Astillero
Lavatorio de manos
Feliponcio Pinatos
Slim, pa’ que aprenda
Lujo diplomático en Madrid
Calderón chapotea con sesgada intención en las aguas cuya existencia aún no se atreve a reconocer abiertamente: estaríamos mejor... si nomás estuviera yo. Felipe saca su cuerno oratorio de chivo y dispara contra todos los que no sean él y su minigabinete: nadie hace el trabajo correctamente (ni gobernadores ni presidentes municipales, por ejemplo), nadie tiene patriotismo y entrega suficientes para enfrentar a los malvados (más que policías federales, soldados y marinos, todos bajo su mando), nadie entiende que la guerra” debe seguir (“ingenuos” los que hablan de que el Ejército se retire de las calles), nadie podrá sacar a la nación adelante más que él, el caudillo necesario, el jefe militar imprescindible, el dirigente político hoy incomprendido pero mañana laureado, el Mesías del Fusil.
Fue este viernes recién pasado, frente a los directivos de la cámara nacional de empresarios del autotransporte. Segundo discurso en busca de redireccionar las protestas públicas. Las culpas no deben buscarse en los ámbitos institucionales o de gobierno, sino en las entrañas oscuras de los delincuentes por sí mismos, convertidos éstos en explicación suficiente como para que los ánimos populares de reproche se ceben en cárteles y capos y no en inmaculados funcionarios públicos, mucho menos en quien ha detentado la Presidencia de la República durante casi cuatro años y medio (que han parecido una eternidad). Felipe se transfigura. Le emociona el tema de la “guerra” y adjudica a quienes se oponen a ella la peregrina intención de dejar intocados a los delincuentes, como si de pronto hubiera una conspiración civil deseosa de elevar a los altares del poder público a los narcotraficantes, como si la elección fuera entre el horror de hoy o la estricta aplicación de la justicia. De poder hacerlo, es de creerse que el comandante Calderón mandaría a paredones sumarios a quienes le critican, dado que estarían entorpeciendo los magnos propósitos patrióticos que, según él mismo, le alientan.
Habrá de verse más delante si del discurso del héroe único –él, obviamente– no pasa Felipe a la convicción de que siendo único también debería ser vitalicio, permanente, inamovible. Aguas de tentaciones personalísimas en las que hoy chapotea con plena conciencia el presunto mártir de temporada, el doliente de Los Pinos que ha adelantado fechas y ya está en temprana ejecución de las artes de muy localizada jabonadura que mediante jofaina y aguamanil practicaban los procuradores (o prefectos) coloniales del imperio romano para exculparse de crímenes que inducían o toleraban. “No soy responsable por la sangre de este hombre” (en el caso, “de esta nación”), es la letanía de Feliponcio Pinatos, el detentador de la Presidencia de la República que ahora no halla a quién culpar de los sangrientos resultados de sus bélicas obsesiones: “La violencia que hoy padece México avanza sobre la debilidad de las instituciones y sobre el titubeo de los gobernantes”, dijo en una frase lanzada contra los otros, los demás, los que sí son o deben ser culpables, como si él, Calderón, solamente fuera un enjundioso opositor, un feroz crítico, un político en campaña electoral...
En otro frente de guerra, el de las telecomunicaciones, sicarios gubernamentales supuestamente encargados de regular la competencia entre cárteles empresariales pretenden darle levantón a mil millones de dólares, en un cobro de piso disfrazado de multa que forma parte del proyecto de hacer a un lado a los Slim para dar paso a los Azcárraga, Salinas Pliego y Calderón. Aun cuando no fue encontrada ninguna cartulina que dijera “pa’ que aprendan a respetar”, sino una notificación oficial de la Comisión Federal de Competencia, el enorme cobro está relacionado con las ejecuciones publicitarias, los pleitos entre poderosas familias a causa de expansiones telefónicas, apertura de nuevas cadenas televisivas y otros episodios negros que podrían agravarse si las presuntas autoridades actúan facciosamente en favor de alguno de los bandos en pugna (conducta parcial que ya se ha visto en el tema del narcotráfico, con un cártel central protegido y otros perseguidos).
Astillas
Cinco años atrás, en cárceles españolas había cinco mexicanos presos. Hoy son 300. Al menos eso dice el embajador Jorge Zermeño, un panista con suerte que sin antecedentes diplomáticos y con una carrera política proporcionalmente inferior al cargo vive en un palacete en el que alguna vez se han celebrado fiestas hasta para 3 mil 500 personas y que llamó la atención de un programa de Radio y Televisión Española, según se puede ver en http://bit.ly/gmWkR0 a partir del minuto once. En el reportaje, que busca dar a conocer la manera en que se vive en una zona de gran lujo de Madrid, uno de los choferes oficiales comenta que entre otros beneficios del uso de placas diplomáticas está el “aparcar en doble fila”. La esposa del embajador, por su parte, comenta que entre ella y la princesa Letizia hay similitudes, pues ambas fueron periodistas y encontraron sus príncipes. El video fue difundido en Twitter por el periodista e investigador mexicano Manuel de Santiago, @buenasrazones...
Las inundaciones y desbordamientos en el Distrito Federal afectan electoralmente a la izquierda y a Marcelo Ebrard, en cuanto esos problemas han sido insuficientemente atendidos no solamente por el actual ocupante de la jefatura del gobierno capitalino, sino también por sus antecesores, volcados todos más en el lucimiento de lo exterior que en correcciones profundas...
Y, mientras López Obrador se empeña en sostenerse como el factor central y decisorio del proceso en el estado de México, sin dejarle a Alejandro Encinas el espacio político suficiente para que no parezca subordinado local de un proyecto nacional, ¡hasta mañana, con el gobernador fantasmal de Tamaulipas nombrando nuevo secretario de Seguridad Pública, en relevo de un militar que renunció al cargo por el poco apoyo económico recibido para los policías, en el contexto de las narcofosas de San Fernando!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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