Julio Hernández
López
Astillero
Por un debate genuino
¿Que la tv haga conteos?
Auditoría hildebrándica
EPN, tuiteros a sueldo
Tal vez la conclusión más importante y
generalizada luego de la noche de domingo en el World Trade Center sea que con
ese formato acartonado y restrictivo a nada se le puede llamar debate y que,
por ello mismo, es imprescindible generar una alternativa a la altura de las
expectativas creadas y las necesidades demostradas. Recaer en ese modelo de
falsa polémica para el encuentro de junio constituiría una ofensa al interés
cívico y al desarrollo de lo que se da en llamar democracia. Un formato fresco,
con razonable cabida para la improvisación y la sorpresa, sin sobreprotección
ni candados, mucho ayudaría a que la importante y decisoria franja de
ciudadanos indecisos en cuanto al sentido de su voto pudiera allegarse
elementos de juicio y alicientes para ir a las urnas. En esta ocasión sería
fundamental que Televisa y Televisión Azteca ofrecieran sus mejores prendas
(los canales de mayor audiencia) para multiplicar la oportunidad de presenciar
un verdadero debate que, de serlo, les garantizaría atractivos niveles de
audiencia.
Sin embargo, ni esa ni
otras tareas correctivas habrán de realizarse tan sólo a partir del empuje de
los candidatos presidenciales que, como es explicable, actúan conforme a sus
estrategias e intereses específicos. Tampoco hay una fuerza social organizada
que sea capaz de forzar a los aspirantes a aceptar la exigencia de un debate
genuino (aunque todavía está por conocerse el potencial de los usuarios de los
principales servicios de interacción en Internet, que son Twitter y Facebook).
E incluso ha de decirse que buena parte de los ciudadanos involucrados en el
proceso electoral está concentrada en el juego del inmediatismo que les hace
rechazar o apoyar acríticamente a los contendientes sin tender la vista a lo
lejos y advertir que si no se denuncia y combate a tiempo el funcionamiento
pervertido del sistema electoral se caerá en una repetición corregida y
aumentada del 2006 fraudulento, así sea ahora con alternancia de siglas
partidistas.
Un signo preocupante de
lo que se viene encima es el manoseo relacionado con los conteos rápidos el día
de los comicios. El tribunal electoral federal descalificó la propuesta hecha
por el instituto de la materia para realizar dichos conteos, aunque dejó abierta
la posibilidad de hacer ajustes. Sin embargo, ese aparente rechazo a tales
primeros sondeos (que permitirán instalar la importantísima percepción de un
triunfador) fue de inmediato convertido en la posibilidad de que sean las
televisoras nacionales las que asuman tan fundamental función. Con premura
triple A, el principal sospechoso de beneficiarse con esa medida, el priísta
Peña Nieto, dijo no estar en oposición a ese acuerdo del tribunal
electoral, pues creo que hay mecanismos para tener un conteo bastante
acelerado durante el proceso el día de la jornada, de tal suerte que confío en
que habrá resultados que generen confianza(http://bit.ly/KKXIu2).
Ayer mismo algunos consejeros del IFE hablaron de presentar una nueva propuesta
al tribunal, con la esperanza de que sea aprobada y no se cancele el proceso
oficial de conteo rápido. En tanto se pasea, exploratoria, la posibilidad de
que sean las televisoras las que fijen las primeras cifras electorales y de
allí deriven consecuencias que pueden ser política y socialmente irreversibles.
Otro punto delicado está
en el sistema oficial de recolección y cómputo de votos que en 2006 fue
impugnado con insistencia y fundamentos por científicos diversos que
encontraron graves anomalías en el Programa de Resultados Preliminares (que es
una fase distinta a la del conteo rápido) y que a partir de elaborados estudios
concluyeron en la imposibilidad de un comportamiento natural de las cifras
suministradas en los primeros días posteriores a la elección y en la
inviabilidad de los resultados anunciados. Seis años atrás el fantasma del
cuñado cibernático Hildebrando ensombreció todo el proceso, pero ahora, a pesar
de versiones no confirmadas de que ese mismo virus familiar estaría nuevamente
relacionado con la administración y supervisión de sistemas computacionales
electorales, no se ha realizado una auditoría técnica profunda y confiable que
deseche la posibilidad de que se repitan maniobras tecnológicas de adulteración
de resultados.
No es menor el tema del
manejo abusivo de las redes sociales para posicionar temas y contrarrestar
tendencias que se ha exhibido en http://bit.ly/JpfTJ5 a
partir de la voz de un presunto coordinador de jóvenes dedicados a tuitear en
masa, por consigna y bajo sueldo. Organizados como un presunto movimiento
social voluntario de seguidores de Enrique Peña Nieto y bajo la denominación de
Ectivismo, esos tuiteros lanzan campañas de apoyo a su favorito y de acoso o
cuando menos molestias a quienes consideran adversarios (este tecleador recibió
una tarde pasada cientos de mensajes en catarata enviados por usuarios con
cuentas recién creadas, mínimos seguidores y un solo tema expresado en unas
cuantas variables redaccionales, apoyar a EPN y refutar a sus opositores). La
tecnología ha sido aprovechada por estos maquiladores de Internet para
aparentar triunfos, combatir a otros candidatos y distorsionar las tendencias
de opinión.
También es evidente el
despilfarro de dinero de origen desconocido, que seguramente no será reportado
en los gastos oficiales de campaña, en la compra de privilegios de aparición de
la marca Enrique Peña Nieto a la hora en que el usuario de redes sociales busca
información relativa a otros candidatos y temas. Basta, por ejemplo, teclear
AMLO, López Obrador o Vázquez Mota para que en primer lugar y en un recuadro de
color diferenciado aparezca el sitio de Peña Nieto.
Y, mientras Sergio
Chávez Murueta reporta que “es asombrosa la similitud entre míster R. Firefly
(Groucho Marx) y Gabriel Quadri en la profética película Sopa de ganso, cuya
trama principal es la nominación presidencial de Firefly, impuesto por una
poderosa mujer en un país llamado Freedonia” (http://bit.ly/JWGZqN),
¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
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