Carlos
Fernández-Vega
México SA
Privatización eléctrica
¡Se les pasó la mano!
Capacidad ociosa, 33%
Tanta ha sido la dedicación de los
gobiernos neoliberales para consolidar la privatización del sector eléctrico
nacional, que de plano se les pasó la mano: no sólo han pisoteado el mandato
constitucional en la materia, sino que es tal el número de contratos firmados y
los compromisos adquiridos con las trasnacionales del ramo, que a estas alturas
México reporta un exceso de capacidad de generación eléctrica, motivado
principalmente por una estimación demasiado optimista del crecimiento de la
demanda en los primeros años del siglo, que generó una elevada entrada de
capital privado para ese segmento. Abrieron de más y, junto con el raquitismo
económico que de tiempo atrás se observa, el país registra una capacidad ociosa
de 33 por ciento en generación eléctrica, en demérito de la empresa del Estado,
la CFE y, desde luego, de los bolsillos de los consumidores.
He allí un resultado
concreto de la enfermiza política privatizadora de los últimos cinco gobiernos
(ahora tres de los cuatro candidatos ofrecen más de lo mismo): por obra y
gracia de ellos, y sin que la Constitución lo permita, la participación del
sector privado se ha ido incrementando paulatinamente hasta llegar a 45 por
ciento de toda la electricidad producida en 2010. Y quien aporta estos
elementos no es otra que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe,
la Cepal, organismo que ayer divulgó su estudio La inversión extranjera
directa en América Latina y el Caribe 2011, del que se toman los siguientes
elementos.
Al contrario de lo que
ocurre en los países de América del Sur, en México existe un exceso de
capacidad de generación eléctrica. Desde 1994, en el salinato, el país seabrió a
la inversión privada en generación (manteniendo la Comisión Federal de
Electricidad como comprador único) mediante varias modalidades. La más
importante ha sido la relativa a los contratos de productores de energía
independientes, mediante los cuales la CFE subastaba la construcción y
operación de una planta generadora a la empresa que ofertara el menor precio
para la electricidad.
Todas las plantas así
construidas han sido centrales térmicas de ciclo combinado, en las que el
riesgo de alza del precio del gas permanece en la Comisión Federal de
Electricidad, ya que el generador privado puede pasar esa alza al precio de la
electricidad que vende. Este hecho, sumado a que la CFE firma acuerdos de
adquisición de energía por 20 años, hace que estas inversiones sean
especialmente seguras y fáciles de financiar para los inversionistas privados.
Con esta modalidad se logró atraer 14 mil 991 millones de dólares de inversión,
aunque la gran mayoría fue por contratos anunciados entre 1999 y 2004
(Zedillo-Fox) para centrales que han entrado en funcionamiento entre 2005 y
2010 (Fox-Calderón).
Además, ha ganado
relevancia la modalidad de autoabastecimiento, por medio de la cual uno o
varios consumidores importantes pueden asociarse a un generador eléctrico para
construir y operar una planta que les provea electricidad. Para esta modalidad
no es necesaria la participación de la CFE, que sólo recibiría un pago por la
transmisión y la distribución. Las inversiones hechas en estas plantas suman 10
mil 172 millones de dólares y se centraron sobre todo en la energía eólica.
Menos importante han sido las opciones de cogeneración (proyectos en los que se
aprovecha energía sobrante de otros procesos para generar electricidad), con 3
mil 484 millones de dólares, y de exportación, que permite a las empresas
construir plantas para vender electricidad a Estados Unidos (3 mil 115 millones
de dólares). Por medio de estas modalidades, la participación del sector
privado se ha ido incrementando paulatinamente hasta llegar a 45 por ciento de
toda la electricidad producida en 2010.
Sin embargo, con la desaceleración de
la economía mexicana en la última década, el consumo eléctrico no alcanzó el
crecimiento esperado y se llegó a tener en 2010 una capacidad ociosa de 47 por
ciento. En 2011 se consiguió reducir este margen a 33 por ciento gracias a la
dilación de la entrada de nuevas plantas, el repunte del consumo y la retirada
de las plantas más antiguas e ineficientes de la CFE. Aunque todas las empresas
trasnacionales con presencia en México tienen planes de ampliar su inversión,
éstos dependerán de la decisión del gobierno de abrir más contratos de
productores independientes de energía y de continuar con el modelo de
autoabastecimiento, lo que a su vez depende de la retirada de capacidad de la
CFE. Así de sencillo: el Estado se echa para atrás, para que avance el capital
privado.
En México las centrales
térmicas de ciclo combinado son la opción prioritaria (representaban 52 por
ciento de la capacidad instalada y 100 por ciento de las inversiones privadas
hasta que llegó la energía eólica), principalmente por el bajo costo del gas en
Estados Unidos, país con el que México está conectado por gasoductos. México
tiene un mercado de gas abierto y competitivo, que garantiza a los generadores
la oferta de combustible. La energía hidráulica, que en México tiene un
potencial inferior al de otros países de la región, está en manos de la CFE,
así como la geotérmica y la nuclear. La otra vía de crecimiento son las
energías renovables no convencionales y en especial la eólica.
México no ha tenido un
programa explícito de apoyo al sector eólico, pero ha desarrollado desde la
reforma de su sector energético en 2008 una serie de mecanismos que facilitan
la inversión privada en parques eólicos. Al cierre de 2011 existían 569 MW en
funcionamiento, mil 333 en construcción y se iniciarían obras por otros mil
277. La mayoría de estos proyectos adquirieron la modalidad
deautoabastecimiento, lo que implica que las empresas generadoras promotoras
del proyecto se alían con grandes empresas consumidoras para generar energía
que estas últimas compran. Aunque el primer parque importante de México (Venta
I, de 85 MW) es de la CFE, los que se construyeron a continuación fueron
principalmente para abastecer a grandes clientes como la cementera Cemex o
Wal-Mart. Al contrario que en Brasil y otros países, en México se han
construido casi exclusivamente enormes parques eólicos, todos ellos propiedad
de grandes corporativos privados.
Las rebanadas del pastel
Eso sí, apunta la Cepal, en México, a
corto y mediano plazos no existen perspectivas de abrir a la inversión privada
la transmisión y distribución de electricidad. Qué alivio, porque también en
estos renglones existe prohibición constitucional.
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