Por un partido en movimiento
Por: Jaime Ornelas Delgado
Una de las dimensiones determinantes de la lucha por
transformar la sociedad capitalista, por otra justa, solidaria y democrática,
es el uso contrahegemónico de los instrumentos mediante los cuales la clase
dominante ejerce su hegemonía.
Entre otros instrumentos de la hegemonía se pueden
mencionar la democracia representativa, el derecho, los derechos humanos y el
constitucionalismo. Entre esos y otros instrumentos de la dominación
capitalista trascurre la lucha de los revolucionarios, que deben aprender a
utilizar esos instrumentos de manera contrahegemónica. Se trata, entonces de
luchar por profundizar la democracia representativa hasta mostrar sus
limitaciones y generalizar la idea de una democracia plena, la democracia
representativa que se convierte en forma de vida de la sociedad posneoliberal.
Lo mismo ocurre con el derecho y los derechos humanos. La
movilización social habrá de mostrar que los gobiernos de la burguesía son
incapaces de respetar sus propias normas legales, que criminalizan la lucha
social y el respeto a los derechos humanos es un discurso hueco cuando creen o
sabes que su hegemonía está en riesgo.
Asimismo, los groseros fraudes electorales de 1988, 2006
y el fraudulento proceso de este año, han evidenciado ante millones de
mexicanos la falta de respeto de los poderes fácticos y formales por su propia
legalidad, que la constitución (por ejemplo, en su artículo 41, “la renovación
de los poderes Legislativo y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres,
auténticas…”) puede ser y es burlada si así conviene a quienes tienen el poder
político y económico. La evidencia de estas violaciones al espíritu y la letra
constitucional, es un gran paso político y también un triunfo cultural, en la
medida que muchos ciudadanos pueden distinguir entre quienes burlan el sufragio
y quienes se mantienen en la legalidad en demanda de su respeto. Hoy, esos
millones de ciudadanos saben que con la imposición de Enrique Peña Nieto, la
democracia y la legalidad que la misma clase dominante constituyó e instituyó,
sufrirá uno de los peores agravios que se le pudieran infringir y hay que
recordarlo siempre.
En realidad, el conocimiento del uso contrahegemónico de
los instrumentos de la hegemonía puede sintetizarse en el partido/movimiento, en
tanto que la movilización social si bien es indispensable no es suficiente para
orientar la transformación de la sociedad. El movimientismo se agota o se
coopta por el gobierno si carece de la fortaleza política e ideológica que le
puede dar el partido; a cambio, un partido político alejado del movimiento
social se convierte en una organización burocrática, electorera y sin
principios, situación que lo conduce a la claudicación, el pragmatismo y,
finalmente, al aislamiento del movimiento de masas sin el cual no puede haber
transformación social. Morena, que puede ser un partido/movimiento, eso es un
partido en movimiento, tiene que recuperar las experiencias de las luchas
sociales del pueblo y aprender a hacer política utilizando los instrumentos con
los que hoy se domina al pueblo para lograr su emancipación definitiva.
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