Cabildeo seudocientífico
Asa Cristina Laurell
En agosto se publicó en la revista Lancet un
artículo sobre el Seguro Popular,The quest for universal health coverage, firmado
por 18 personas, incluso dos ex secretarios de salud –Soberón y Frenk– y el
actual secretario de salud, Chertorivski. Llama la atención que una revista
científica prestigiada publique un artículo inusualmente largo que, además, es
la repetición o síntesis de anteriores textos del equipo de Frenk. Todos los
autores reportan además conflictos de interés respecto del contenido del
artículo y 10 de ellos pertenecieron al grupo cercano de Frenk.
Resulta obvio que esta publicación forma parte de la
disputa por el control de la Secretaría de Salud o la Secretaría de Seguridad
Social en ciernes para el nuevo sexenio. Lo que sorprende es el significado de
la utilización y colaboración de esta prestigiada revista en este propósito.
Torcer la ciencia con fines ajenos a la generación de conocimiento, sea para
adquirir poder político o para comercializar productos sin el debido rigor, es
un problema ético creciente. Esta es la razón de exigir la declaración de conflicto
de interés para incrementar la transparencia y credibilidad. En el caso
que nos ocupa, todos los autores declaran tener conflictos de intereses, porque
pertenecen al equipo diseñador y/o ejecutor y/o evaluador institucional del
Seguro Popular (SP).
Resulta difícil creer que este artículo haya sido
sometido a una evaluación independiente de pares en vista del evidente sesgo en
la inclusión o exclusión de referencias bibliográficas y el uso acrítico de los
datos de la propia Comisión Nacional de Protección Social en Salud (CNPSS).
Incluso la aseveración inicial de quecobertura universal en México es sinónimo
de protección social en salud es cuestionable, ya que sugiere que el SP es
el único camino para garantizar el acceso universal de los mexicanos a los
servicios de salud. Existen otros modelos que se pudieran instrumentar con
éxito, pero requieren de nuevas prioridades nacionales que no son compatibles
con la mercantilización de la salud y la fe en la competencia como la palanca
de la eficiencia y la calidad de los servicios.
Para ejemplificar algunos de los sesgos del artículo se
pueden señalar los siguientes. El primero es que la última medición
independiente de la afiliación al SP, realizada con la Encuesta Nacional de
Ingreso y Gastos de los Hogares, citada en el texto, demostró que había una
discrepancia de 10 millones de personas o 21 por ciento con los datos del
CNPSS, mientras el artículo reporta sin comentario el dato de afiliación de la
CNPSS. Otro tipo de sesgo es dar datos de cobertura y hacerla equivalente a
acceso cuando son dos nociones distintas.
El artículo sostiene que la prueba de los avances en la
vigilancia epidemiológica es el descubrimiento de la epidemia de la influenza
H1N1, cuando la propia Ssa reconoció que reaccionó tarde. Afirma además que la
epidemia fue una de las razones de no alcanzar la cobertura universal en
2010, por el gasto en medicamentos y vacunas, cuando este dinero no se tomó del
presupuesto de salud autorizado para los estados. Lo que no se menciona es el
sistemático subejercicio del presupuesto autorizado por la Cámara de Diputados
de 2008 en adelante. Además, se omite señalar que la Aportación Solidaria
Federal ya casi no se transfiere a los estados por la manera como está
condicionada por la ley.
Para demostrar el impacto en salud del SP se usa el
concepto cobertura efectiva, aunque los propios autores reconocen las
dificultades en su aplicación. Recurren además a estimaciones cuando faltan
datos o los presentan con intervalos de tiempo variables. Por ejemplo, la
mortalidad materna se da para 1990 y 2010, lo que impide conocer el impacto del
SP. Así se encubre que la mortalidad materna incluso se incrementó
temporalmente en el periodo 2006 a 2011, y bajó muy lentamente entre 2004-2006,
principalmente por las intervenciones del Instituto Mexicano del Seguro Social.
La imagen que el artículo intenta vender es que el éxito
del SP es innegable y comprobado con evidencias científicas robustas; llega
incluso a recomendarlo como un mapa de ruta para el movimiento global para
alcanzar la cobertura universal. Hubiera sido mucho más importante hacer un
análisis de los problemas y dificultades que ha enfrentado.
Al final se retoman prácticamente todas las propuestas
del programa de Peña Nieto para salud y seguridad social para no discrepar del
consenso dominante y quedar al margen en la selección de los integrantes del
gabinete.

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