Alejandro Gertz Manero
Fracaso y entreguismo en seguridad
Fracaso y entreguismo en seguridad
Los burócratas de la seguridad del país, que no pueden cumplir con su deber, y que no renuncian aunque México esté en llamas por su culpa, y menos rinden cuentas de sus fechorías, ineptitudes y corrupción; actúan de esa manera porque se hallan protegidos por el manto sagrado de una impunidad oficial, que no es fácil de entender.
Ante esa conducta tan fallida y vergonzosa la comunidad se ha preguntado por qué se les permite a estos fracasados destruir la imagen de México, su crecimiento económico y generar un baño de sangre, mientras todos los delitos se multiplican, y la respuesta nos acaba de llegar gracias a un show mediático organizado para el lucimiento de esos mismos burócratas, que se convirtió —como todo lo que promueven— en una exhibición más de su fracaso y de sus verdaderas y secretas motivaciones.
Resulta que en la “cumbre” contra las drogas en Cancún, Michele Leonhart, directora de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), con una candidez conmovedora, o con una malicia intencionada, declaró que en “cientos de ciudades en Estados Unidos” las pandillas que operan el narcomenudeo dependen y están manejadas por cárteles de grandes narcos mexicanos, que actúan desde México, y que desde aquí ordenan, manejan y dominan las rutas de tráfico y de trasiego de drogas en los Estados Unidos y que por lo tanto la DEA trabaja con las autoridades de México para transformar a esos “cárteles mexicanos” de una “amenaza a la seguridad nacional” de su país a un “manejable problema de aplicación de la ley”, y que en los últimos años “la DEA ha entrenado a más de 17 mil oficiales extranjeros, para esos fines”.
Con estas declaraciones, que son una confesión que no tiene desperdicio, se viene a ratificar el porqué de la impunidad de los burócratas de seguridad de México, que en lugar de aplicarse a reducir los delitos y a controlar la criminalidad abrumadora en el país, se han dedicado a tratar —inútilmente— de desarticular a las bandas de narcos mexicanos que mandan droga a los Estados Unidos, y por eso vemos “detenciones” de delincuentes que no sabíamos ni que existían, y que los tienen que “arraigar” durante meses porque no hay elementos para consignarlos por los delitos que cometieron en Estados Unidos.
También ya sabemos por qué los burócratas autóctonos cuentan con una inmensa y altísima protección, ya que sirven a los propósitos de algunas autoridades de Estados Unidos que también permiten y encubren el contrabando de armas a México, para provocar crímenes y masacres entre narcos en nuestro país, y así identificar a los delincuentes que están vinculados con el narcomenudeo en los Estados Unidos, mientras confiesan palmariamente que prefieren que en nuestro territorio se dispare la violencia, y se haga el trabajo sucio, para no tenerlo que realizar en los Estados Unidos.
Al mismo tiempo y en la misma “cumbre”, William R. Brownfield, subsecretario de Estado norteamericano, afirmó que en la política de su país en esta materia “nos equivocamos”, y “no tuvimos razón”, “no le atinamos” creyendo que esto “podría ser resuelto rápidamente con una campaña agresiva” para luego concluir diciendo “no garantizo que si acatamos esta hoja de ruta tengamos éxito”, cubriendo así la salida, para el fracaso de su propia política y la de sus empleados mexicanos.
Mientras tanto, en Washington el director del FBI Robert Muller ratifica el costo de esta “política” al asegurar que México se encuentra en una “guerra de facciones” que ha generado “un nivel de violencia sin precedente” entre los cárteles de droga y que en lugares como Ciudad Juárez “la situación permanece fuera de control” y que “los dos últimos años han sido particularmente malos en México”.
Para culminar con este rompecabezas de justificaciones, contradicciones y elusiones la secretaria de Estado Hillary Clinton critica al Ejército Mexicano por negarse a rendir cuentas sobre detenciones arbitrarias, asesinatos y maltratos, afirmando también que México afrontó en 2010 “corrupción, ineficacia y falta de transparencia, que engendró la impunidad dentro del sistema judicial, confesiones forzadas mediante la tortura y violencia y amenazas contra periodistas, lo que conllevó a la autocensura”.
Para rematar, Michael Posner, subsecretario adjunto para Derechos Humanos, declaró: “Nosotros hemos animado a las Fuerzas Armadas de México a actuar con una mayor transparencia y a poner una mayor atención en los casos donde haya denuncia de violación de derechos humanos”. Estados Unidos está preocupado, añadió, “por el hostigamiento a activistas de las garantías individuales en México en el contexto de la lucha contra el crimen organizado”. Propuso también que “los militares deben volver a los cuarteles”, señalando que “durante 2010 la CNDH recibió mil 415 quejas contra la Sedena, y le sigue la Policía Federal, que acumuló 595 quejas”.
Frente a todas estas confesiones y descalificaciones, el burócrata a cargo de la Seguridad Pública federal, que se halla al servicio de esa política tan ajena a los mexicanos, tan contradictoria y tan fallida, declaró que en 2015 la violencia “podría disminuir” siempre y cuando él permanezca en su puesto y el proyecto al que obedece continúe, mientras los diputados de todos los partidos exigieron su renuncia.
Si a alguien le quedaba alguna duda de a quién le sirven y a quién obedecen los burócratas, policías y espías de este país y por qué la delincuencia, la violencia y la impunidad sigue multiplicándose en México, las declaraciones transcritas lo han aclarado todo, desnudando así la razón de nuestra desgracia.
editorial2003@terra.com.mx
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