viernes, septiembre 14, 2012

Opresión y dependencia

Opresión y dependencia

Por Ricardo Andrade Jardí
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=191753

Más que nunca hoy se requiere de un pensamiento radical. Seguir bajo la ilusión de que para el 2018 “sí que vamos a cambiar”, por un lado, no es más que una patología de subjetividad opresiva; por otro es parte de un colectivo imaginario que nos obliga a la eterna resignación de que nada puede ser cambiado. Un imaginario colectivo que nos obliga a pensar que lo que no es natural, es, o parece ser, lo natural.

Ni la injusticia ni la corrupción son naturales y al contrario son la organización del caos, de la barbarie y la impunidad para explotar a mayorías, animales y humanas, sumidas en una patología opresivo/dependiente/crónica... es decir en el explotado dependiente y siempre temeroso de su explotador, está fincada la dependencia, casi infantil, en la que reposa una buena parte del imaginario nacional. Lo que, a fin de cuentas, hace posible que sujetos como el “haiga sido como haiga sido” puedan desgobernar el país durante seis años y salir impunes de sus criminales estupideces y de sus brutales complicidades.


En tanto, el resto seguimos caminando en la degradación de ser jodidos en un territorio lleno de riquezas que nuestro empresariado chatarra remata; Y los, ahí sí, grandes capitalistas transnacionales nos arrebatan ante una pasividad adormilada por discursos demagógicos que prometen revoluciones que no lo serán nunca pues queremos cambiar “nomás tantito”, nomás hasta donde mi confort no se vea afectado.

Baste de ejemplo la resistencia opresiva a liberar procesos como la computadora “tan revolucionaria en estos tiempos”; “para qué aprender a usar el software libre, si papá Microsoft, nos ahorra la libertad de pensar en qué utilidad queremos darle a la máquina computadora, “qué güeva”, si Microsoft lo hace por nosotros. Mientras las “juventudes revolucionarias postean” en el “revolucionario faceboock”, las consignas, sin contenido, que las justifique, consignas que fueron en otros tiempos, sin facebook ni telebasura, el motor de las luchas que impulsaron la conquista de los derechos educativos, laborales, sociales por las que hombres y mujeres libres murieron para otorgarnos. Pero nuestra respuesta hoy es la “lucha pacífica que no afecte a terceros” aunque siga abriendo el camino para que la rapiña empresarial nos siga arrebatando todos los derechos.

“No hay que ser violentos”, gritan “los estudiantes” a los otros estudiantes que intentan derribar con sus manos y pies las violentas vallas que protegen la cobarde actuación de los violentos corruptos que cobran como jueces, cuando saben de justicia lo que el hambriento sabe de democracia.

No cabe duda que 50 años de televisión han convertido, una buena parte de nuestro individual talento, en enajenados consumidores incapaces de sentir como propia la injusticia cometida a cualquier ser humano en cualquier rincón del planeta.

La dictadura se impone en México y en buena parte del territorio nacional y seguimos suponiendo que es natural y no violento el tener que pagar 6 pesos por un transporte público de mierda, como el que “ofrecen” los concesionarios del ramo en Mérida, la de Yucatán, los que además se dan el lujo de amenazarnos cada año con aumentar la tarifa de su pésimo y mortal servicio, frente a un Estado que está obligado a “garantizar de forma digna” el servicio de transporte colectivo, pero ofrece en concesión el servicio para terminar siendo chantajeado también por el concesionario, pagando los platos, de la mediocridad política de quienes nos “gobiernan”, los ciudadanos, que hemos delegado en otros el poder de decidir sobre nuestras vidas.

No es con buenas intenciones como cambiaremos este país, sino con acciones contundentes que afecten los intereses económicos (capitalistas que son) de quienes hoy afectan de facto la vida política, económica y cultural en nuestro intento fallido por ser república.

Son los intereses de terceros (empresarios chatarra, políticos mediocres y banqueros ladrones) los que afectan la vida democrática de los mexicanos; y mientras los “conscientes ciudadanos”, sigamos sin ver y sin entender el grado de violencia que afecta social e individualmente a nuestras vidas, la violencia seguirá arraigándose en el imaginario colectivo como algo natural.

Violencia es el FOBAPROA, violencia es la IMPUNIDAD, violencia es la telebasura que somete y enajena a grandes sectores de la sociedad por medio de la mentira, violencia son los cobros inmorales de los servicios telefónicos o los que se hacen por la CFE (empresa de corrupción mundial), por dar un par de ejemplos; violencia es el asesinato de los 49 niños en la guardería ABC de Sonora, violento es que Molinar Horcasitas, quien subrogó la guardería en cuestión a los familiares del gobernador priísta de Sonora y a los parientes del espurio Fecal, que siguen libres pese a ser asesinos peligrosos; violencia es el hecho de que en las escuelas primarias públicas de Yucatán soliciten a los padres de familia un libro guía con un excesivo costo, que denigra el libro de texto gratuito y libera al “maestro o maestra” de preparar su clase como es debido; violencia es tener un magisterio “gobernado” por “la maestra” Gordillo, violencia es que el INAH permita que el patrimonio arqueológico de los mexicanos sea trasladado al presumido “Museo Maya” en beneficio de empresarios particulares. Violento es un Poder Judicial que avala la presunta compra de una elección federal con dinero del crimen organizado para después hablar de la reconciliación y la vida democrática del país. Violencia es que EPN anuncie una comisión anticorrupción cuando él y su “equipo de transición” son la definición ejemplar del sujeto corrupto. Violento es que la Coca-Cola nos hable de su compromiso con el deporte cuando su producto influye en que hoy el país esté entre los primeros lugares de obesidad y diabetes infantil. Violencia es todo aquello que afecta nuestros derechos más elementales. Violencia es lo muchos que cada día somos más incapaces de ver como violencia. Violencia es una sociedad que no ve como violencia lo que es violento y frena toda manifestación de repudio contra los que ejercen los actos violentos escudados en la cobija de “la legalidad” que legaliza la violencia de lo ilegal.

No hay cambio posible mientras la “vida” institucional, que en México es sinónimo de corrupción, se siga imponiendo; el país requiere un nuevo pacto social y para eso hay que estar no sólo listos, sino dispuestos a romper un par de vidrios, ser conscientes de que la violencia que conlleva resistir la barbarie de la violencia impuesta en nombre de una “paz” institucionalizada e inexistente no es en sí violencia, sino actos de urgente Despertar Ciudadano. Estar dispuestos para algunos actos colectivos de resistencia civil, que puedan parecer violentos porque afectan los intereses de los que ejercen la institucional violencia, serán la única forma real de frenar la generalizada violencia a la que el pueblo trabajador de México es sistemáticamente sometido.

No es lo mismo resistir que someter, resistir es un acto de dignidad humana, someter es obligar por medio de todas las formas de la violencia a que otros sujetos asuman pasivamente los caprichos de aquellos que se sienten dueños de la vida de otros.

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