Astillero
Ocho de mayo Protesta creciente
Que se vayan
SME: “¿Por qué nos odian?”
Como en muchos otros casos (decenas de miles, para tener una aproximación numérica), el ocupante formal del mando nacional no tiene nada con verdadero sentido de justicia para ofrecer a deudos de caídos en la torpe guerra que a sus pistolas ha declarado (caídos de un lado o de otro, en las circunstancias que hubieran sido, pues a fin de cuentas el poder público, las instituciones, el erario y los órganos de procuración y administración de justicia deben ofrecer a cada ciudadano la posibilidad de que sea investigado el contexto en que alguien muere y, en su caso, castigado el responsable concreto de los delitos que se hubieran cometido).
Pero Felipe, y su larga y obscenamente protegido local, el gobernador de Morelos, Marco (con eme) Antonio Adame, sabe que es insuficiente lo que sabe de lo que sucedió a siete personas asesinadas semanas atrás en el municipio de Temixco, o que lo que sabe es volátil, dudoso. Y entonces Calderón y Adame se aferran a lo poco que tienen: nombres de dos personas que serían los criminales, supuestamente pertenecientes a uno de los cárteles que se pelean el control de ese estado central, y el ofrecimiento de una recompensa de diez millones de pesos a quienes ayuden a dar con los presuntos implicados, en una recurrencia más al anzuelo del dinero para tratar de disimular la incapacidad de las instituciones públicas para cumplir por sí mismas con las obligaciones a las que, por otra parte, tantos recursos públicos destinan.
Por eso se enojó Felipe en Coahuila el pasado martes, y se arrancó con aires de golpismo oratorio contra quienes le exigen cuentas, claridad y responsabilidad por la violencia criminal a que ha sometido a la nación. Sabía el ocupante de Los Pinos que al siguiente día, en Cuernavaca, avanzaría el movimiento nacional que a partir de la muerte del hijo de un poeta y periodista está exigiendo que no haya más sangre en México. Un movimiento que ayer demandó específicamente la renuncia inmediata del ultraderechista gobernador de Morelos y dos presidentes municipales pero que en mayo podría condensar la exigencia nacional de que Calderón se vaya, en un primer proceso masivo de protesta que tiene como característica distintiva el que, aun cuando ha surgido de un caso al que se ha dado relevancia por el perfil del padre de uno de los asesinados, no está condicionado por pensamientos empresariales o precariedades de formación política que acaben entregando el potencial cívico a personajes del propio gobierno impugnado o demeritándolo en escenografías de alta burocracia y sabidamente falsa eficacia. Javier Sicilia es un intelectual de profunda raíz católica que no convoca al odio ni a la violencia, pero que analiza a fondo las causas de la desgracia nacional, critica con puntualidad los factores estructurales que han provocado la crisis actual e incluso es capaz de mencionar y proponer los métodos de organización del zapatismo, recordando al país los esfuerzos realizados en el sur para cambiar la realidad injusta.
Felipe se exaspera porque sabe que por primera vez en su administración, productora de terror social como forma de control, está frente a una posibilidad de organización nacional, o cuando menos de protesta nacional firme y sin espacio para las manipulaciones televisivas o de otros poderes, que pondrá sobre la mesa la exigencia de que Calderón corrija de fondo su estrategia criminal o se retire del poder. Es obvio que esa derecha beligerante apropiada de Los Pinos no se irá solamente por este tipo de presiones, y que la maquinaria mediática que alquila habrá de afanarse en aducir desviaciones del sentido original de la protesta de Sicilia y motivaciones políticas y electorales. Pero la protesta crece, y habrá movilizaciones en todo el país para desembocar en el Zócalo de la ciudad el ocho de mayo. Razones tenía Calderón para dar en Coahuila golpes sobre el atril.
Astillas
Cecilia Figueroa Rodríguez llevaba diecinueve años trabajando en Luz y Fuerza del Centro y es hija, hermana y esposa de trabajadores electricistas. En un correo electrónico enviado a esta columna señala que hay medios que están “sembrando entre los mexicanos el odio que ellos nos tienen. Yo no puedo llamar de otra manera, sino odio, la manera en que ‘informan’ de lo sucedido. Nosotros no hemos matado a nadie. Sobre nuestras espaldas no está ningún cadáver hallado clandestinamente. Por el contrario, los muertos los hemos puesto nosotros. ¿Por qué nos odian tanto? ¿Qué les hemos hecho?” Luego plantea: “Desde el 10 de octubre de 2009 los verdaderos estorbos del país se han empeñado en considerar al SME como el responsable de todos los males que aquejan al país. Por nosotros México no crecía, por nosotros no se generaban empleos, por nosotros se cobraba cara la luz, por nosotros había privilegios, por nosotros hay violencia, por nosotros no había presupuesto para la universidad, por nosotros el país no era productivo. A 18 meses, cuando las cosas no han cambiado, y no sabemos en dónde han quedado ahora 50 mil millones que han dejado de transferirle a Luz y Fuerza, nos siguen catalogando como los responsables de la desgracia nacional. (…) y cuando en los análisis nos dicen que nuestra dirección ha tenido zigzagueos o titubeos, yo me pregunto, como trabajadora de base, ¿quién tiene la fórmula para derrotar a nuestros verdugos?, ¿cuál es la fórmula?, yo y miles de mis compañeros nos levantamos todas las mañanas deseando que alguno de nosotros pueda hallarla, pero también todos los días tratamos de construir la victoria que nos lleve a recuperar el empleo. Dígame cómo podemos vencerlos en las situaciones en las que nos encontramos. Nadie habla del drama, de los dramas que en nuestros hogares estamos viviendo (…) Yo –porque regularmente lo leo y en ello refleja sus sentimientos– sé que no nos odia, como otros, pero a lo mejor me puede dar una respuesta”…
Y, mientras Javier Lozano se declara secretario del trabajo avícola, pues dice que él es el “gallo” para que el PAN gane la Presidencia en 2012, y se autodesigna “el mero mero”, ¡hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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