domingo, enero 29, 2012

La inutilidad del voto nulo : Jorge Canto Alcocer



Jorge Canto Alcocer
La inutilidad del voto nulo



Conforme se acerca la jornada electoral del primero de julio, las voces que llaman a la anulación del voto toman auge. Desde la izquierda radical hasta la extrema derecha se expresan muy diversos argumentos para justificar tal actitud, ampliamente festinada por los medios ligados al gobierno y a la oligarquía. La más reciente manifestación en este sentido, del poeta Javier Sicilia, amenaza con convertirse en bandera de todas las víctimas de la demencial violencia que el Estado y los criminales han generado en gran parte del territorio nacional.
La idea de que “todo está ya negociado”, o de que, independientemente de quien gane la elección, “todo está podrido”, va ganando espacios, sobre todo en los nuevos medios de comunicación y entre los jóvenes, principales afectados por el colapso nacional en el que vivimos.
Pero ¿cuál es la utilidad de anular el voto? El México actual es el país más desigual e injusto de toda América, y el más violento del mundo. Nuestro sistema educativo es uno de los peores del orbe, y se degrada cada día más. Ante el fracaso social y la exclusión, millones de jóvenes mexicanos se refugian en el alcohol, las drogas, el consumismo, el sexo desenfrenado e irresponsable, y muchos de ellos se prostituyen o se criminalizan con tal de tener acceso a esos satisfactores que los distraen momentáneamente de su calamitosa realidad.
¿Alguna de las catastróficas condiciones antes apuntadas será aminorada por anular el voto? ¿Terminará la impunidad? ¿Disminuirá la pobreza? ¿Mejorarán las escuelas? ¿Se fortalecerá la conciencia entre los jóvenes? ¿Decrecerán la violencia y la inseguridad? La respuesta es obvia.
Anular el voto en los próximos comicios presidenciales es una soberana estupidez. No reportará el más mínimo beneficio a los grupos mayoritarios hoy sojuzgados, y sí en cambio, fortalecerá a la simulación “democrática” que vivimos desde el 2000, cualquiera que fuere el partido oligárquico que resultara ganador de la contienda.


El verdadero debate de la elección presidencial se está dando entre las posiciones oligárquicas, representadas por los candidatos del PRI y del PAN, y el movimiento popular, encabezado por López Obrador. La única escogencia viable se da entre estas disyuntivas, cualquier otra actitud es una evasión.
Ciertamente hay muchos aspectos discutibles en la actuación política de la izquierda mexicana. Recientemente se han evidenciado notables insuficiencias en el gobierno de Gabino Cué en Oaxaca, y franca represión en el de Ángel Aguirre en Guerrero. Los “Chuchos” –que hoy apoyan en apariencia a Andrés Manuel tras combatirlo rudamente durante cinco años- han sido ejemplo de incongruencia y deshonestidad en los últimos años. Y así podríamos seguir por un buen rato, señalando errores, omisiones, imprudencias e irresponsabilidades de algunas de las fuerzas y figuras que apoyan la campaña presidencial del Presidente legítimo.
Pero somos millones de ciudadanos libres, izquierdistas combativos, mujeres y hombres honestos y comprometidos con la transformación de México los que damos sentido e integridad al proyecto que en las boletas electorales se materializará en el nombre de Andrés Manuel. Miles de ellos participamos en la construcción de la propuesta de gobierno, desde muy distintos ámbitos y trincheras. Y todo este capital humano se ve indudablemente fortalecido por la verticalidad, congruencias e irreprochable honestidad de nuestro candidato.
Un gobierno popular encabezado por Andrés Manuel, integrado por miles de mexicanos bien nacidos y comprometidos, vigilado por millones de ciudadanos, será una herramienta formidable, una extraordinaria oportunidad para transformar nuestra atroz realidad. Anular el voto es simplemente aceptar que las cosas seguirán por el camino que llevamos, y que conduce a la total ruina de nuestra sociedad y a la destrucción de nuestras familias.

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