jueves, septiembre 06, 2012

Jaime Ornelas Delgado : Los retos de la izquierda


Los retos de la izquierda
Por: Jaime Ornelas Delgado

A pesar de haber sido un proceso electoral jugado con dados cargados a favor de los personeros de quienes se mantienen en el poder económico –es decir, el poder real–, la izquierda tan temida reto al destino y logró obtener casi 16 millones de sufragios, cuya legitimidad está libre de toda sospecha.
Los votos obtenidos por la izquierda se lograron a partir de una campaña a ras de suelo y “casa por casa”, que contó con el respaldo de un “Proyecto Alternativo de Nación” y una candidatura, la de Andrés Manuel López Obrador, que supo expresar sin doblez ni simulación los anhelos de una buena parte de los votantes. La cantidad de votos logrados el 1 de julio no está mal si consideramos sobre todo la falta de equidad, y en general lo fraudulento del proceso electoral, pero además que una buena parte de la ciudadanía en México es culturalmente conservadora y (mucho muy) vulnerable a la ideología burguesa sustentada en el consumismo y el temor al cambio.

Esta visión de la sociedad mexicana quiere explicar el por qué, en un país con casi la mitad de población viviendo en condiciones de pobreza, el Movimiento Progresista obtuvo aproximadamente un tercio de la votación, pero también pretende romper el mito de que a mayor pobreza mayor conciencia y capacidad política de resistencia y transformación social. Quienes sustentan esta idea consideran que en algún momento los pobres se movilizarán y doblegarán al poder, y ahora proclaman al seno del movimiento social la inutilidad de la lucha política, es decir, de la vía electoral para acceder al gobierno.
La contraparte, el reformismo, plantea que únicamente la lucha electoral puede permitir cambiar el mundo. Sostienen que sólo desde el gobierno es posible forjar una sociedad distinta a la neoliberal y un país donde se gobierne con justicia y democracia.
Quienes sostienen ambas posiciones, parten de suponerlas excluyentes. Sin embargo, López Obrador ha mostrado que no lo son, sino que más bien cada una de ellas tiene su momento e incluso hay situaciones históricas donde ambas pueden coincidir. Por ejemplo, no se puede aceptar el fallo del Tribunal Electoral y hay que movilizarse para develar el carácter de clase de instituciones como esa y, al mismo tiempo, es preciso organizarse para ganar las elecciones del próximo, muy próximo, 2013. Si en el Distrito Federal, en Tabasco y en Morelos se pudo imponer el voto ciudadano frente al voto corporativo y adquirido, podemos pensar que eso mismo puede ocurrir, por ejemplo, aquí en Puebla donde el Movimiento Progresista obtuvo una votación superior a la del PRI–Verde y a del PAN por separado.
Esto significa que hoy la responsabilidad de la izquierda en Puebla es muy grande: por un lado ha de mostrar que se moviliza por causas justas, pero que también es capaz de llevar adelante una campaña electoral propositiva, fresca e imaginativa y ofrecer un programa de gobierno que atraiga a la mayor parte de la ciudadanía para lograr una votación a prueba de fraudes. El reto no es menor, pero sin duda hay condiciones para enfrentarlo con éxito.

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