Conjeturas
La fulminante carta de un padre a Calderón
Por Alvaro Cepeda Neri
En vísperas (unos cuantos meses) del estallido revolucionario de un pueblo harto de la corrupción, impunidad y mal gobierno –la Revolución de 1848, en la Francia de entonces, tras la Revolución de 1789, para deshacerse nuevamente de gobernantes ineptos–, el teórico de la democracia moderna, Alexis de Tocquevielle, pronunció un discurso, cuyo hilo conductor era un Yo Acuso, sustentado en afirmar que “la causa eficiente que hace que los hombres pierdan el poder, es que se han hecho indignos de ejercerlo, por su indiferencia, por su egoísmo, por sus vicios, que los hace incapaces e indignos de gobernar”.
Eso les está pasando a los gobernantes panistas (perredistas y no pocos priístas). Por todo el país los mexicanos manifiestan sus inconformidades, por las injusticias, abusos administrativos, alza de impuestos, subida de precios en bienes y servicios, etc. Se multiplican los casos de quienes han decidido hacerse justicia por su propia mano, mientras las delincuencias se han apoderado ya del territorio e imponen la ley del más fuerte a fuego y sangre. Y se pasea por nuestra agraviada democracia, el Centenario y Bicentenario de las Revoluciones de 1910 y 1810, respectivamente, con la tentación de, inconclusas en su momento, retomarlas ante los hechos contemporáneos y concluirlas si es que, como asienta el Art. 39 constitucional: el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
La fulminante carta de un padre a Calderón
Por Alvaro Cepeda Neri
En vísperas (unos cuantos meses) del estallido revolucionario de un pueblo harto de la corrupción, impunidad y mal gobierno –la Revolución de 1848, en la Francia de entonces, tras la Revolución de 1789, para deshacerse nuevamente de gobernantes ineptos–, el teórico de la democracia moderna, Alexis de Tocquevielle, pronunció un discurso, cuyo hilo conductor era un Yo Acuso, sustentado en afirmar que “la causa eficiente que hace que los hombres pierdan el poder, es que se han hecho indignos de ejercerlo, por su indiferencia, por su egoísmo, por sus vicios, que los hace incapaces e indignos de gobernar”.
Eso les está pasando a los gobernantes panistas (perredistas y no pocos priístas). Por todo el país los mexicanos manifiestan sus inconformidades, por las injusticias, abusos administrativos, alza de impuestos, subida de precios en bienes y servicios, etc. Se multiplican los casos de quienes han decidido hacerse justicia por su propia mano, mientras las delincuencias se han apoderado ya del territorio e imponen la ley del más fuerte a fuego y sangre. Y se pasea por nuestra agraviada democracia, el Centenario y Bicentenario de las Revoluciones de 1910 y 1810, respectivamente, con la tentación de, inconclusas en su momento, retomarlas ante los hechos contemporáneos y concluirlas si es que, como asienta el Art. 39 constitucional: el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Ante la suspensión de la justicia penal y política, para deslindar responsabilidades al mismo Calderón por omisiones, a los once ministros de la Suprema Corte por retrasar la resolución del incendio en la Guardería ABC, de Sonora; por negligencia e impunidad del ex desgobernador Bours, como de los beneficiarios que administraban, como botín, la guardería (entre quienes está la prima-hermana de la esposa de Calderón y el entonces director del IMSS, Molinar Horcasitas y por los demás delitos, crece una posible revuelta que en una de esas hace contacto con los demás hechos de inconformidad social y el estallamiento de un movimiento violento está a las puertas del régimen panista.
Para muestra la carta enviada a Calderón por el padre de una niña fallecida en ese incendio (fueron 49 los homicidios intencionales y 79 niños que quedaron lisiados para siempre). La firma Julio César Márquez, donde lo menos que suscribe es que desconoce a Calderón: “Usted ya no es mi presidente… Indigna darse cuenta del concepto tan grande de idiotez que tiene usted de los mexicanos. Está usted muy equivocado… Dese cuenta que hay millones de mexicanos en este país que se sienten agraviados, aunque usted y su publicidad digan otra cosa… Sr. Calderón, ante la pérdida de fe y de respeto hacia su persona por sus acciones tan lamentables (se refiere a las complicidades y encubrimiento al caso de la guardería), a partir de hoy, usted ya no es mi presidente, y por ello jamás lo volveré a nombrar así”. Así piensan cuando menos 50 millones de mexicanos.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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