NO. La terquedad de Calderón es la que asesina a México
Por María Teresa Jardí
El decir ¡ya basta! a la delincuencia es el trabajo del gobierno. Es el trabajo que justifica la firma del pacto social que permite la vida en paz. Es el trabajo para el que se contratan los que aspiran a gobernar como servidores legítimamente elegidos por el pueblo contratante al que deben garantizar, además de la seguridad, también la felicidad. Garantizar la seguridad es el trabajo primario que todo gobierno realiza cuando cumple con su cometido.
El garantizar la seguridad pública al pueblo es una obligación del gobierno, que no un mérito. Es una obligación incluso cuando se usurpa y apenas puede considerarse que el que debe brindarla encabeza un desgobierno que será recordado como de mala memoria.
El trabajo del gobierno, incluso cuando se usurpa el puesto no logrado en las urnas, pasa también por la obligación de prevenir la comisión de los delitos antes que los mismos se cometan.
NO. No es un trabajo ciudadano el decir ¡ya basta! a la delincuencia, más allá de decirle ¡ya basta de atacarnos a los ciudadanos!, apelando a la buena conciencia que seguramente queda en los delincuentes no organizados desde dentro del gobierno encabezado por un usurpador mediocre y sanguinario que a México desgobierna.
El decir ¡ya basta! a los delincuentes es el trabajo de Calderón y del resto de su igual de impresentable equipo de funcionarios con los que al país hoy se desgobierna.
La seguridad es lo único que justifica la existencia de los gobiernos. Y cuando el gobernante no cumple ni con ese rubro, los pueblos tienen el derecho, garantizado constitucionalmente en el caso del nuestro, de decir ¡ya basta! a ese gobierno. NO. El ¡ya basta! a la delincuencia es lo que tendría que haberse dedicado a hacer esa cabeza inconcebible del desgobierno que hoy usurpa el Poder Ejecutivo en México.
Por María Teresa Jardí
El decir ¡ya basta! a la delincuencia es el trabajo del gobierno. Es el trabajo que justifica la firma del pacto social que permite la vida en paz. Es el trabajo para el que se contratan los que aspiran a gobernar como servidores legítimamente elegidos por el pueblo contratante al que deben garantizar, además de la seguridad, también la felicidad. Garantizar la seguridad es el trabajo primario que todo gobierno realiza cuando cumple con su cometido.
El garantizar la seguridad pública al pueblo es una obligación del gobierno, que no un mérito. Es una obligación incluso cuando se usurpa y apenas puede considerarse que el que debe brindarla encabeza un desgobierno que será recordado como de mala memoria.
El trabajo del gobierno, incluso cuando se usurpa el puesto no logrado en las urnas, pasa también por la obligación de prevenir la comisión de los delitos antes que los mismos se cometan.
NO. No es un trabajo ciudadano el decir ¡ya basta! a la delincuencia, más allá de decirle ¡ya basta de atacarnos a los ciudadanos!, apelando a la buena conciencia que seguramente queda en los delincuentes no organizados desde dentro del gobierno encabezado por un usurpador mediocre y sanguinario que a México desgobierna.
El decir ¡ya basta! a los delincuentes es el trabajo de Calderón y del resto de su igual de impresentable equipo de funcionarios con los que al país hoy se desgobierna.
La seguridad es lo único que justifica la existencia de los gobiernos. Y cuando el gobernante no cumple ni con ese rubro, los pueblos tienen el derecho, garantizado constitucionalmente en el caso del nuestro, de decir ¡ya basta! a ese gobierno. NO. El ¡ya basta! a la delincuencia es lo que tendría que haberse dedicado a hacer esa cabeza inconcebible del desgobierno que hoy usurpa el Poder Ejecutivo en México.
El pueblo no tiene que hacer el trabajo destinado por mandato legal a los que cobran por la prestación del servicio público que los torna en gobernantes.
Garantizar la seguridad es la obligación que tiene incluso el que usurpando llega a ocupar el puesto que la ciudadanía no entrega en las urnas en aras de conseguir una legitimación que con su guerra se ha tornado ya del todo imposible. Al lado de Victoriano Huerta, convirtiendo Felipe Calderón, a Huerta en casi un ángel, está ya ubicado Fecal por la historia. Y se va a enterar el usurpador en cuanto acabe su periodo canalla lo que de él opinan incluso sus ahora cómplices dueños de las televisoras.
La sociedad no tiene porqué hacer el trabajo que a Calderón le corresponde realizar, incluso porque para eso se cobra a lo chino de manera millonaria.
Y entenderlo así es el gran mérito de Javier Sicilia. Se le acabó el plazo a Calderón sin haber podido convencer con su falsa guerra con la que a México ahoga en la sangre de sus hijos.
Estamos ¡hasta la madre! de ver correr la sangre de los mexicanos y de los migrantes de otros países con la complicidad, al menos, cuando no siendo autores los mismos que hoy a México desgobiernan.
NO, no podemos, cuestión de inteligencia, continuar viendo cómo se convierte a México en un cementerio.
NO. El ¡Ya Basta!, del pueblo es para que Calderón se vaya, inmediatamente, sin tardanza... Para que ya se vaya dándole una oportunidad a México.
La guerra absurda, amén de entreguista y a todas luces impuesta por los que al igual que la sociedad mexicana también lo desprecian, por mediocre, por inculto, por autoritario, por mal gobernante, por terco, por sanguinario... es la que con México acaba. Que no la droga, ni los que se dedican al negocio del narcotráfico porque al imperio le conviene, por dinero, mantener la droga como mercancía clandestina, aunque el gobierno tenga la obligación de perseguirlos, que NO los ciudadanos. NO. La terquedad de Calderón es la que asesina a México.
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