martes, enero 31, 2012
¿Dónde está el compromiso? : Guillermo Fabela Quiñones
Por Guillermo Fabela Quiñones
¿Dónde está el compromiso?
Ante las evidencias, cabe preguntar dónde está el compromiso que dice tener el PRI con el país. Es muy claro que los caducos intereses oligárquicos que lo llevaron a claudicar de sus principios, son los que siguen moviendo el motor del otrora partido hegemónico. No es creíble que apoyar a ex gobernadores corruptos y sin escrúpulos, otorgándoles patente de inmunidad, sea una demostración de que el PRI esté comprometido con el imperativo de sacar a la nación del pantano en el que lo hundieron treinta años de desgobiernos neoliberales. Sin embargo, si el partido tricolor no tiene más compromiso que con el grupo interno dominante, que encabeza Carlos Salinas de Gortari, el PAN mucho menos tiene compromiso alguno con el pueblo.
Es muy cierto que la decadencia del sistema político era obvia desde antes, como quedó claro a partir de 1968, pero es una verdad aún más evidente que con los tecnócratas en el poder, la decadencia se aceleró. El colmo fue que llegara la ultraderecha a Los Pinos en el año 2000. Pero no será con el regreso del PRI, del mismo viejo partido corporativo y demagógico, como la sociedad nacional podrá salir de la crisis generalizada en que nos encontramos. Lo único que se lograría, si acaso, sería prolongar la terrible agonía que sufre la población mayoritaria, y que el país sea entregado, con más “capacidad negociadora”, a las grandes trasnacionales.
Asombra que la cúpula priísta le apueste, a estas alturas de la vida nacional, a la desmemoria del pueblo y pretenda regresar al poder para seguirlo usufructuando en su exclusivo beneficio. He aquí porqué ha sido una persistente política de Estado mantener un sistema educativo mediocre, que no enseñe a razonar a niños y adolescentes. Las consecuencias están a la vista, y de ellas se vale la clase política para seguir engañando a la población mayoritaria. De ahí la importancia de Elba Esther Gordillo para la clase política: ha sido una firme impulsora de los métodos que tienen anclado al sistema educativo en la mediocridad.
Es tal el desprecio a la sociedad, de parte de priístas y panistas, que no tienen empacho en tender redes protectoras a ex gobernadores y ex funcionarios cuyo paso por el gobierno fue una demostración de lo peor que puede reunir en su personalidad un individuo. Y que no nos vengan con el cuento de que todos los males que nos aquejan se deben al crimen organizado. Hay que repetirlo cuantas veces sea necesario: el narcotráfico, como crimen organizado, ha existido en México desde antes de la Segunda Guerra Mundial. El fenómeno de descomposición social que ahora estamos viviendo, es obra de la voracidad de la elite, cuyo apetito insaciable fue despertado por la política económica neoliberal que tiene al mundo en la cuerda floja.
Que no nos engañen más, el PRI quiere sacar al PAN de Los Pinos no para servir al país, sino para disfrutar de las delicias del poder sin intermediarios. Esa es la razón principal por la que Enrique Peña Nieto es el abanderado del partido tricolor: por su trayectoria, garantiza la defensa de los intereses más reaccionarios del PRI neoliberal. Se le considera un eslabón confiable entre las nuevas generaciones y lo más rancio del priísmo derechista. Le apuestan a que por su juventud puede atraer el voto de los jóvenes, que es ya mayor en número al de los viejos militantes y simpatizantes del PRI corporativo.
El regreso del partido tricolor a la casa presidencial, sería un firme obstáculo hacia la democratización de la vida política nacional. El único cambio en relación con el PAN sería en el orden seguido para favorecer intereses oligárquicos. El pueblo, la sociedad mayoritaria, seguiría ausente de las decisiones gubernamentales. En términos políticos y éticos, significaría un grave retroceso, en cuanto que el “cambio” sólo serviría para seguir maniatando a las masas, pero con más “oficio”.
Peña Nieto es en realidad, mentalmente, un anciano lleno de mañas y ambiciones mezquinas. Por eso coincide plenamente con el modo de ser y de pensar de tecnócratas como Carlos Salinas de Gortari. ¿Acaso los ex gobernadores que dejaron el poder recientemente, no son una prueba por demás obvia de que ejercieron el mando en sus estados con fines patrimonialistas, en su exclusivo beneficio? Qué diferente sería el futuro si el “nuevo” PRI apoyara a políticos conscientes y progresistas, que también los hubo, como Heladio Ramírez y Enrique Burgos.
Pero lo evidente es que tal tipo de políticos son prescindibles en esta hora, aunque se les busca cuando algo se les atora a los tecnócratas. Desgraciadamente, estamos ante la posibilidad de crear un sistema bipartidista antidemocrático, en caso de que triunfara cualquiera de los dos partidos. Evitarlo es vital para el futuro de México.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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