martes, junio 15, 2010

Julio Pimentel Ramírez : Mientras el balón rueda, México pierde

Mientras el balón rueda, México pierde
Julio Pimentel Ramírez


En plena euforia futbolera, fenómeno sociológico moderno de escala internacional sobre el que se monta un enorme negocio transnacional ¿o la relación causal es a la inversa y/o se retroalimentan en un vinculo que además sirve de efectivo distractor social?, México vive sus derrotas más dolorosas en el terreno de la equidad social, la justicia y, entre otras cosas más, la seguridad pública, con decenas de ejecuciones diarias, actos de violencia extrema, bárbara, en las que se incluyen dolorosas pérdidas de valiosas vidas inocentes, los llamados “daños colaterales” por los fracasados estrategas de la “guerra” contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Cotidianamente gran parte de la República se baña de sangre y en sólo dos días de la semana pasada son asesinadas 159 personas con el sello de la violencia de los cárteles de la droga y la delincuencia organizada, según reportes puntuales de POR ESTO! Todos estos hechos son terribles, entre ellos destacan las masacres de 19 personas de un centro de rehabilitación en Chihuahua y los homicidios de 20 individuos en unas cuantas horas en Ciudad Madero, Tamaulipas.

Las autoridades federales y estatales, incluido el espurio Felipe Calderón, se contentan con lamentar los hechos, declarar que se trata de enfrentamientos entre bandas rivales que se disputan las plazas y con ello abren averiguaciones previas que de inmediato son arrojadas al cesto de la basura, con la filosofía que establece como máxima: ¡que se maten entre ellos!, perdiendo de vista que con esta posición se erosiona el Estado de Derecho y el principio según el cual el Estado posee el monopolio de la violencia.
Asimismo, cada da día son más las personas inocentes que pierden la vida en medio de esta incontrolable e irracional ola de violencia, de la cual son corresponsables aquellos que tienen sumido al país en una profunda crisis y en un proceso de descomposición, ya en fase de putrefacción, del entramado político y social, realidad que deberá ser oxigenada y transformada pacíficamente por aquellas fuerzas políticas que mantienen la congruencia y que en los próximos dos años serán sometidas a la prueba de la verdad.
Al conocido caso de los dos brillantes estudiantes de postgrado abatidos en Monterrey en medio de un enfrentamiento entre sicarios y soldados, hay que añadir el de dos jovencitas de una universidad en San Luís Potosí asesinadas al encontrarse entre las balas de bandas rivales, noticia que apenas mereció algunas líneas en los medios de comunicación.
A esta lista de la ignominia, por la que algún día tendrán que responder los responsables materiales e intelectuales, directos e indirectos, se añaden otras dolorosas pérdidas para la sociedad. En días pasados en Tijuana, Baja California, fue asesinado Omar Díaz, brillante músico, maestro de la viola, de los talentos que en México surgen a pesar del ambiente hostil a la cultura que han generado los gobiernos de antes y de ahora, que privilegian gastos para la alta burocracia en detrimento de la inversión en ciencia y cultura.
En otro terreno de “juego”, el de las relaciones con Estados Unidos, por ejemplo, las cosas no están mejor: los funcionarios, legisladores y políticos mexicanos se enfundan en la verde y plenos de nacionalismo pronuncian indignados discursos por el asesinato de dos compatriotas a manos de guardias fronterizos estadounidenses. Al estilo de los futbolistas mexicanos, mucho ruido y pocas nueces, las cosas no pasan de balbuceos, palabras que se lleva el viento, y con el tiempo veremos que estos crímenes, como muchos otros, permanecerán en la impunidad.
En la última de las reuniones binacional de legisladores, de Estados Unidos y México, se hicieron diversos pronunciamientos entre ellos el referente al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, área en la que nuestra nación ha recibido una verdadera “goliza” con el desmantelamiento de la infraestructura productiva del campo y la industria, lo que se refleja en desempleo y migración.
A lo más que llegaron los legisladores mexicanos y estadounidenses, reunidos en Campeche, fue a hablar de “revisar”, no a renegociar el TLC, a pesar de que reconocieron que se trata de un acuerdo rancio y de las asimetrías que han permitido al país del Norte triplicar las transacciones en México, que registra un repunte de apenas 3 por ciento en sus operaciones a esa nación.
También acordaron, mejor dicho dijeron los dueños del balón, que habrá que esperar hasta después de las elecciones de noviembre en EU, que los que mandan en esta desigual relación se dignen cocinar la esperada reforma migratoria integral, algo que difícilmente ocurrirá en un país dominado por intereses de grandes empresas y con una sociedad llena de prejuicios raciales, por un lado, y por nuestra parte con gobernantes que sueñan con ser una estrella más en la bandera imperial.

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