El PRD poblano, al servicio del Yunque
Foto Equipo de la campaña de Eduardo Rivera
FERMÍN ALEJANDRO GARCÍA
El sábado 5 de mayo de 2007, a las 8 de la mañana, en el bulevar 5 de Mayo, un grupo de 100 personas intentó llegar al monumento a Ignacio Zaragoza y se topó con una valla de miembros de guardias presidenciales que los superaba en número, que portaban armas, y se mostraron violentos. Pese a esa intimidación, los manifestantes, cuando a lo lejos vieron que llegaba Felipe Calderón, alcanzaron a gritar: “Calderón, mafioso, te pareces al precioso”.
Tres años después, el principal organizador de esa manifestación, que repetía en todos lados que Felipe Calderón Hinojosa era “un usurpador” y que en 2006 el Partido Acción Nacional (PAN) había cometido “un fraude electoral”, ayer mostró que es un buen comerciante de la política y ahora es el principal promotor de que la derecha gane la próxima contienda electoral. El nombre de ese converso, saltimbanqui, tránsfuga, mercenario, se llama David Méndez Márquez.
De todos los integrantes de la planilla de regidores del candidato del PAN a la alcaldía de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, el único que acude a todos los actos de campaña, incluida la repartición de volantes en la vía pública, es David Márquez, quien ahora pide el voto a favor de la fuerza política que acusaba hace un trienio de haber cometido el fraude electoral más grande de la historia reciente de México.
Lo más grave es que ayer todavía Márquez se atrevió a declararse hombre de izquierda, por el hecho de ponerse una camisa amarilla y firmar un acuerdo con Eduardo Rivera para supuestamente incluir propuestas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el plan de gobierno del panista. Aunque en realidad ese acto sirvió para borrar, ignorar, dar la espalda, minimizar, los verdaderos postulados del PRD.
Resulta ridículo que firmen un documento y digan que las propuestas de izquierda son crear becas para estudiantes pobres, crear una fiscalía anti–corrupción y nombrar a mujeres en cargos importantes de la administración pública municipal. Esos son lugares comunes en los que incurren todos los gobiernos de cualquier partido político. Por ejemplo, en Chihuahua, en donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) controla el Poder Ejecutivo, una mujer es procuradora de Justicia. Y en Puebla, eso mismo pasó al inicio del sexenio con Blanca Laura Villeda Martínez.
En cambio, David Márquez ayer, con olímpica desfachatez, hace un lado las verdaderas causas que sí han sido bandera no sólo del PRD, sino de todo el movimiento de izquierda, como son el derecho al aborto, a los matrimonios entre personas del mismo sexo, la equidad de género, los presupuestos participativos y la ayuda económica para personas de la tercera edad, junto con otros grupos vulnerables, entre otros tantos temas que siempre han sido denostados por el PAN.
Si realmente existiera un proyecto democrático atrás de la coalición Compromiso por Puebla, tendría que haber un proyecto conjunto de las fuerzas políticas participantes para que los principales postulados de cada agrupación se hagan realidad en pos de alcanzar una sociedad más justa, equitativa y progresista.
Pero ayer no solamente David Márquez –quien ya demostró que por un “hueso” deja al lado todo en lo que decía creer políticamente hablando–, sino todo el PRD poblano demostró que es una fuerza política ajena a los verdaderos principios de izquierda y que trabaja a favor del Yunque, del PAN y del proyecto de Felipe Calderón, quien fue el promotor de las alianzas electorales en diversas partes del país.
Para nadie es un secreto que Eduardo Rivera es una posición del Yunque, y que el ahora candidato a edil es un político ultra–conservador que defiende el modelo de que el PAN y los gobiernos emanados de esta fuerza política deben quedar en manos de unas cuantas familias llamadas pomposamente “familias custodias”.
Quienes controlan al PRD poblano, es decir Luis Miguel Barbosa Huerta y Jorge Méndez Spínola, se ha evidenciado que son empleados del Yunque y que son parte del proyecto de mantener a la derecha en el poder político de Puebla y el resto del país.
Foto Equipo de la campaña de Eduardo Rivera
FERMÍN ALEJANDRO GARCÍA
El sábado 5 de mayo de 2007, a las 8 de la mañana, en el bulevar 5 de Mayo, un grupo de 100 personas intentó llegar al monumento a Ignacio Zaragoza y se topó con una valla de miembros de guardias presidenciales que los superaba en número, que portaban armas, y se mostraron violentos. Pese a esa intimidación, los manifestantes, cuando a lo lejos vieron que llegaba Felipe Calderón, alcanzaron a gritar: “Calderón, mafioso, te pareces al precioso”.
Tres años después, el principal organizador de esa manifestación, que repetía en todos lados que Felipe Calderón Hinojosa era “un usurpador” y que en 2006 el Partido Acción Nacional (PAN) había cometido “un fraude electoral”, ayer mostró que es un buen comerciante de la política y ahora es el principal promotor de que la derecha gane la próxima contienda electoral. El nombre de ese converso, saltimbanqui, tránsfuga, mercenario, se llama David Méndez Márquez.
De todos los integrantes de la planilla de regidores del candidato del PAN a la alcaldía de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, el único que acude a todos los actos de campaña, incluida la repartición de volantes en la vía pública, es David Márquez, quien ahora pide el voto a favor de la fuerza política que acusaba hace un trienio de haber cometido el fraude electoral más grande de la historia reciente de México.
Lo más grave es que ayer todavía Márquez se atrevió a declararse hombre de izquierda, por el hecho de ponerse una camisa amarilla y firmar un acuerdo con Eduardo Rivera para supuestamente incluir propuestas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el plan de gobierno del panista. Aunque en realidad ese acto sirvió para borrar, ignorar, dar la espalda, minimizar, los verdaderos postulados del PRD.
Resulta ridículo que firmen un documento y digan que las propuestas de izquierda son crear becas para estudiantes pobres, crear una fiscalía anti–corrupción y nombrar a mujeres en cargos importantes de la administración pública municipal. Esos son lugares comunes en los que incurren todos los gobiernos de cualquier partido político. Por ejemplo, en Chihuahua, en donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) controla el Poder Ejecutivo, una mujer es procuradora de Justicia. Y en Puebla, eso mismo pasó al inicio del sexenio con Blanca Laura Villeda Martínez.
En cambio, David Márquez ayer, con olímpica desfachatez, hace un lado las verdaderas causas que sí han sido bandera no sólo del PRD, sino de todo el movimiento de izquierda, como son el derecho al aborto, a los matrimonios entre personas del mismo sexo, la equidad de género, los presupuestos participativos y la ayuda económica para personas de la tercera edad, junto con otros grupos vulnerables, entre otros tantos temas que siempre han sido denostados por el PAN.
Si realmente existiera un proyecto democrático atrás de la coalición Compromiso por Puebla, tendría que haber un proyecto conjunto de las fuerzas políticas participantes para que los principales postulados de cada agrupación se hagan realidad en pos de alcanzar una sociedad más justa, equitativa y progresista.
Pero ayer no solamente David Márquez –quien ya demostró que por un “hueso” deja al lado todo en lo que decía creer políticamente hablando–, sino todo el PRD poblano demostró que es una fuerza política ajena a los verdaderos principios de izquierda y que trabaja a favor del Yunque, del PAN y del proyecto de Felipe Calderón, quien fue el promotor de las alianzas electorales en diversas partes del país.
Para nadie es un secreto que Eduardo Rivera es una posición del Yunque, y que el ahora candidato a edil es un político ultra–conservador que defiende el modelo de que el PAN y los gobiernos emanados de esta fuerza política deben quedar en manos de unas cuantas familias llamadas pomposamente “familias custodias”.
Quienes controlan al PRD poblano, es decir Luis Miguel Barbosa Huerta y Jorge Méndez Spínola, se ha evidenciado que son empleados del Yunque y que son parte del proyecto de mantener a la derecha en el poder político de Puebla y el resto del país.
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