Tradiciones mexicanas
Por: Virginia González Melgarejo
La festividad del Día de Muertos en nuestro país se
remonta a la época prehispánica, en donde siempre se practicó el culto a la
muerte. A la llegada de los españoles las costumbres de los pueblos originarios
no pudieron ser eliminadas y se mezclaron con las creencias católicas traídas
por los españoles, así la de celebrar a la muerte quedó arraigada en los
pueblos mexicanos con la colocación de ofrendas para los fieles difuntos.
Más tarde, ya en el siglo XIX, aparecieron las
“calaveras”, pequeños escritos en verso en los que se le daba a la muerte un
tratamiento chusco, y de forma satírica se burlaba de ella. Esos versos se
conocieron también con el nombre de “panteones”. Escribir calaveritas se
convirtió en un gran espacio para decir lo que se pensaba de otros en forma de
verso. Luego, surgieron espacios de publicación de las calaveritas, como el
Semanario La Patria Ilustrada o el periódico El Socialista,
editado en Guadalajara, así como las hojas volantes publicadas por Manuel
Manilla y José Guadalupe Posada.
Las calaveras con motivo de las elecciones presidenciales
de 1919, publicadas por Vanegas Arroyo, son el más fiel ejemplo de su uso
chocarrero:
“Yo os propongo al nunca bien/ponderado y grande mico,/
ilustre Chónforo Vico./escapado de Belén// Prófugo de las Marías,/gran maestro
en la ganzúa,/instruido en San Juan de Ulúa/y en la Penitenciaría.// Sabe abrir
las cajas fuertes,/y extraer una cartera./Ha sido un gran calavera,/y debe
catorce muertes.// Elegid pues pueblo amado./sin dudar y a tapa hocico,/al muy
ilustre y nombrado/y noble Chónforo Vico.// Después de discursos tales/ llenos
de frases sinceras/se fueron las claveras/a las urnas sepulcrales.//Salió
electo.
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