jueves, septiembre 13, 2012

Preludio de más mediocridad

Por Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Preludio de más mediocridad

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Para confirmar que la situación del país habrá de seguir siendo la misma que hasta la fecha, luego de tres décadas de firme imposición de políticas públicas antidemocráticas, se reunió Enrique Peña Nieto con el titular de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría, quien le hizo entrega del estudio titulado “México, mejores políticas para un desarrollo incluyente”. Obviamente, se trata de un recuento de las acciones de política económica que entraron en vigor en 1983 y se consolidaron en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Como si hubiéramos retrocedido en el tiempo, Peña Nieto hasta repitió las mismas palabras que tanto le gustaba decir, viniera o no al caso, al líder del grupo neoliberal. Dijo el mexiquense: “Mi mayor prioridad es trabajar por quienes menos tienen y combatir de manera eficaz la pobreza y la desigualdad”. Desde entonces, 1988, todos los ocupantes de Los Pinos repiten cual loros ese desafortunado estribillo, que suena como una sádica burla, pues lo que menos les interesa es sacar de la pobreza a cada vez más millones de mexicanos.


Según Gurría, “llegó la hora de salir de la mediocridad de la media tabla. México puede iniciar la larga y compleja tarea de cerrar las brechas y transformarse gradualmente en un país desarrollado”. ¿Cómo lograrlo cuando los objetivos básicos del grupo en el poder son seguir imponiendo políticas públicas que no tienen otra salida que la mediocridad? De seguro deben creer que los mexicanos seguimos siendo un pueblo de analfabetas funcionales y de retrasados mentales al que nos pueden seguir jugando el dedo en la boca con suma facilidad. El caso es que con sus dichos y hechos así lo patentizan, sin importarles las consecuencias de su cinismo y desvergüenza.
Peña Nieto reiteró su compromiso de trabajar para que México se convierta “en una potencia que sea orgullo de sus habitantes”. Es muy dudoso que lograra tal objetivo, pues nadie podría enorgullecerse de vivir en una sociedad tan desigual, tan injusta, tan mediocre. El problema mayor es que no hay visos de que algo pudiera mejorar para las clases mayoritarias, sino todo lo contrario, de aprobarse las reformas estructurales conforme a los dictados de la oligarquía, como es previsible que suceda si no hubiera una amplísima movilización social que lo impida. Entonces, dentro de poco tiempo estaríamos padeciendo las consecuencias de la ceguera y egoísmo de las pocas familias que han tomado al país de rehén.
Éstas y sus leales servidores actúan como si el país fuera de su propiedad, consideran que nadie más tiene derechos sobre el territorio y sus bienes, por eso se les llena la boca al hablar de un México próspero, de primer mundo. Si ellos están bien, ahítos de tanta riqueza y privilegios, claro que pueden decir que viven en una nación que progresa y avanza para equipararse con las grandes potencias: así lo viven y lo demás les tiene sin cuidado.
Mientras tanto, el país retrocede a pasos agigantados, como lo patentizan las estadísticas y la terca realidad. En tres décadas, el poder adquisitivo del salario perdió más de 80 por ciento de su capacidad de compra, cosa que debe saber muy bien Gurría, sin que eso le preocupe. Al fin que él trabaja para beneficiar a los que más tienen, y vaya que lo ha hecho muy bien, por eso está al frente de la OCDE. De ahí que sus recomendaciones sólo ratifiquen lo que ya sospechábamos: Peña Nieto fue impuesto con la finalidad de garantizar la continuidad de un proyecto antidemocrático que no tiene otro propósito más que abultar las carteras de los pocos beneficiarios del modelo.
Así como vamos, ciertamente vamos a salir de la mediocridad, pero para hundirnos como país en la inmundicia del subdesarrollo más indignante, una vez que la oligarquía vea que ya no hay nada que seguir explotando aquí, que la economía ya no da para más. Entonces, sus miembros más conspicuos cerrarán sus centros de trabajo, casas grandes y casas chicas y se marcharán a disfrutar de sus riquezas en otros lares.
Al menos deberían evitarnos el disgusto de escuchar sus cínicas palabras que demuestran el desprecio que tienen por “la prole”. Es indignante que se les llene la boca para decir que su preocupación fundamental “son los que menos tienen”, cuando en los hechos demuestran todo lo contrario. Con todo, al seguir con sus mismas actitudes y pronunciamientos de hace tres décadas, patentizan que tienen alguna certeza de que México tiene aún cuerda para rato. Esto es bueno por una parte, pero muy malo por lo que significa como preludio de que seguirá la explotación inmisericorde de los mexicanos.
(guillermo.favela@hotmail.com)

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