viernes, septiembre 02, 2011
Cosas de la doble moral : Guillermo Fabela Quiñones
Cosas de la doble moral
Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones
La doble moral que caracteriza a la derecha queda plenamente revelada en los hechos del gobierno de facto que encabeza Felipe Calderón. Son incontables las veces que ha condenado la corrupción, el autoritarismo, la falta de democracia, pero lo hace para referirse al régimen priísta, no con una actitud autocrítica cuando existen abundantes razones para que así lo hiciera. Al hablar ante los niños becados del fideicomiso Generación Bicentenario, se desgarró las vestiduras como en los tiempos bíblicos para condenar la corrupción, la transa, la complicidad, en abstracto, sin mencionar ejemplos de su categórica condena.
La realidad en cambio nos ejemplifica que sobran situaciones de grave deshonestidad que en cualquier otro país hubieran obligado al gobierno en turno a renunciar por los escándalos suscitados. Aquí no ha ocurrido nada, no obstante la magnitud de corruptelas que han lesionado gravemente al país. Nunca como ahora el ejercicio gubernamental ha servido para lucrar de manera tan obvia, sin un asomo de escrúpulos, como lo demuestran hechos contundentes, entre ellos la famosa “Estela de Luz” con el pretexto de conmemorar el Bicentenario. Sin embargo, la deshonestidad ha campeado en toda la administración de Calderón, sin que nada ocurra.
El Congreso está obligado a llamar a cuentas al “gobierno” de Calderón, so pena de quedar como cómplice de corruptelas de graves consecuencias para la nación, como las que se han hecho por conducto de nuestra principal empresa pública, Pemex. Gracias a la alarma que provocó en España trascendió la negociación que está haciendo Juan José Suárez Coppel, director de la paraestatal, con una poderosa empresa constructora española para adquirir, sin licitación pública de por medio, un paquete accionario de la principal empresa petrolera de España, Repsol. Lo que llama más la atención es que Pemex pagaría 21 mil 800 millones de pesos por el 5 por ciento de acciones de la trasnacional ibérica, cuando sostiene que no cuenta con recursos suficientes para iniciar la construcción, largamente pospuesta, de la refinería en Tula, Hidalgo, cuya inversión sería de menos de la mitad.
Lo curioso del caso es que la ope
ración se está llevando a cabo por conducto de una filial de Pemex que no cuenta con personalidad propia por lo que no puede ser auditada, porque así lo determinó la Secretaría de Hacienda, cuya oficina radica en Holanda y se denomina PMI Holdings VB. Cabe recordar que Repsol YPF viene haciendo negocios en México desde que Ernesto Zedillo le abrió las puertas, sin que hubiera una elemental reciprocidad. Luego con Vicente Fox la empresa se metió más a fondo en los negocios a la sombra del gobierno, hasta culminar en septiembre de 2006 con un lesivo contrato por 15 años para vender a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) gas natural traído de Perú.
En ese entonces el secretario de Energía era Felipe Calderón, quien estuvo de acuerdo con Fox en la firma de un extraño contrato: Repsol pagaría a los peruanos 6 mil millones de dólares por el suministro de 500 millones de pies cúbicos diarios del producto, que a los mexicanos vendería en 15 mil millones de dólares. Negocio redondo, a costa de la paraestatal mexicana, pero no para México sino para un “gobierno” manejado como si fuera una empresa privada y el gerente general fuera Fox. Esto explica porqué Juan Camilo Mouriño tuvo una carrera vertiginosa en la administración pública, siempre al lado de su amigo, el entonces titular de la Secretaría de Energía.
Es cierto que de manera muy clara, la administración pública se comenzó a operar con una visión empresarial desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, pero con el arribo del PAN a Los Pinos, se despojó de matices estatales para abrirse plenamente a los negocios privados, situación que ahora con Calderón ha adquirido perfiles que rayan con la ilegalidad, si no es que son abiertamente fraudulentos, como lo ocurrido en Mexicana de Aviación, donde por un elemental imperativo de apego a la ley es ineludible que se limpie el lodazal que se ha venido acumulando desde hace un año, con la complicidad de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
En consecuencia, los llamados del inquilino de Los Pinos a que se actúe con plena transparencia, sus condenas a la corrupción, a la deshonestidad, a las complicidades, deben verse como una muestra paradigmática de falta de respeto a la sociedad. Mejor, mucho mejor, sería que se callara, para no ofender la inteligencia de los mexicanos. Es tiempo de que el Congreso, la Auditoría Superior de la Federación, procedan con estricto apego a la ley. Es preciso frenar la voracidad de un grupo en el poder que no tiene límites para seguir lesionando los intereses nacionales. Todo en la vida tiene un límite. El de la gravosa corrupción de la burocracia dorada ya fue ampliamente rebasado.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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