jueves, septiembre 13, 2012

Resistir para transformar


Resistir para transformar
Por Julio Pimentel Ramírez
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=191530 

No cabe duda que los mexicanos vivimos días aciagos, duros y brutales, en los que a la violencia descarnada del llamado crimen organizado -en el que participan coaligados la “iniciativa privada” del narcotráfico, incluidos carteles y “honrados” hombres de empresa, y funcionarios de todos los ámbitos y niveles de gobierno- se suma el terror silencioso de un sistema económico, político y social que da como fruto envenenado una sociedad insultantemente desigual, con unas decenas de millonarios que se yerguen sobre más de 50 millones de mexicanos pobres, muchos de ellos en la miseria.
Pero al lado de la pléyade de delincuentes de toda laya, de una clase política que en su mayoría se caracteriza por su incongruencia, oportunismo, insensibilidad social y corrupción, miles de ciudadanos no se conforman con lo que sucede y se deciden a continuar por el largo camino de la resistencia civil pacífica, organizándose, elevando su conciencia y convenciendo a los que aún no comparten la posibilidad de la transformación social con un sentido justo y soberano.
La decisión de Andrés Manuel López Obrador de iniciar la conversión del Movimiento de Regeneración Nacional de organización social a partido político, como es lógico cimbró no solamente a la izquierda electoral aglutinada en el PRD, PT y MC sino también a quienes desde posiciones progresistas se proponen enfrentar el retorno del PRI a la presidencia de la República, que no es otra cosa que la continuidad y aceleramiento del neoliberalismo privatizador matizado con el estilo de gobernar priísta, autoritario, corporativo y manipulador de los viejos y nuevos dinosaurios del tricolor.
En las cúpulas partidarias, en especial del PRD, ya piensan en el 2018 cuando lo más importante es cómo se enfrentará la nueva ola privatizadora ya adelantada por Enrique Peña Nieto, quien en reunión con el director de la OCDE (club de países ricos en el que México es uno de los parientes pobre y “arrimado”), el salinista Gurría Ordóñez prometió mayor apertura de PEMEX a la iniciativa privada, proceso iniciado hace algunos años.
Entre otros sectores de la amplia oposición al estado de cosas vigentes, la reacción ha sido variada. Algunos, como el Sindicato Mexicano de Electricistas anuncia que no se unirán a MORENA sino que al lado de otros contingentes -como es el caso de mineros actualmente disidentes, entre los que destaca el exiliado Napoleón Gómez Urrutia- formará su propia organización política.
En otros ámbitos de la República (como es el caso de Michoacán con movimientos sociales y sindicales, maestros principalmente) también se llevan adelante esfuerzos de generar instrumentos partidarios. En éstos el énfasis parece estar en la organización popular para la movilización social y en su momento la participación electoral.
Por supuesto que está presente el movimiento estudiantil YoSoy132, que tiene su propia dinámica no solamente de rechazo a la imposición de Enrique Peña Nieto sino en torno a un programa anti neoliberal que incluye la democratización de los medios de comunicación, fortalecer la educación, entre otros temas fundamentales, y su vinculación con organizaciones populares que demandan atención a solicitudes de diversa índole.
No olvidemos otras expresiones de la organización y resistencia popular, que pasa por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y los diversos organismos opositores que comparten su visión y sus principios de construir poder desde abajo, fuera de los ámbitos electorales; así como la de organizaciones político militares que tienen como estrategia la toma del poder por la vía de la violencia revolucionaria.
Es en este amplio espectro de la oposición al modelo neoliberal (fenómeno social en el que la madurez de sus participantes debe de superar el sectarismo y otros males de la izquierda para confluir en un amplio frente popular), que Andrés Manuel López Obrador impulsa la creación de un nuevo partido, formidable reto que tendrá que vencer múltiples obstáculos políticos, operativos e ideológicos.
No se trata, como el mismo ex candidato presidencial del Movimiento Progresista dice, de formar una organización para satisfacer ambiciones personales, por muy legítimas que éstas sean, sino de contar con un instrumento de transformación social.
Al lado de este esfuerzo organizativo, como parte sustancial e indisoluble, debe de prevalecer la lucha social en contra de las reformas neoliberales que el PRIAN pretenden imponer, entre ellas la laboral, la fiscal y la energética. No les será fácil a pesar de que unidos hacen mayoría en ambas cámaras, tendrán que enfrentar tanto a los sectores afines a ellos pero que ven afectados sus intereses particulares –por ejemplo los sindicatos de la CTM y la CROC con ciertos aspectos de la ley laboral calderonista- como a la oposición de izquierda y la movilización social en las calles.

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