico Arreola : Aristegui entre Calderón y Santa Anna

Aristegui entre Calderón y Santa Anna
Federico Arreola
08 de Febrero, 2011
 

"Dígame usted de quién es este artículo para arrancarle la lengua". Con esa frase, que leí en Wikipedia, Antonio López de Santa Anna se refería a los periodistas críticos.

Para Antonio de Padua María Severino López Santa Anna la prensa tenía un enorme valor. No por nada se le considera el primer político "mediático" de América Latina. De él dice Will Fowler que entendía "la importancia de la propaganda de un modo que no lo hacía ninguno de sus enemigos".

Como Santa Anna, Felipe Calderón es también un gobernante que entiende el fundamental valor de la propaganda.



Y si bien Calderón no pide arrancar la lengua de ningún periodista crítico, sí se ha especializado en dejar sin trabajo a los mejores, más independientes, más libres profesionales del periodismo que hay en México.

Carmen Aristegui lo ha experimentado ya dos veces. Al arrancar su gobierno, Calderón presionó para que la echaran de W Radio, y hace unos días se las arregló para que la despidieran de MVS Radio.

A los políticos "mediáticos" con poder les importa asegurarse de que la prensa libre no los cuestione o se burle de ellos.

¿Es Calderón un político "mediático"? Lo es, sin duda, aunque por virtudes muy distintas a las de Santa Anna.

Y es que mientras Santa Anna sabía usar los panfletos, discursos, fiestas y rituales para dotarse a sí mismo de un prestigio mítico, Calderón depende enteramente para más o menos ser aceptado por la gente del poder de los medios vendidos, comprados y pagados.

Santa Anna, por su carisma, su magnetismo y su presencia física, se las arregló para ser llamado el Libertador de Veracruz, el Héroe de Tampico, el Fundador de la República, el Águila, el Guerrero Inmortal de Cempoala, Alteza Serenísima, Visible Instrumento de Dios, el César Mexicano, el Napoleón de América.

Calderón, en cambio, apenas es Lipe, ya que hasta sus partidarios hace rato que le perdieron la "Fe".

Difícilmente Calderón será recordado como un villano más odioso y odiado que Santa Anna. Hasta para hacer el mal con clase se necesita grandeza y a Calderón le falta. Y bueno, el michoacano que cuando viste uniforme militar parece cualquier cosa menos un guerrero, jamás podrá escribir en su testamento político algo tan fuerte como las siguientes palabras escritas por el magnético caudillo nacido en Xalapa, Veracruz en 1794:

"Los mexicanos todos, olvidando mis errores políticos, no me nieguen el único título que quiero donar a mis hijos: el de Buen Mexicano".

No, claro que no. Imposible imaginar a Calderón redactando algo así.

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