Abismales diferencias
Julio Pimentel Ramírez
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=204041
En la fase neoliberal del capitalismo las contradicciones propias del sistema
se agudizan, se debilita al llamado Estado de bienestar, se privatizan los
recursos naturales y la riqueza social, la democracia representativa muestra
sus limitaciones al grado de convertirse con frecuencia en una caricatura, una
farsa mediante la cual la clase dominante pretende legitimar la opresión.
Acontecimientos de los últimos días confirman que la polarización social, las
diferencias abismales entre un reducido grupo de potentados y sus operadores de
alto nivel con la gran mayoría de los mexicanos, puede elevar aún más su
exponencial crecimiento con todo lo que eso significa en materia de pobreza,
desesperanza, seguridad social y pública, así como eventuales estallidos
sociales de incalculables consecuencias pero previsibles sufrimientos.
Por un lado entra en fase definitoria –solamente faltan capítulos menores en la
Cámara de Senadores y el Ejecutivo federal- la reforma laboral cuyo tránsito
por el Poder Legislativo desnudó la pobreza ideológica y la incongruencia de la
clase política mexicana.
Gran parte de la izquierda mexicana festejó que se abría una etapa de alianzas
con la derecha panista, aunque la terca realidad los despertó de su embriaguez
aliancista con una cruda reafirmación: el sustento político del neoliberalismo
es la coalición estrecha, cuando se trata de temas fundamentales, del PRI y el
PAN.
Felipe Calderón comparte la paternidad de esta nueva ley del Trabajo con
Enrique Peña Nieto, ambos pueden presumir que entregan buenas cuentas a los
grandes empresarios, que protegen a las voraces cúpulas sindicales que, por lo
demás, han mostrado “flexibilidad laboral” al estar al servicio incondicional
lo mismo de patrones que de gobiernos priístas y/o panistas, y que les importa
un comino la suerte de las familias que dependen de empleos inestables y
salarios precarios.
El espurio Calderón, auto llamado presidente del empleo, cierra su nefasta
administración con más de 14 millones de trabajadores en la economía informal,
cifra que se eleva a más de 20 millones si se considera a los puestos laborales
que no brindan protección social, un déficit de 4 millones de empleos (que
debieron de ser creados en su sexenio y que se suman a los que históricamente
se arrastraban), un salario mínimo que no cubre el costo de la canasta básica
no digamos ya los bienes y servicios para una vida digna, tal como establece la
Constitución mexicana.
Así vemos que los gobiernos federal, el panista que sale y el priísta que
ocupará Los Pinos el 1 de diciembre pero que ya toma decisiones de poder, así
como sus partidos (PAN, PRI, PVEM y PANAL), todos ellos siguiendo directrices
del capital financiero, internacional por definición, avanzan un largo trecho
en materia laboral y eliminan derechos obtenidos a base de una extensa lucha
social.
En los hechos, son letra muerta derechos fundamentales de los trabajadores: a
una jubilación digna, a la seguridad en el empleo, a huelga, a la asociación
sindical (libre, democrática, no manipulada por charros, patrones y políticos),
al salario mínimo suficiente.
En el otro polo de la contradicción, surge información que consolida una añeja
denuncia sobre el papel parasitario del sistema bancario “mexicano” -en
realidad casi en su totalidad en manos extranjeras- que en medio de una
profunda crisis económica, con un Producto Interno Bruto que crece a tasas
magras, obtiene elevadas tasas de ganancia no propiciando reactivación
económica sino cobrando altas tasas por sus préstamos, pagando bajos intereses
por los ahorros y, para cerrar el círculo de la ignominia, recibiendo
mensualmente su enorme tajada del FOBAPROA.
En sólo nueve meses, los 23 grupos financieros que operan en México obtuvieron
ganancias por 76 mil millones de pesos, cantidad que representó un incremento
de 26.5 por ciento en comparación con los tres primeros trimestres de 2011,
informó la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Estas utilidades, son las legales aunque inmorales pues son producto de la
especulación, del agio, no toman en cuenta las que obtienen del lavado de
dinero, actividad ilícita recientemente regulada en la que no se toca ni con el
pétalo de una rosa a los bancos e instituciones financieras, solamente a otro
tipo de empresas, las más débiles de la cadena del blanqueo de patrimonios
sucios.
La rentabilidad de los controladores financieros, determinada sobre todo por la
canalización de préstamos al consumo por parte de sus filiales bancarias,
prácticamente multiplicó por 8 la dinámica de la economía en su conjunto, que
al tercer trimestre de este año creció a una tasa anual en torno a 3.5 por
ciento.
En fin, un país que reforma sus leyes para crear condiciones más atractivas
para el insaciable capital. No importa crear más y mejores empleos sino generar
condiciones, que incluyen la privatización de los energéticos, para que los
grandes inversionistas obtengan elevadas ganancias y se desgranen migajas para
sus solícitos sirvientes.
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