LOS HUESOS DE LA PATRIA
Jorge Chávez Palma
En días pasados el gobierno de Calderón decidió trasladar las osamentas de los héroes históricos de la patria nuestra que se encontraban en el Monumento de la Independencia, al Castillo de Chapultepec, en un verdadero acto de histrionismo cívico. Se trata de estimular el morbo y la necrofilia más absurda. Es un intento de modificar los hábitos patrióticos de los mexicanos sin honrar valores cívicos; para ello se utilizan los huesos de la historia en un paseo macabro como si fuera una broma pesada.
El presidente y su cohorte decidieron pasear los huesos de estos insignes mexicanos por las calles de la gran ciudad, con el objetivo de manosear una vertiente de la historia nacional y conducirlos al laboratorio para el examen respectivo de investigadores cómplices. No habrá que olvidar que ya tuvimos una experiencia anterior, durante los años 70 del siglo pasado, se encontraron unos restos en el pueblecito de Ixcateopan, Gro. que se presumía eran los del Emperador Cuauhtémoc, los cuales, al ser analizados se llegó a la conclusión de que no correspondían, sin embargo, ya se había orquestado un espectáculo gubernamental que terminó en un verdadero fiasco.
Parece ser que juguetear con restos mortales es parte de una usanza actual, si consideramos los macabros hallazgos que cotidianamente nos esperan en los diarios ¿Sabrá Calderón cuántas cabezas juguetean los narcos en el territorio nacional? Como si fuera una competencia entre el gobierno del espuriato y los cárteles, manipulando un juguete para conmemorar el bicentenario.
Como si fuera un ritual de las tribus precolombinas el de apoderarse de los restos humanos y elaborar con ellos un collar o una pulsera creyendo así que se adquieren las virtudes y capacidades de los difuntos, untándose de los restos sagrados, Calderón pretende adquirir algo de la legitimidad que nunca ha tenido ni tendrá.
Esos huesos ahí descansaban en paz y ahora los traslada al territorio de la disputa entre la casta que él representa y la historia construida por un pueblo con vocación libertaria que llevó hasta el límite de su entrega por una transformación verdadera y que por ahora se encuentra estancada, ajena a todo cambio que permitiera acelerar un desarrollo que no se vislumbra por ninguna vía.
No se muestra el mínimo respeto por quienes tuvieron que sufrir el escarmiento de ser exhibidos en jaulas de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, por una orden de la jerarquía de la iglesia católica. Ahora son removidos por un grupo de indignos representantes, por neoliberales que forman una mafia y tratan de apoderarse, a la mala, de la herencia ideológica y moral que nos dejaron en su hermoso legado. Todo ello es una tomadura de pelo, un acto circense, una farsa plagada de demagogia de la derecha ignorante que no aporta a la conmemoración porque su propósito es el uso político de la historia, sin un proyecto que involucre a la población para reflexionar sobre el pasado, pretendiendo rescatar el significado de la Independencia y de la Revolución con huesos y no con un programa de reivindicaciones populares.
Como si este acto fuera provechoso para los mexicanos, en realidad solamente es para que el grupo que conserva el poder en el país se dé baños de patrioterismo vulgar y así repartir un discurso de oportunismo y chabacanería. Con ello se cumplen los objetivos del poder, formar generaciones de ignorantes de la historia y la distorsionar la memoria. Es un intento más por vestir a su modelo de gobierno con el traje de legitimidad que no han logrado obtener y se olvidan de los asuntos que le preocupan al pueblo como la injusticia, la desigualdad, la inseguridad, la corrupción, todos ellos factores que si forman parte de la historia que este tiempo está escribiendo.
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