sábado, septiembre 29, 2012

Una depredación aún incompleta

Una depredación aún incompleta

Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
http://poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=194906

La conferencia de prensa que ofreció Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex, junto a varios de sus colaboradores, dejó más dudas que respuestas claras sobre la construcción en astilleros españoles de dos hoteles flotantes por un monto de 380 millones de dólares. Lo que no deja duda alguna es que la paraestatal sigue siendo la principal fuente de negocios en México, de ahí el enorme interés en abrirla lo más posible a inversionistas privados, como en realidad ha estado sucediendo desde 1983, cuando Miguel de la Madrid aceptó la orden de la Casa Blanca de acabar con la estrategia que tan buenos resultados tuvo durante varias décadas: la economía mixta bajo la rectoría del Estado.

Desde entonces, el botín más apetecible fue Pemex. En esos años el sindicato, dirigido por Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, era el principal estorbo a las maquinaciones privatizadoras del grupo neoliberal recién estrenado en el poder, motivo por el que se fue gestando su liquidación. Tres décadas después, el papel que jugó la organización sindical se puede juzgar con plena objetividad, y concluir que aun cuando la corrupción era un cáncer endémico, el liderazgo que ejercía “La Quina” era un valladar firme contra las ambiciones del grupo en el poder.
Ahora podemos darnos cuenta que la corrupción de aquellos años era un juego de niños en comparación con la que hizo presa a la paraestatal con la llegada del grupo salinista. Si aún existe es porque se trata de una empresa con enormes recursos y un potencial extraordinario, no obstante la depredación criminal de que ha sido víctima por parte de las diferentes administraciones del PRI y del PAN en los últimos treinta años. Aún hay Pemex para mucho tiempo, razón por la que Felipe Calderón y su grupo de interés quisiera apoderarse de la empresa, o cuando menos sacarle el mayor provecho posible en los dos meses que faltan para que deje el poder.

Esto explica el interés en hacer todo tipo de negocios, incluso algunos que no se justifican, como los dos hoteles flotantes por los que Suárez Coppel firmó un contrato con dos astilleros españoles, por un monto de 380 millones de dólares, como informaron en Galicia una vez que se formalizó, seguramente, la operación. Sin embargo, como el mundo se le vino encima al subalterno de Calderón, salió con que aún no se firman los contratos, y que además no es propiamente Pemex la que contrata, sino la empresa PMI Comercio Internacional. Además, tendrá que darse el aval de Pemex Exploración y Producción (PEP).

Suárez Coppel aseguró que se recurrió a astilleros españoles porque los de aquí no tienen la capacidad para desarrollar el tipo de proyectos como el de los hoteles flotantes, y además sus precios son más altos. Debe ser mera casualidad que los dos astilleros de Galicia, gracias a Pemex no se irán a la quiebra y 3 mil desempleados podrán regresar a trabajar. Sin duda un inestimable favor de México a España, en momentos tan difíciles como los que está atravesando.

Pero Suárez Coppel se cura en salud, como se dice coloquialmente, y asegura que “estamos trabajando en conjunto con la industria de astilleros y armadores para ver qué podemos hacer hoy en México y qué podríamos hacer en el futuro”. ¿Se estaría refiriendo al lapso de dos meses que faltan para que deje el puesto, o será que ya está tan integrado a la industria petrolera que podrá continuar haciendo planes para un futuro más largo?

Por lo que se observa, él si podrá meterse a empresario, no los obreros a quienes el diputado del PAN, Alberto Coronado Quintanilla, recomendó “que se hagan empresarios”, para que resuelvan su problema económico y no anden molestando con demandas de aumentos salariales y zarandajas por el estilo. Lástima que no puedan hacerlo, porque el modelo económico no lo permite, ni siquiera bajo el esquema de pequeños empresarios, pues de inmediato irían a la quiebra.

Qué diferencia con los tiempos en que había dirigentes obreros con un sentido social de su labor gremial, como “La Quina”, a quien Carlos Romero Deschamps le cargaba su maletín y era su mandadero, motivo por el que hoy actúa como un potentado. Eran los tiempos en que las zonas petroleras presentaban condiciones que hoy ni en sueños se podrían vivir, como pleno empleo, seguridad absoluta, alta capacidad adquisitiva del salario, gracias a que la industria petrolera estaba al servicio del país, independientemente de las corruptelas de los subalternos de “La Quina”, como Salvador Barragán Camacho.

Hoy está al servicio de los depredadores nacionales e internacionales, como lo demuestra una simple evaluación del modo como es administrada la paraestatal. Por eso es impensable que se pudiera implantar con éxito el modelo de la brasileña Petrobras: ésta se administra bajo estrictas reglas de transparencia, honestidad y visión de futuro imposibles aquí.



(guillermo.favela@hotmail.com)

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