LOS INCORRUPTIBLES NOS ESTÁN ABANDONANDO
Jorge Chávez Palma
Jorge Chávez Palma
Ante un mundo de profundas devastaciones, nunca como ahora se presenta el riesgo de la desaparición de nuestra especie y del propio planeta, cosa que hasta hace algunos años no estaban en la agenda de nuestras correrías. Agravando esta situación se dan de baja entre nosotros, individuos que representan parte importante de la conciencia humana.
Bolívar Echeverría, fallecido recientemente, intelectual puro de la teoría del valor en el marxismo, dueño de una formación estrictamente teórica en la academia, organizador de núcleos de estudio. Consecuente con su formación, logró orientar un riguroso método de análisis que se fue reflejando entre la comunidad universitaria e intelectual del país; originario del Ecuador tuvo gran parte de su madurez profesional entre nosotros, en la UNAM y fue consecuente con el compromiso social que en esta coyuntura nos ha tocado padecer.
Carlos Montemayor, el esteta de la literatura mexicana, quien desde su juventud asumió la obligación de comprometerse con la organización del lenguaje en sus mejores términos a través de la crónica y la novela, ahí esta la muestra con Guerra en el paraíso. Incursionó primeramente en el territorio de la poesía, después escribió cuento.
Impulsor de la práctica de escritura de las lenguas indígenas, a las cuales promovió su difusión, sistematizando sus procesos de enseñanza y aprendizaje, dedicó buena parte de su vida a la recopilación de producciones de escritores y poetas procedentes de las diversas etnias del país.
Por si fuera poco, estudió el canto y lo practicó como tenor, de ello se conservan discos de su autoría.
Fue además, divulgador, promotor, impulsor, organizador y estuvo comprometido con luchas y problemas de la sociedad; pudo realizar una espléndida labor defendiendo las causas justas. Falleció en esta etapa, en la cual la muerte, acechando a las figuras del escenario público cobró su factura. Carlos Montemayor ha sido reconocido en todo su valor histórico.
José Saramago, el comunista libertario como se hacía llamar, procedente de la escala del más bajo nivel económico y social. Originario de Azinhaga, Portugal, fue un formidable autodidacto, pudo remontar su situación adversa y tardíamente adquirió el estatus de extraordinario escritor en el terreno de la narrativa, lo cual le hizo merecedor del máximo laurel que se entrega en el mundo de lo literario, el Premio Nobel de Literatura, en 1998. Fue heredero de su compatriota Fernando Pessoa dueño de una tradición poética en Portugal y máxima figura de la identidad nacional.
Siendo militante del Partido Comunista Portugués tuvo que enfrentar el acoso de la dictadura de Salazar, cuyo mandato coincidió con el de Francisco Franco, en España, es decir, mantenían a la Península Ibérica en el autoritarismo.
Desde sus primeros libros suscitó controversia y debate por el contenido combativo de sus obras como: La Muerte de Ricardo Reis, El Evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la Ceguera y otras más.
La lucidez lo acompañó hasta el fin de sus días, son célebres sus palabras: Entre más viejo se es más libre y cuanto más libre, más radical y con ellas contradijo el constructo de aquellos que suponen que la rebeldía es un mal propio de la juventud.
Igualmente se encontraba, en Chiapas para solidarizarse con las comunidades indígenas que recorría la Franja de Gaza donde los mártires víctimas del Estado sionista judío israelí viene masacrando al pueblo palestino desde hace décadas, sumiéndolo en la pobreza brutal, con la complacencia de los países de occidente.
Falleció a los 87 años de edad y se fue acompañado de la congruencia mantenida durante toda su vida. Murió rodeado de la admiración y la estima de sus lectores.
Carlos Monsiváis, se inició como el autor de la crónica nuestra, a la que le dio la categoría de mayor altura en la narrativa contemporánea. Es el intelectual cotidiano surgido de las voces del pueblo, el pensador íntegro que traduce las preocupaciones populares a través de sus escritos de naturaleza poliédrica, ya sea, por medio de la poesía, el cuento, el ensayo, la novela, el artículo. Entre sus obras se encuentran Amor Perdido, Catecismo para indios remisos, Apocalipstick y muchas más; en ellas registra la ironía y el sarcasmo como herramienta para digerir la realidad, interpreta el sentido virtual que los mexicanos tenemos acerca de los hechos del entorno.
Formó parte de una generación que se fue deslindando del compromiso con los destinos de un país que se va haciendo pedazos, sin embargo, él se mantuvo incólume por la consistencia de su formación y de su compromiso con los valores irrenunciables. Como pocos, su territorio comprendía todos los espacios de la problemática, desde el 68, hasta las diferentes etapas de la historia pasando por el dos mil seis, en el gran atraco de Calderón y los panistas, pero que se mantiene hasta su partida. Supo deslindarse del poder, hizo revelaciones de congruencia en los meandros de la intelectualidad mafiosa.
Se apagó un lucero de nuestro firmamento intelectual comprometido con todo lo que oliera a pueblo y a dolor, tenía una ubicuidad formidable que le permitía estar en todas partes de la problemática nacional y para todo contaba con una posición firme y decidida.
Nos hemos quedado en la orfandad ideológica y política, nos están dejando solos aquellos que fueron incorruptibles como Bolívar, Montemayor, Saramago y Monsiváis. Nos dejaron su rebeldía, su voz, su lucidez, así como el infinito resonar de sus palabras que hacen eco en todos lo muros de la patria. Allí hay que volver la vista para continuar su ejemplo.
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