Encuestas, del copeteo al fraude descarado
Jorge Canto Alcocer
Las más recientes encuestas electorales, dadas a conocer a inicios de la presente semana, marcan un clarísimo quiebre entre las empresas dedicadas a estos menesteres, distinguiéndose aquellas que por su metodología y profesionalismo están reflejando las tendencias reales del escenario actual, aquellas que siguen “copeteando” sus resultados, inflando al principal candidato de la oligarquía, y otras más que, a despecho de su credibilidad, presentan resultados absolutamente falseados, pretendiendo con ello influir de manera directa en los votantes.
En el primer caso se encuentran las encuestas de Covarrubias y María de las Heras, que reconocen la franca caída de Peña Nieto a niveles apenas superiores al tercio de las preferencias (35% de las Heras, 36% Covarrubias), el crecimiento de Andrés Manuel, de quien reportan se va acercando al treinta por ciento (25% de las Heras, 27% Covarrubias) y el rezago hasta el tercer sitio de Vázquez Mota, casi al punto de abandonar la contienda real (21% de las Heras, 24% Covarrubias). En sus análisis, estas casas encuestadoras señalan que, a poco más de un mes de las elecciones, las tendencias muestran sin lugar a dudas que la disputa presidencial se cerrará cada vez más entre Peña y López Obrador, lo que producirá el desplome final de la candidata de la ultraderecha.
En el segundo caso encontramos a casas encuestadores que, si bien reconocen la tendencia al alza de Andrés Manuel, “copetean” los resultados a favor del priísta, pretendiendo con esto mantener la idea de que la elección ya está definida, y que nada de lo que hagan los electores podrá impedir el regreso del dinosaurio a Los Pinos. No es casualidad que las encuestas que presentan este cariz estén ligadas a medios editoriales tradicionales (Organización Editorial Mexicana y El Universal), vinculados desde hace décadas, desde los tiempos del Partido Único, al autoritarismo y la corrupción. En estas encuestas, se le concede a Peña una ficticia ventaja de 20 puntos, merced a escamotearle cinco a Andrés Manuel y atribuírselos sin mayores rodeos al candidato que los representa.
En el tercer caso se encuentran aquellas empresas que desde hace años se han dedicado a la manipulación descarada de sus cifras, y a venderlas al mejor postor. Estamos hablando de las encuestas de Consulta Mitofsky, vinculada desde hace años a Televisa, y de la muy desprestigiada GEA/ISA, la cual ha sido desenmascarada en anteriores elecciones por su comportamiento ajeno completamente a la ética y al profesionalismo. Estas encuestas mantienen a Peña en niveles absurdamente altos, e incluso inflan a la candidata derechista, minimizando con cínico descaro a Andrés Manuel.
Baste recordar que en 2006 GEA/ISA le atribuyó a Calderón una ventaja de 10 puntos unos cuantos días antes de la elección, cuando todas las demás encuestas le reconocían a nuestro candidato una ventaja de entre uno y tres puntos, COMO EFECTIVAMENTE OCURRIÓ EN LAS URNAS, así los fraudulentos manejos del IFE, las criminales maniobras de Elba Esther Gordillo y las cochinadas de varios gobernadores priístas terminaran por permitir la usurpación que nos ha costado como país muchos millones de pobres y más de sesenta mil muertos.
Más recientemente, el gobernador de Michoacán Fausto Vallejo reconoció que GEA/ISA intentó venderle sus encuestas a fin de consolidar su posición durante la competencia electoral, pero que “al no llegar a un arreglo económico” con la empresa, ésta comenzó a reportar una enorme ventaja para la candidata panista, Luisa María Calderón –con quien seguramente si hubo “arreglo”- misma que, por supuesto, quedó plenamente desmentida con el resultado electoral.
Lo que las encuestas más fraudulentas quieren ocultar es el desplome de Vázquez Mota, porque reconocer ello implicaría que millones de mexicanos que de buena fe aún creen en el PAN, comenzarían a barajar la posibilidad de votar por Andrés Manuel con el fin de cerrarle el paso al dinosaurio autoritario. La declinación de la candidata derechista representaría el último clavo en el ataúd de Peña Nieto, por lo que en las próximas semanas veremos cómo, por todos los medios posibles, los mismos priístas intentarán darle bocanadas de oxígeno, aunque ya ni sus familiares le concedan la menor posibilidad de triunfo.
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