¿UN VOTO POR EL PT?
Nunca hemos votado por la derecha, en la que debe incluirse al Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde los 80 a la fecha. Lo hemos hecho, sí, por el PCM, el FDN, el PSUM y el PRD, por este último sólo en algunos procesos electorales y no por todos sus candidatos.
Ahora nos proponemos votar por el Partido del Trabajo (PT), pero solamente por su candidato a gobernador.
Se nos ha dicho que votar por el PT es ayudar a que el PRI gane esta elección. Lo dudamos. En nuestro caso estaríamos favoreciendo al PRI si a penúltima hora le retiráramos nuestro voto al panismo, que es el que habrá de usufructuar los resultados electorales que obtenga la coalición que encabeza para otorgárselo al PT, pero no es así. No somos partidarios de anular el voto, preferiríamos emitirlo por candidatos no registrados; hace tres años votamos por Lydia Cacho y por Flavio Sosa. Para esta elección pensamos votar por las indígenas queretanas artificialmente acusadas del secuestro de agentes de la AFI, pero finalmente nos ganó la idea de que es necesario expresarnos de manera precisa ante una situación política que se antoja intolerable.
Nunca hemos votado por la derecha, en la que debe incluirse al Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde los 80 a la fecha. Lo hemos hecho, sí, por el PCM, el FDN, el PSUM y el PRD, por este último sólo en algunos procesos electorales y no por todos sus candidatos.
Ahora nos proponemos votar por el Partido del Trabajo (PT), pero solamente por su candidato a gobernador.
Se nos ha dicho que votar por el PT es ayudar a que el PRI gane esta elección. Lo dudamos. En nuestro caso estaríamos favoreciendo al PRI si a penúltima hora le retiráramos nuestro voto al panismo, que es el que habrá de usufructuar los resultados electorales que obtenga la coalición que encabeza para otorgárselo al PT, pero no es así. No somos partidarios de anular el voto, preferiríamos emitirlo por candidatos no registrados; hace tres años votamos por Lydia Cacho y por Flavio Sosa. Para esta elección pensamos votar por las indígenas queretanas artificialmente acusadas del secuestro de agentes de la AFI, pero finalmente nos ganó la idea de que es necesario expresarnos de manera precisa ante una situación política que se antoja intolerable.
Nos explicamos. Votar en general por candidatos no registrados expresa por lo menos inconformidad ante las candidaturas que presentan los partidos, pero esa inconformidad puede tener orígenes diversos. Un votante de izquierda podría sufragar por Carlos Marx o por Ricardo Flores Magón, en tanto que un votante de derecha podría hacerlo por Marcial Maciel o por Díaz Ordaz, y votos tan disímbolos serían acumulados bajo el mismo concepto de candidatos no registrados que no permite diferenciarlos, y por lo tanto se nos impide enviar un mensaje claro a los causantes de nuestra inconformidad.
Anular nuestro voto no nos parece una buena alternativa. Se dirá que un voto nulo expresa la inconformidad y malestar ciudadanos, y que si son muchos los votos anulados ese mensaje tendrá más fuerza; que anulando el voto manifestamos nuestra exigencia de que se modifique el régimen político, etc. pero ocurre lo mismo que con los votos por candidatos no registrados, se impide apreciar la naturaleza del descontento. Hay, por ejemplo, quienes dicen que anularán porque tenemos demasiados partidos y que bastaría con dos, pensando obviamente en PAN y PRI; en todo caso, que anulen su voto los derechistas, los que se sienten momentáneamente decepcionados por esos partidos pero están más que dispuestos a devolverles su confianza.
En cambio, para esta elección y sólo para ésta, votar parcialmente por el PT puede ayudar a transmitir varios mensajes:
A los contendientes principales, PAN y PRI, que estamos hartos de su desempeño y que no vemos que la solución para los problemas de nuestro país pueda ser encontrada en un defectuoso y malsano bipartidismo.
Al PRD, que reprobamos su renuncia a principios parcialmente heredados de la verdadera izquierda, aquella que en su momento fuera acusada de intransigente y sectaria, pero que supo mantenerse coherente aun en los momentos más difíciles; que no aceptamos su participación subordinada bajo una miscelánea programática en la que predominan el diagnóstico y las soluciones derechistas; que no le devolveremos nuestro voto mientras siga actuando de manera errática y oportunista.
El PT ha tenido, desde su sospechosa fundación, una conducta dudosa y zigzagueante, tanto como el PRD actualmente, si se quiere, pero se reivindica al menos declarativamente como un partido de izquierda y se presenta sólo en esta coyuntura, a despecho de su participación en otra entidad. Y pese a la casi total certeza de que le hace el caldo gordo al PRI, de lo que se trata es que nuestro voto tenga un carácter plenamente testimonial. No votaremos por el PT porque personalmente lo consideremos de izquierda, porque creamos que en él se encarna el ideal de un agrupamiento de izquierda; nada de eso, lo que pasa es que no tenemos más.
Si algo le falta a la izquierda es una definición plena. Ni siquiera el obradorismo logró diferenciarse totalmente en 2006. Recuérdese su veneración por los “equilibrios macroeconómicos” y la autonomía del Banco de México. El PRD no ha dicho nada, en Puebla en 2010, del verdadero y agresivo significado que tiene la propuesta de las “ciudades rurales” que hacen Moreno Valle y el PAN, y que seguramente comparte el PRI, aunque de manera discreta; no ha podido el PRD rescatar algunas de las proclamas más sentidas por la izquierda; ha olvidado a manos de quién se fabricó su derrota electoral en 2006 y unciéndose al panismo coadyuva a instalar en nuestro estado un bipartidismo que terminará excluyéndolo y quizá lo proscriba.
Ahora votaremos por el PT, pero sólo en el caso de la gubernatura, pues la dirigencia local y su candidato municipal son filo priistas. Nuestros otros votos serán por candidatos no registrados, pues nuestro voto por Armando Etcheverry debe ser suficiente para hacerle saber a este partido que recibe no votos cautivos, sino prestados, que les retiraremos de inmediato en espera de una opción auténtica de izquierda; si saben contar se darán cuenta. Lo haremos así no porque su trayectoria y las propuestas que presenta para el estado de Puebla nos parezcan convincentes. Lo haremos porque en la coyuntura actual, con un PRD desdibujado nacional y localmente y subordinado al panismo, se hace necesario mantener viva la idea de que nuestro país necesita una izquierda que verdaderamente lo sea, que se diferencie de otras opciones político electorales no sólo en sus planteamientos más específicos, que son ya insuficientes para mostrar una fisonomía determinada, pues casi todos los partidos y candidatos coinciden en las menudencias. Útiles y uniformes, dice Zavala; uniformes y útiles, le revira Moreno Valle; banca para la mujer dice uno, créditos a la palabra para las mujeres, dice el otro; 500 pesotes para los adultos mayores, promete Moreno Valle; un poco más les otorga ya el gobierno perredista del DF desde el periodo del peje.
Hoy tenemos demasiado poco para elegir. El PAN y el PRI coinciden en lo fundamental, y junto con sus candidatos aprovechan clientelarmente las necesidades de los electores y apelan a lo más atrasado, a la incultura política, a la misoginia, la homofobia, el conservadurismo. Se dicen defensores de la vida y la familia, como si de defender ambas se tratara; declara creer en dios uno de ellos, como si eso fuera relevante para las tareas de gobierno. La única diferencia es que el panismo es cínico, el priismo es hipócrita.
Es urgente, pues, que si algo de la izquierda late todavía en algún cuerpo político promueva su definición, su diferenciación respecto a otros partidos. De esa diferenciación habrá de derivar la de sus candidatos.
Por último, y en caso de que esta manifestación haga eco en la conciencia de otros ciudadanos de izquierda, les llamamos a manifestar su propia insatisfacción en las urnas, como lo haremos nosotros.
Puebla, Pue. 30 de julio de 2010
José Luis Meléndez Domínguez
Víctor Espíndola Cabrera
Ángel Aburto Martínez
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