jueves, mayo 03, 2012

¿Futbol o política? La democracia que no sirve : Jorge Zepeda Patterson



¿Futbol o política? La democracia que no sirve 
Por: Jorge Zepeda Patterson
www.sinembargo.mx


¿Debe modificarse el horario de un partido para que los mexicanos puedan ver el debate de los aspirantes a la presidencia? La argumentación de los representantes del equipo Morelia (TV Azteca) es que los cines, restaurantes y teatros no cerrarán a las 8 de la noche del domingo cuando arranca el debate, ¿por qué lo tendría que hacer un partido de futbol? La televisión, dicen ellos, transmitirá ambos eventos, por lo cual el público tiene el derecho de elegir el que prefiera. O sea, para eso es la democracia. Una parte de la argumentación tiene sentido, otra no. El que está interesado en un restaurante, un cine o un teatro puede ir a otra hora y ver el debate antes o después. Mientras que el que se interese en ver el desenlace de la eliminatoria entre Tigres y Morelia no tiene más remedio que perderse el debate. Habida cuenta de la afición futbolera que existe en nuestro país, “la competencia” entre los dos eventos castigará al número de personas que seguirán la confrontación política entre Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota. No creo que el horario elegido por TV Azteca sea por joder. Ciertamente que es a Peña Nieto a quien le conviene un debate sin impacto ni trascendencia, toda vez que es el puntero en las encuestas de intención de voto. Y es un hecho que López Obrador y Josefina aspiran a dar un golpe mediático este domingo, capaz de dar un vuelco a la contienda.
En ese sentido, un bajo raiting en el debate conspira contra los objetivos del perredista y de la panista. Pero me parece que la decisión de TV Azteca tiene que ver con criterios esencialmente económicos. Es el horario de mayor audiencia, el que más potencializa la venta de anuncios. Punto. Las leyes del mercado sobre la responsabilidad social. La decisión de la televisora simplemente prioriza los intereses privados en el futbol y la comunicación, sobre el interés en los asuntos públicos. Más aún, con impecable lógica de mercado, ellos asumirán que el futbol es de interés público y al trasmitirlo a las 8 de la noche no hacen sino asegurar que el mayor número de personas puedan verlo. Más allá de su tono provocador, el tuit de Ricardo Salinas Pliego revela justamente eso “si quieren debate véanlo por Televisa, si no, vean el futbol por Azteca. Yo les paso los raitings al día siguiente”. La última frase define su concepción. Si más personas quisieran ver el debate entre los candidatos que ver el futbol, seguramente cambiarían el horario del partido. Pero no es así. Para ellos, entonces, se trata de un asunto de oferta y demanda. “Yo les paso los raitings al día siguiente” significa justamente eso, mostrar que el público prefiere un producto (el futbol) que otro producto (la política). Las empresas de comunicación asumen que los mexicanos son consumidores, no ciudadanos. Detrás de esta concepción bastante generalizada en la sociedades en las que impera el mercado, hay dos problemas. El primero es la polémica sobre la responsabilidad social de la televisión y el hecho de que su utilización privada entraña la concesión de un bien público. ¿Lógica del mercado (y entonces Salinas Pliego tendría razón) o lógica del interés común y la responsabilidad social (y entonces el IFE tendría razón)? ¿Cuáles son los alcances de la explotación privada de un bien público? Pero mucho más de fondo es el segundo problema. Nuestra “democracia” es una democracia controlada, guiada, simulada. Cada tres años somos votantes, el resto del tiempo simplemente consumidores. “Ve a la urna el 2 de julio y déjanos gobernar el resto del sexenio”. Es un pacto político en el que las élites nos piden renunciar a la política. Te doy futbol continuo aunque sea mediocre y plagado de intereses particulares, educación aunque sea de calidad deplorable, Internet aunque sea caro y lento, seguridad aunque pierdas tus garantías y derechos humanos, elecciones pero limítate a cruzar una boleta electoral, televisión de entretenimiento aunque sustituya a la plaza pública. Esta democracia controlada es una plataforma para garantizar el consumo, el acceso al mercado y la falta de acceso a los asuntos públicos. Por ejemplo, a un debate realmente abierto en su contenido y en su difusión.

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