martes, enero 03, 2012

Lecciones en Morelia : Julián Andrade



Lecciones en Morelia
Por Julián Andrade

La anulación de la elección en Morelia deja varias lecciones sobre lo que puede ocurrir en julio de 2012 si los partidos, y en particular el PRI, no toman las providencias adecuadas.
Queda claro que los triunfos tienen que ser contundentes, porque de otro modo pueden ser revertidos en los tribunales.
La nueva dirigencia priísta optó por allanarse, sin mayor problema, a la resolución de una sala regional del Tribunal Electoral.
Fueron más que tibios y, al parecer, los pataleos y reproches no pasarán de discursos.
¿Por qué lo hicieron así? Están cayendo en el dilema del “equipo con ventaja”, pues es tanto su afán por conservar la diferencia que olvidan que tienen seis meses por delante y que las encuestas irán reflejando una contienda más competida, una vez que cada uno de los partidos tenga candidato.
Salir a conservar el resultado es una de las peores estrategias, ya que es previsible que Enrique Peña Nieto reduzca su ventaja en el futuro cercano.
El PRI se quiere mostrar como un partido que acata las resoluciones de la autoridad, pero está olvidando que en los litigios siempre hay dos visiones y que cada una tiene derecho a presentar argumentos y a refutar los contrarios.
Otro asunto grave es que los triunfos se pueden venir abajo por muy poco y los argumentos de los magistrados así lo demuestran.
No hay en la anulación de la elección a la alcaldía de Morelia ni rastros de fraude electoral a la vieja usanza, sino dos errores de los que ni siquiera existe la seguridad de que puedan ser atribuidos al PRI y, mucho menos, a su candidato Wilfrido Lázaro: el logotipo priísta en los calzoncillos del boxeador Juan Manuel Márquez, quien peleó en Las Vegas, Nevada, y la retransmisión en televisión restringida del cierre de campaña del candidato a gobernador, Fausto Vallejo, en la que apareció por cinco minutos el entonces candidato a edil.


En el primer caso, Márquez aclaró que portó el escudo del PRI porque “es su equipo” y que no tenía ni la menor idea de que ello podía causar un desastre electoral.
Lo de la televisión es similar, ya que hasta el momento no hay datos que indiquen que desde el partido de Lázaro hayan pedido una trasmisión especial.
Medir cuánto influyen estas cuestiones en un resultado como el de Morelia es todavía más complicado, pero la resolución legal dejó en claro que fueron “determinantes”.
Ni caso tiene quejarse de una ley electoral como la que tenemos que está basada en la cultura de la desconfianza y en la sobredimensión del poder de las televisoras.
Basta con recordar que Roberto Madrazo, el candidato que más invirtió en medios electrónicos en 2006, no sólo perdió, sino que quedó en un lejano tercer lugar para, por lo menos, ser algo escépticos al respecto.
Mientras no aceptemos que contamos con electores cada vez más sofisticados y capaces de decidir por sí mismos, seguiremos atrapados en muchas de las falacias que se construyeron alrededor de la transición a la democracia y entre ellas que los “buenos” y “bien informados” no votan por el PRI.

julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej

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