Confirmación de un
divorcio insensato
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=204431
El divorcio entre gobierno y sociedad civil nunca había sido tan claro como en
estos últimos años, luego de dos sexenios de “gobiernos” panistas, los cuales
agravaron las funestas consecuencias del capitalismo salvaje impuesto por los
poderes fácticos. Felipe Calderón dejará el poder con la convicción, al parecer
firme, de que hizo un magnífico trabajo al frente del Ejecutivo. Por supuesto,
ni por asomo se da por enterado de que llegó a Los Pinos gracias a un fraude
electoral escandaloso, satisfecho como está por una soberbia fortalecida
gracias a su total distanciamiento de la realidad.
En la última entrevista que le hizo una empleada de Televisa, el viernes por la
noche, demostró no sólo su falta de un mínimo sentido de responsabilidad, sino
de una elemental autocrítica. Para él, todo lo que hizo fue en beneficio de los
mexicanos, tiene la convicción de que dejará un país mejor porque encabezó,
dijo, “un gobierno humanista”. Gracias a él, México tiene ahora posibilidades
de un futuro más democrático, con un Estado de Derecho fortalecido. Desde su
perspectiva, hasta le salimos debiendo los ciudadanos.
Según él, en lo sucesivo podrá vivir gracias a la pensión que recibirá como ex
jefe del Ejecutivo, tendrá que trabajar para seguir adelante, cuando es de
sobra conocido que la corrupción gubernamental en este sexenio creció
exponencialmente, y que dejará de herencia un país hipotecado, cuando nunca
como en estos últimos seis años el dinero fluyó a través de la venta del oro
negro a precios que estuvieron todo el tiempo por encima de los 100 dólares por
barril, cuyo sobreprecio presupuestal sumó más de 850 mil millones de pesos de
los que no se sabe qué destino tuvieron.
El número sin precedente de muertos durante el sexenio, consecuencia de su
“guerra” contra el crimen organizado, no incomoda su conciencia al no sentirse
responsable. Como si la orden a las fuerzas armadas de salir a las calles y
poner en marcha el motor de la violencia no hubiera sido dada por él, sino por
el “Espíritu Santo”. Al contrario, considera que hizo lo correcto y que de no
haber tomado esa decisión, el país estaría en manos de los cárteles de la
droga. Debe suponer que los capos ambicionan el poder político por encima de la
actividad a la que se han dedicado por varias generaciones.
Para los mexicanos, el problema fundamental no son los enormes daños del
desgobierno de Calderón, entre los que sobresale también el terrible déficit
laboral que deja, pues en vez de incentivar el empleo, como había prometido,
agrandó exponencialmente el desempleo al haber creado sólo dos millones de
empleos formales durante el sexenio, cuando cada año se suman al mercado de
trabajo un millón 200 mil personas. El problema que más nos debe preocupar
ahora es la continuación de un modelo de “gobierno” abiertamente inhumano, como
el que está comprometido Enrique Peña Nieto a llevar a cabo.
Por eso Calderón, y algunos de sus secretarios, no tienen empacho en actuar
como si no faltaran unos pocos días para que finalizara su gestión. Según
Calderón, las reuniones que ha tenido con Peña Nieto han sido para no dejar
pendientes, aclarar todas las dudas, cuando en realidad deben ser para asegurar
la continuación de compromisos establecidos con los grupos de poder. Por eso
Bruno Ferrari, secretario de Economía, no tuvo empacho en seguir la tónica
impuesta por Calderón de dar consejos a su sucesor, como lo hizo el fin de
semana en Querétaro.
Así queda demostrado que, por encima de intereses de partidos, están los de una
oligarquía que se acostumbró ya, después de cinco lustros, a tener en Los Pinos
a leales empleados, quienes más que defender colores partidistas como antaño,
deben luchar por garantizar condiciones favorables a la obtención de beneficios
a la minoría a la que deben su ascenso en el escalafón del sector público.
Ante tal situación de control del país por una minoría cada vez más reducida,
no queda otra alternativa que luchar por la organización de la sociedad en
torno a objetivos humanistas verdaderos, no sólo para demostrarle a la derecha
su hipocresía y ausencia de valores humanos y éticos, sino para salvar a la
nación de una catástrofe mayor que un cataclismo apocalíptico, como así habría
de suceder con otro sexenio más de dominio oligárquico, ahora con políticos más
“sensibles” a los problemas sociales, pero igual de deshumanizados que los
panistas.
Calderón ya tiene planeada su fundación, con la cual obtener la posibilidad de
seguir teniendo presencia pública. Sin embargo, se antoja un objetivo muy
difícil de realizar, teniendo en cuenta que lideró un “gobierno” que se
caracterizó por su alto nivel de deshumanización y total falta de solidaridad
con el pueblo, aunque crea lo contrario, con lo cual demuestra la verdad de tal
aserto.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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