Repensar las izquierdas
Octavio Rodríguez Araujo
http://www.jornada.unam.mx/2012/11/15/opinion/024a1pol
Las izquierdas mexicanas, que quizá sería mejor
calificarlas de centro-izquierda, no aprovecharon los gobiernos de Vicente Fox
y de Felipe Calderón para reconstituirse y convertirse en el o los partidos que
exige la realidad nacional. ¿Qué ventajas tenían para beneficiarse con estos dos
gobiernos? Sus obvias políticas en contra de la población mayoritaria y a favor
del pequeño (pero poderoso) grupo de empresarios que, sin lugar a dudas, domina
el país. Cuando el enemigo es más visible es más fácil para muchos
identificarlo (con lo que no estoy diciendo que haya que votar por enemigos
claros y evidentes para que la población los identifique más fácilmente, como
llegaron a proponer algunos irresponsables en 2006). Y ambos gobiernos de
derecha no podían ser confundidos por la población pese al uso desmedido de
recursos mediáticos para que fueran aceptados. La prueba de ello estuvo en la
votación obtenida por López Obrador en 2006 y en 2012, a pesar de la
manipulación habida en ambos comicios.
Sin embargo, fue la candidatura del tabasqueño la que le
dio la mayoría de los votos a las izquierdas y no la fortaleza de éstas (lo que
no quiere decir que su apoyo institucional en ambas elecciones haya sido
desdeñable). Ya lo he dicho, pero vale la pena repetirlo: el PRI sí supo
aprovechar los errores panistas (y los de las izquierdas) y fue creando, sobre
todo durante el sexenio calderonista, las bases para lanzarse a la Presidencia
de México con la clarísima intención de ganarla; y la ganó, por mucho que
cuestionemos los métodos de que se valió.
Las izquierdas, en cambio, y sobre todo el PRD, nos
ofrecieron espectáculos bochornosos en más de un sentido, y luego, para
completar el cuadro propusieron alianzas con el partido gobernante, del que
debió ser la oposición más firme y vital. En el ABC de la política la oposición
se opone, ¿por qué habría de ser tan difícil entenderlo? ¿Porque vieron el
crecimiento y desarrollo del PRI y que podría ganar la elección presidencial en
2012? ¿Y qué hicieron para competir contra este PRI fortalecido? Nada o, si se prefiere,
muy poco. De aquí que toda su historia y sus posibilidades como organizaciones
de izquierda las tuvieron que subordinar a un candidato, éste sí de oposición,
que había ganado (aunque no se lo reconocieran las autoridades electorales) la
Presidencia en 2006 y, de paso, como si estuvieran viendo una avalancha que
irremediablemente les caería encima, propusieron, para detenerla, una alianza
con los panistas (que finalmente no se realizó).
En otros términos, las izquierdas no se pensaron como una
oposición que, fortaleciéndose internamente, podría derrotar al PRI, sino que
en una aritmética fácil sumaron sus probables votos a los también probables del
PAN y concluyeron que así no ganarían pero impedirían que el PRI llegara a Los
Pinos. ¿Y luego qué? Si en medio de las evidencias, sobre todo después de la
elección intermedia de 2009, no pudieron ni quisieron reconstituirse
(refundarse, dijeron), ¿por qué sí después con un PRI realmente reconstituido
después del fracaso de 2006 con Madrazo como candidato y luego de sus triunfos
electorales de entonces a la fecha?
Tal vez deban repensarse a sí mismas, qué son y qué
quieren ser. Es probable que la Mesa de izquierdistas y marxistas
mexicanos 2012, convocada por nuestra querida Ifigenia Martínez y Francisco Estrada
(secretario técnico de la comisión organizadora), proporcione algunas luces al
respecto. Estas conferencias se llevarán a cabo los próximos 28, 29 y 30 de
noviembre y su propósito fundamental será someter a riguroso examen las
necesidades de orden ideológico-político y estratégico en el horizonte
inmediato del país y de cara a las grandes tareas históricas y a los grandes
peligros y amenazas que México tiene para el futuro como nación... Entre
muchas preguntas que requieren respuestas o aproximaciones válidas y realistas,
la mesa nos plantea desde ahora las siguientes: ¿qué sigue para la izquierda en
México? ¿Tiene futuro? ¿Cómo analizar y evaluar estratégicamente las alianzas
tácticas con fuerzas antagónicas y aun con sus enemigos históricos? ¿Siguen teniéndose
en todo caso los mismos enemigos de siempre? ¿Cuáles son los nuevos enemigos,
en caso de que los haya? ¿Qué hacer con la socialdemocracia y con las visiones
centro-progresistas? ¿Qué hacer con el nacionalismo y el nacionalismo
revolucionario? ¿Es dable la unidad a toda costa entre las fuerzas de
izquierda?
Si los participantes evitamos darles por su lado a los
partidos involucrados en la convocatoria a estas conferencias, algo positivo
tendrá que producirse, enriquecido sin duda con la intervención del público. La
segunda de las preguntas mencionadas es, al mismo tiempo, importante y ociosa,
pues es evidente que las izquierdas tienen futuro y que, aun para la derecha,
son indispensables en una democracia incluso tan imperfecta como la nuestra. Bobbio
diría que donde hay derechas hay izquierdas y viceversa, salvo en los regímenes
totalitarios. El contrapeso de las derechas es y debe ser la izquierda, y esta
verdad indiscutible históricamente se liga con la siguiente pregunta referida a
los enemigos históricos de las izquierdas: las derechas, y de las derechas: las
izquierdas. De aquí que proponer alianzas con esos enemigos históricos no es
contra natura (pues no es asunto de este tipo ni tiene que ver, digamos, con la
cadena alimenticia), sino simplemente se trataría de un contrasentido
histórico. Si no lo fuera, ¿para qué existirían las izquierdas, y qué sentido
tendrían aliadas con las derechas? Son los enemigos de siempre aunque cambien
con el tiempo y las circunstancias: no sólo las izquierdas deben y tienen que
cambiar (adecuarse), lo hacen también las derechas, aunque éstas sean renuentes
a los cambios. Sus alianzas, y esto también es discutible, se justifican ante
graves amenazas para ambas y para la nación, como ha ocurrido en algunos países
europeos ante el avance de las ultraderechas, siempre más peligrosas que las
derechas. En México no existe esta amenaza. Tenemos otros enemigos, de fuera y
de dentro, razón por la cual las izquierdas mexicanas tienen que ser, además,
nacionalistas, aunque sea sólo para defendernos de los males que nos ha
provocado ya la globalización neoliberal.
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