Alvaro Cepeda Neri
Prólogo Político
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Supimos de las reuniones secretas entre Calderón y Peña, antes y después de las elecciones de julio pasado. Obviamente se pusieron de acuerdo en que Peña le garantizara impunidad, y éste ya dijo que no perseguirá a nadie. Y menos, claro, a Calderón y sus secuaces: Genaro García Luna y su cártel policiaco de primer nivel. En ellas, Calderón avisó a Peña que enviaría su anteproyecto de contrarreforma laboral, para que los legisladores del PAN y del PRI de ambas Cámaras, con modificaciones superficiales la aprobaran. Con ella Calderón lograría al fin, que los patrones exploten más a los trabajadores; Peña no se ensuciaría las manos y “golpe dado ni Dios lo quita”, para que inicie su sexenio con una modificación de fondo a la legislación laboral conforme a los intereses priistapanistas.
Calderón le hereda otra bomba de tiempo a Peña y éste que aprendió de la brutalidad autoritaria de Álvaro Obregón, que extremó en Atenco, con eso combatirá a los obreros y empleados.
En nuestro antiguo sistema presidencial, el presidente en turno hace y deshace a su antojo; y puesto que a Calderón no le importa una mentada más, a Peña le conviene que éste proponga el anteproyecto para lavarse las manos. Una maniobra a la Pilatos donde crucifican a los trabajadores que no tendrán seguridad social, no acumularán antigüedad, no podrán demandar a su patrón y serán despedidos olímpicamente. Calderón no dio el paso en falso. Necesita el apoyo del PRI y la complicidad del PAN (se sumarán el verde y el Panal), para modificar la Ley Federal del Trabajo y dejando en el “obedézcase, pero no se cumpla” el Art. 123 de la Constitución para no tener que hacerle contrarreformas, que es más complicado.
Así que Calderón y Peña son “uña y mugre” de esta contrarreforma, “sometida sólo a discusión”. Pero es una trampa peñista-calderonista para dejar a los asalariados en la indefensión. La “modernización” del priismoempanizado es una regresión frente a las conquistas laborales que si bien no se cumplen en su totalidad, al menos son agarraderas para que los trabajadores las usen para sus mínimas demandas de salud, huelgas, indemnizaciones, vacaciones y jornadas de 40 horas semanales. Calderón tuvo el apoyo de Peña para presentar la contrarreforma del políticamente imbécil de Lozano Alarcón, el bravero ahora en el Senado, ex priísta arrepentido y panista oportunista, pero servil de Calderón.
Así que Peña y Calderón son cómplices para echar abajo las pocas conquistas laborales y dejar óptimas condiciones a los patrones para ponerle la bota en el cuello a los que tengan la fortuna de ser rentados por terceros a las empresas, como modernos esclavos que recibirán miserables salarios y ninguna prestación. Maniobrando para embestir al pueblo. Los dos ilegítimos, uno apenas electo y el otro huyendo, dejaron en la completa inseguridad y sin derechos laborales a los mexicanos que encuentren un trabajo. Si el PRI apoya al PAN y ambos aprueban la iniciativa de contrarreformas, no se extrañen de que al “saltar la liebre donde menos se espera”, eso encienda la crisis social.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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