De cómo acaba un
prospecto con él mismo
María Teresa Jardí
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=204040
Ebrard no es como piensa él -y todo parece indicar que cree el PRD- el
gobernante aceptado por la mayoría chilanga. Simplemente delante del sangriento
fracaso panista, la mayoría pensante, al mismo tiempo que votamos por AMLO
votamos por Mancera. Amén de que Beatriz Paredes era la peor de las elecciones
para el PRI como contrincante para la capital de la república.
La mayoría, que no votamos por Peña Nieto, quien ya parece convencido de haber
llegado con el voto mayoritario, no debería olvidar que no tuvo ni un solo voto
de la ciudadanía que piensa más allá de en el nuevo modelo más caro que el
anterior de celular o de carro que va a poderse comprar con el negocio en que
se ha convertido al desempeño de la función pública.
La mayoría de chilangos votamos por Mancera, al votar por AMLO, no votamos por
Ebrard, al votar por Mancera. Lo que parece habérsele olvidado a Ebrard.
Muchos lo hicieron por el PRD, es cierto, más allá de que todos son más de lo
mismo. Y por eso el PRD se prepara desde ahora para enfrentar a AMLO, lanzándose
con Ebrard, en la demente carrera en que se encuentra convertido el deporte de
agandalle para llegar como Ejecutivo a Los Pinos.
Ebrard de entrada no cuenta con el voto de los capitalinos. Y además su
despedida está resultando, por decir lo menos, patética.
Debe ser un gran negocio la Universidad de la Ciudad de México, porque de otra
manera no se entiende el empeño del Jefe de Gobierno capitalino en sostener a
quien no quiere la comunidad de ese lugar como rectora. El inmenso rechazo
ciudadano que ha tenido Ebrard en la construcción de sus faraónicas obras se
verá reflejado en la votación resultado de esa loca carrera ya en marcha.
Ebrard no escuchó argumentos y siguió adelante. Y en el caso de aciertos como
la construcción de la línea doce del metro dio al traste al invitar a Calderón
a inaugurarla.
La estatua de un dictador y las mentiras y el pasado de una rectora no quitada
a tiempo van camino de convertirse en losa sobre los intereses políticos de
Ebrard. La estatua puesta, comprada por el hijo del dictador, que además fue
miembro de la KGB, pareciera el claro ejemplo de cómo el dinero mata en México
las neuronas de la clase política.
Una monada el descenso del sueño de que México iba camino de convertirse en
primer mundo, ante la terca realidad que nos enlaza con el que puede
considerarse como cuarto mundo debido a que monstruos sedientos de sangre como
Calderón, y como amenaza con continuar siendo Peña, que como desgobernantes
acumulamos los mexicanos han acabado con la posibilidad de vida digna para
millones a los que hoy convierten en esclavos, los mexicanos se ven obligados a
ganarse el sustento vendiendo en las calles lo que ellos mismos crean y
fabrican o compran barato a otros vendedores.
Pero ni la evidencia de la caída de millones de mexicanos en la miseria sirve
para que Ebrard se compadezca de los que tratan de salir adelante en la
búsqueda incansable de poder seguir llevando aunque sea tortillas a la mesa.
Para cumplir Ebrard su no logrado capricho bicicletero. No logrado porque la
Ciudad de México es monstruosa por lo que a tamaño toca. Pero sobre todo porque
en las faraónicas obras no se han contemplado los carriles necesarios para el
uso exclusivo de bicicletas ni de las motocicletas de las que también se
tendría que fomentar el uso a manera de que la gente comprara menos autos; amén
de que en el eficiente y digno transporte público y no en los segundos pisos de
paga para los ricos es que va a resolverse el problema del transporte en el
Distrito Federal, como salta a la vista.
Como despedida Ebrard llena con paraderos de bicicletas el camellón de Alvaro
Obregón, impidiendo la venta de los productos a varios cientos de familias que
se mantienen desde años con su venta en ese lugar los sábados y los domingos.
Dando al traste, además, con uno de los mercadillos más típicos de la Ciudad de
México convertido incluso en una importante atracción turística.
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